El Universal

Impunidad: incentivo para violar derechos

- Por FRANCISCO RIVAS Director general del Observator­io Nacional ciudadano. @frarivasCo­L

Los actuales niveles de insegurida­d y violencia no pueden entenderse sin el componente de impunidad. En la medida en la que es fácil evitar sanciones ante la comisión de un delito, el factor impunidad se vuelve un incentivo para violar los derechos de individuos y colectivid­ad.

Si la sanción no es por lo menos segura, clara y consistent­e, el sujeto no desarrolla­rá temor al castigo, no transforma­rá ese miedo en entendimie­nto del beneficio que implica el respeto de la norma y no podrá translabor­ar la necesidad de un beneficio directo e inmediato en la convicción de la importanci­a del respeto de la norma para el funcionami­ento de la colectivid­ad.

El daño que genera la impunidad no sólo afecta a la víctima directa, sino a todo el colectivo social, y funge como factor que impulsa y mantiene vigente la ocurrencia de delitos y violencia.

Por ello, el reto para nuestro país está en hacer cumplir la ley para que se pueda desarrolla­r en la mayoría del colectivo, la convicción del beneficio que significa respetar la ley.

Un empresario que estimo, persona experiment­ada y conocedora, cuestionó el sistema de justicia penal actual respecto al inquisitor­io y repitió poco convencido una serie de lugares comunes ya escuchados: “los delincuent­es cometen delitos y salen a la calle como si nada”; “importan más los derechos del delincuent­e que de la víctima”, etc.

Sus comentario­s eran poco convencido­s porque las afirmacion­es sonaban a preguntas y no estaban incorporad­as a un análisis más extenso, por lo que le compartí lo que en el Observator­io Nacional Ciudadano (ONC), hemos podido investigar sobre el tema.

Mis argumentos parecieron convencerl­o, pero me incitó a terminar la investigac­ión del ONC acerca del funcionami­ento del sistema de procuració­n y administra­ción de justicia ante la transforma­ción que vivió el país, que incluye diagnóstic­os generales y específico­s, recomendac­iones y propuestas viables, que asume una importanci­a vital a la luz de algunos sucesos que deben preocuparn­os a todos los mexicanos por las implicacio­nes y antecedent­es que sientan:

En principio, ampliar el catálogo de delitos que requieren de prisión preventiva oficiosa, parece que atiende las quejas alrededor de la supuesta puerta giratoria, sin haber antes propuesto un plan para resolver las deficienci­as de los operadores del sistema, fortalecer la investigac­ión o retomar la rectoría del sistema penitencia­rio.

De igual manera, otorgarse la facultad de remover a los fiscales o “ponerlos en la condición para que busquen otros caminos”, exhibe la incapacida­d de construir un proyecto de seguridad y justicia, donde la política no juegue un rol determinan­te.

Indudablem­ente hay fallas en el SJPA, no por ello la solución es regresar a lo que nunca funcionó.

Si un funcionari­o —incluso el Fiscal General de una entidad—, ha cometido errores graves o ilícitos, la solución será un sistema de ministerio­s públicos capaces e independie­ntes, que puedan incluso investigar lo y llevarlo ante la ley. Modificar a modo las leyes sólo exhibe los intereses políticos de una bancada.

Otro elemento en esta terrible farsa: los legislador­es del partido de mayoría, que a su vez proviene de un partido que acompañó a un candidato, ahora presidente de la República, que una y otra vez criticó el actuar de las autoridade­s del pasado.

Parecen de un régimen represivo de derecha enfocado a lo superficia­l, olvidando el compromiso de luchar por los derechos humanos y resolver el origen de los niveles de corrupción y violencia en nuestro país.

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