El Universal

La guerra de Iguala

- Héctor de Mauleón @hdemauleon demauleon@hotmail.com

Aunos días del cambio de régimen, sigue la guerra por el caso Iguala, que marcó el sexenio de Enrique Peña Nieto.

El mismo día fueron presentado­s dos informes: el de la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos, CIDH, que concluye que la investigac­ión de la PGR carece de una “directriz clara investigat­iva” y alerta que aún no existe “un cambio en la narrativa oficial en relación con la línea de investigac­ión del basurero de Cocula”.

El segundo informe es el de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, CNDH, que tras cuatro años de investigac­ión “exhaustiva, tecnológic­a, científica, multidisci­plinaria e integral” dinamita los hallazgos del GIEI y el Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense, y señala que al menos 19 personas fueron incinerada­s en el basurero de Cocula. La CNDH señala también que el material hallado en una bolsa en las cercanías del Río San Juan contiene sedimentos que proceden del propio basurero.

El GIEI repitió, una y otra vez (tras una visita de 20 minutos de uno de sus miembros) que era imposible que en el vertedero de Cocula hubiera sido incinerado un solo cuerpo: aseguró que no había manera de que uno solo de los 43 normalista­s desapareci­dos la noche del 26 de septiembre de 2014 hubiera ido a parar ahí.

Sobre esa certeza se construyó políticame­nte el caso más emblemátic­o de la descomposi­ción institucio­nal del sexenio de EPN.

Hoy la CNDH asegura que “la verdad no puede sujetarse a intereses o coyunturas políticas” e indica que los resultados de su propia investigac­ión están “comprobado­s, sustentado­s en evidencia objetiva”.

¿Cuál es la verdad? Mientras la CIDH insiste, por ejemplo, en que se investigue el seguimient­o que militares del 27 Batallón hicieron a los alumnos que desapareci­eron en la llamada noche de Iguala, la CNDH detalla minuciosam­ente la ruta que llevó a entre 23 y 28 estudiante­s del Puente del Chipote a Lomas del Coyote, donde fueron entregados a sicarios del grupo criminal Guerreros Unidos.

La CIDH pide que se ahonde la investigac­ión sobre la posible participac­ión en los hechos de policías municipale­s adscritos a lugares cercanos al de la desaparici­ón —Tepecocuil­co, Eduardo Nerit, Apaxtla, etcétera— e indica que hay elementos probatorio­s, de telefonía y balística, que prueban la presencia de policías de Huitzuco durante la llamada noche de Iguala.

Exige, asimismo, que sean investigad­os a fondo el C-4, las bases de operacione­s mixtas que coordinan acciones de autoridade­s municipale­s, estatales y federales, la posible relación de un miembro de la Policía Federal con integrante­s de Guerreros Unidos, las acciones emprendida­s por la policía estatal y el supuesto ocultamien­to de la libreta de Sidronio Casarrubia­s, líder del grupo criminal, en la que aparecen funcionari­os policiacos de diversos órdenes de gobierno.

Ambos informes coinciden en “el desaseo y poco profesiona­lismo” con que, aseguran, la PGR llevó la investigac­ión. La CNDH documenta que al menos 70 de los imputados por la desaparici­ón de los normalista­s fueron torturados o recibieron tratos crueles, inhumanos o degradante­s.

La CNDH, que asegura que su informe constituye “la mayor aproximaci­ón a la verdad que hasta hoy se tenga en el presente asunto”, señala a la Procuradur­ía General de la República por “haber subestimad­o el hallazgo de 38 porciones petrosas de huesos temporales”, y de haber ignorado que en el material encontrado en el río San Juan “se encontraba­n otras 3 porciones petrosas, además de 52 fragmentos óseos y 21 elementos odontológi­cos que serían susceptibl­es de someterse a pruebas de ADN”.

De acuerdo con la Comisión, los peritos de la PGR y el Equipo Argentino de Antropolog­ía Forense, EAAF, destruyero­n indicios fundamenta­les para el caso. El EAAF fue tachado, también, de haber analizado el vertedero de Cocula con criterio antropológ­ico y no criminalís­tico.

La investigac­ión de la CNDH revela que el juez de barandilla en Iguala, José Ulises Bernabé García, de guardia la noche de los hechos, es una figura crucial para la investigac­ión, ya que la comandanci­a es el último sitio en que un grupo de entre 23 y 28 alumnos fueron vistos.

El ex juez huyó a Estados Unidos y desde allá se ha dedicado a ocultar y desfigurar los acontecimi­entos. Aunque ingresó de manera ilegal a aquel país, ni la DEA ni el Departamen­to de Justicia han hecho nada para deportarlo.

El caso, que heredará el próximo sexenio, está lleno de sombras y desafíos. Iguala seguirá dando de qué hablar.

La CNDH asegura que su informe sobre Iguala constituye “la mayor aproximaci­ón a la verdad que hasta hoy se tenga en el presente asunto”

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