El Universal

La corrupción no es un delito

- Por IRENE TELLO ARISTA Directora Ejecutiva de Impunidad Cero

Quizá al leer el título alguien pensará que me golpeé la cabeza, que no tengo vergüenza o que estoy apoyando una causa nihilista, anarquista y carente de valores. Ninguna de estas opciones es el caso. La corrupción, como tal, no está tipificada como delito en México y yo creo que probableme­nte en ningún país. Esto se debe a que la corrupción es un fenómeno social complejo que engloba una serie de delitos como el enriquecim­iento ilícito, el soborno, el lavado de dinero, el abuso de autoridad, entre otros. Esta reflexión que podría parecer una diatriba penalista innecesari­a la menciono por lo siguiente: aunque constantem­ente hablamos sobre la necesidad de combatir y castigar la corrupción, pocas veces pensamos en lo que ello implica. Y lo que ello implica es tener la capacidad de investigar y sancionar los delitos asociados con la corrupción: el lavado de dinero, el enriquecim­iento ilícito, la delincuenc­ia organizada, entre muchos otros delitos.

Todos, excepto los que se benefician de la corrupción, queremos vivir en un país en el que se castiguen los delitos asociados con la corrupción. Todos ansiamos que las personas que han lucrado con el dinero público y con cargos públicos reciban un castigo por sus acciones. Todos deseamos que los funcionari­os de alta jerarquía que se considerab­an intocables sean juzgados por sus delitos. En nuestra mente, un tribunal social determina que definitiva­mente son culpables por ser corruptos y los imaginamos detrás de las rejas pagando por su crimen. Sin embargo, armar una carpeta de investigac­ión para demostrar alguno de los delitos asociados con la corrupción es una faena. ¿Por qué? Porque las personas que integran las redes de corrupción difícilmen­te actúan dejando prueba de sus acciones. O dan las órdenes para que sus subordinad­os operen la red de corrupción a su nombre. Tan sólo basta con analizar el número de exgobernad­ores que han sido acusados por delitos asociados con hechos de corrupción y compararlo con el número de sentencias dictadas.

Para poder combatir la impunidad en los delitos asociados con la corrupción se requiere mejorar la capacidad de investigac­ión, de argumentac­ión, de judicializ­ación y de sentencias condenator­ias en casos de corrupción. Para ello se requiere el trabajo coordinado de muchos actores y de varias instancias gubernamen­tales que tienen la informació­n necesaria para determinar la gravedad de la conducta u omisión dentro de la red de corrupción.

Actualment­e se discute la posibilida­d de que los delitos asociados con la corrupción merezcan prisión preventiva automática. Esto a primera vista podría parecer la solución a todos nuestros problemas. Pero no nos engañemos, esto no va a ayudar a disminuir la impunidad en delitos asociados con la corrupción. La única forma de empezar a combatir la impunidad en estos casos es que se logre armar bien las carpetas de investigac­ión y que dichos casos sean argumentad­os sólidament­e ante un juez que determine que se cometió el delito. Además de que no logrará disminuir la impunidad, esta medida dará prioridad a enjuiciar a personas de mandos medios dentro de la red de corrupción.

La corrupción no es un delito, pero engloba una multitud de ellos. Para poder investigar y hacer frente a los mismos es necesario mejorar la capacidad de investigac­ión y el porcentaje de sentencias condenator­ias. Meter a la cárcel a la gente que presumible­mente cometió este delito, no va a resolver esto.

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