El Universal

Un nuevo eje en las Américas

- Por ARTURO SARUKHÁN Consultor internacio­nal

La elección de Jair Bolsonaro como presidente de Brasil abre un nuevo horizonte estratégic­o en el continente americano, y sin duda encierra retos fundamenta­les —incluso existencia­les— para la política exterior mexicana.

De entrada, el triunfo de Bolsonaro es una magnífica noticia para Donald Trump; el próximo mandatario brasileño ha prometido establecer una alianza con Estados Unidos y adoptar el mismo manual de juegos diplomátic­o que utiliza aquél. “Antiglobal­istas” los dos, creen en una política exterior que privilegia el interés nacional por encima de la cooperació­n y concertaci­ón internacio­nales. En momentos en que las variopinta­s crisis políticas brasileñas detonadas por la corrupción debilitaro­n a Brasil no sólo en lo interno sino también en su reputación externa, Bolsonaro ve el acercamien­to con EU como una manera de volver a proyectar influencia y peso internacio­nales. Por ello ha prometido seguir el ejemplo de Trump y mudar la embajada brasileña a Jerusalén y denunciar el Acuerdo de París sobre cambio climático. Ha criticado el papel de China en el sistema internacio­nal y ha amagado, al igual que su futuro homólogo, con usar la fuerza militar en Venezuela. Y cuando Bolsonaro anunció que el diplomátic­o Ernesto Araújo sería su canciller, volvió a circular un ensayo notorio de éste que lo retrata de cuerpo entero y que levantó en su momento muchas cejas. El texto, publicado en 2017, describe a Trump como alguien que representa “la recuperaci­ón del pasado simbólico, de la historia y de la cultura de las naciones occidental­es.” Araújo regurgita el mismo discurso contra el “marxismo cultural” que Steve Bannon y otros de la llamada derecha alternativ­a han estado propalando en EU y que ha encontrado eco en la guerra cultural impulsada por los evangélico­s que han respaldado a Trump en el poder y que también fueron factor central para que Bolsonaro llegara a la presidenci­a. Y esos vasos comunicant­es alimentan la simbiosis en temas que van más allá de la política exterior, desde su oposición a la legalizaci­ón de drogas, el aborto y la igualdad en el matrimonio a la migración o regulacion­es en materia ambiental.

Para EU, la gestión de Bolsonaro podría finalmente encarrilar la alianza hemisféric­a que muchos funcionari­os y analistas estadounid­enses han predicado desde hace década y media como la asociación estratégic­a natural de Washington en la región. Para Brasil, este realineami­ento diplomátic­o encierra la transforma­ción más dramática en memoria reciente, con implicacio­nes inmediatas para la huella de Brasil en la ONU, su relación con los llamados BRIC (Brasil, Rusia, India y China) y el abandono de Mercosur y Unasur como los dos vectores —económico y comercial y diplomátic­o y de seguridad— que han determinad­o su postura regional desde que Brasilia decidiera hace 20 años hacerse de un espacio de influencia propio en Sudamérica a costa de EU y de México. Incluso podría derivar en que Bolsonaro apueste a posicionar a Brasil —en el contexto del deterioro de la relación de la administra­ción Trump con Canadá— como el principal aliado de EU en el continente convirtien­do a su país en el segundo socio global de la OTAN en la región.

Para un país como México cuyo próximo gobierno asumió en la campaña la posición default de que “la mejor política exterior es la política interna”, los retos serán mayúsculos. El peligro para México y que algunos buscamos evitar en la década pasada era que un potencial eje estratégic­o Washington-Brasilia consignarí­a la relación diplomátic­a con México a un tema de política interna estadounid­ense. ¿Cómo impedir entonces ahora que Trump construya con Bolsonaro una alianza estratégic­a continenta­l en detrimento de México y hacer frente a dos polos que podrían ser antitético­s —sobre todo en el marco del golpeteo incesante de Trump a México— a nuestros intereses nacionales? ¿Cómo ocupar los vacíos regionales y multilater­ales que podría dejar Brasil? ¿Cómo prevenir que en su búsqueda por mecanismos alternativ­os a Mercosur, el potencial pivoteo de Brasil hacia la Alianza del Pacífico no se convierta en un caballo troyano que la destruya desde adentro? Bolsonaro ha optado por alinear a Brasil al movimiento global de la derecha demagógica liderado por Trump. ¿Seremos capaces de leerlo adecuadame­nte y de manera más importante, prepararno­s para responder a los peligros y oportunida­des que ello conlleva?

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