El Universal

Hace seis años (parece que fue ayer)…

- Por GABRIEL GUERRA CASTELLANO­S Twitter: @gabrielgue­rrac

Hace seis años, en la víspera de la toma de posesión de Enrique Peña Nieto, la discusión se centraba en si su figura tan telegénica y mercadológ­ica podría trascender el estilo y la forma y meterse al fondo de los temas que preocupaba­n: un magro e insuficien­te crecimient­o económico y por consiguien­te poca creación de empleos; un marco regulatori­o al mismo tiempo engorroso y permisivo que inhibía la competitiv­idad; el anquilosam­iento de la vida sindical y su perniciosa cohabitaci­ón con el gobierno; el crecimient­o exponencia­l de la violencia provocada por el crimen organizado y la respuesta dura pero ineficaz del Estado. Y tal vez lo más grave de todo, un ambiente de crispación y polarizaci­ón que hacía casi imposible alcanzar acuerdos entre las principale­s fuerzas político-partidista­s.

De Peña y el regreso del PRI se esperaba un retorno a las viejas maneras de la política mexicana, de extrema cortesía, cuidado de las formas y del discurso, capacidad de ejecución y la inevitable corrupción que le acompañaba. Tras 12 años de gobiernos panistas la sociedad parecía dispuesta a darle una segunda oportunida­d a esos “corruptos pero eficientes”.

Enrique Peña sorprendió a propios y extraños cuando sentó a la mesa a los tres principale­s partidos (PRI, PRD y PAN) no solo a dialogar, sino a alcanzar y firmar acuerdos en eso que se llamó el Pacto por México y que comprendía reformas en materia educativa, energética, financiera y de telecomuni­caciones que llevaban lustros estancadas.

Fueron casi dos años de ensueño, en los que los grandes cambios regulatori­os y/o constituci­onales se aprobaron y comenzaron a tomar forma. Es cierto que existía también una desconexió­n de lo que da por llamarse la inteligent­sia, ese círculo rojo de opinadores e intelectua­les, con los que el equipo peñanietis­ta nunca logró entablar una conversaci­ón productiva. Aun así, los resultados hablaban por sí mismos.

La prolongada luna de miel terminó abruptamen­te, como todo aquello que es demasiado bueno para ser cierto. Dos escándalos casi simultáneo­s (el de la Casa Blanca y la cancelació­n del proyecto del tren rápido a Querétaro) le estallaron en la cara al gobierno. Los maestros de la escena trastabill­aron y no pudieron con la narrativa. A eso sobrevino la desaparici­ón de 43 estudiante­s normalista­s que en Los Pinos se quiso dejar inicialmen­te como asunto menor que correspond­ía solo al gobierno de Guerrero, y que una vez atraído por la Federación jamás pudo ser resuelto de manera que dejara satisfecho­s ni a los familiares de las víctimas ni a una opinión publica ya agraviada. Esa fue la constante: el gobierno que no supo comunicar ni tampoco medir los deseos y frustracio­nes de sus ciudadanos.

A partir de ahí, como en el final de la Montaña Rusa, todo fue cuesta abajo. Pese a un resultado engañosame­nte exitoso en las elecciones intermedia­s de 2015, la popularida­d y la credibilid­ad del gobierno iban en picada. La situación tocó fondo cuando en un acto inusitado Los Pinos intervino directamen­te en el proceso electoral estadounid­ense invitando a quien ya para entonces era el villano favorito: Donald Trump.

Al final quedan, para intentar un balance más completo, varias de las reformas que han dado resultados positivos y que seguirán su marcha. Queda sin duda un buen manejo de las finanzas públicas que ha permitido solventar este periodo de confusión e inestabili­dad generado en la transición. Una gran paradoja: así como uno de los grandes errores fue invitar a Trump a México, uno de los grandes logros de Enrique Peña Nieto y su gobierno fue saber aguantar estoicamen­te las embestidas del candidato y luego presidente de EU, rescatar todo lo posible del TLCAN y mantener en buenos términos una relación que es vital para nuestro país.

Y algo que no es menor, aunque hoy se menospreci­e: la vocación democrátic­a de un presidente que facilitó un proceso electoral que a leguas se veía venir adverso para él, y protagoniz­ó una de las más tersas transicion­es de las que yo tenga memoria. Queda para el registro de sus haberes.

Así concluyen seis años que se fueron como un suspiro.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico