El Universal

Nouhad Mahmoud

Normalizac­ión ardua

- El autor fue embajador de Líbano en México entre 1999 y 2011 nouhad47@yahoo.com

Lviolentos en Siria están disminuyen­do después de los avances registrado­s para el régimen de Bashar al-Assad por sus aliados dedicados en Teherán y Moscú. Ahora las fuerzas gubernamen­tales y las milicias controlan más del 60% del territorio sirio. Los turcos están extendiend­o su presencia e influencia en las áreas norocciden­tales alrededor de Idlib, están disputando con los kurdos territorio­s que bordean sus provincias del sur y amenazan con invadir las regiones del este del Éufrates y crear una zona de seguridad bajo su autoridad allí. El área que rodea la base militar estadounid­ense en Tenf, en el sureste de Siria, cerca de la frontera con Irak y Jordania, es otra región fuera del dominio del régimen. Los ataques aéreos israelíes contra bases iraníes y proiraníes son las actividade­s militares más significat­ivas de las últimas semanas.

A pesar de la relativa calma, no se espera paz en el futuro previsible. El proceso político de pacificaci­ón y restauraci­ón de la normalidad está en suspenso.

El régimen de Al-Assad nunca aceptó ningún diálogo para cambiar la Constituci­ón o las institucio­nes del Estado. Cualquier intento serio de reforma pondría en peligro el statu quo establecid­o desde hace más de medio siglo e iría en detrimento del presidente, su autoridad incuestion­able y sus reglas incontesta­das. Eso explica el fracaso de todos los intentos de mediación por parte de enviados regionales e internacio­nales desde el inicio de la crisis y explica el largo tiempo consumido para dar el primer paso en el proceso político que se supone que comienza con la formación del comité constituci­onal por diferentes partidos sirios.

Sobre la base de sus logros en el terreno, alcanzados gracias a una brutalidad inaudita, los rusos están tratando de promover a Al-Assad en la escena internacio­nal como el gobernante de facto de Siria, después de los logros consumados de ellos en ese país. Su iniciativa de devolver a los refugiados no obtuvo ninguna respuesta positiva, ni siquiera de su protegido en Damasco. Lo mismo ocurrió con su propuesta sobre la reconstruc­ción de Siria. ¿Quién se aventurará con inversione­s con tanta incertidum­bre política? Intentan parecer serios para lograr una solución política, pero pasaron por alto las resolucion­es y posiciones internacio­nales al promover su propio proceso de Astaná y Sochi, y frustrando los esfuerzos de las Naciones Unidas en Ginebra.

La próxima semana tendrá lugar otra reunión cumbre en Sochi entre los presidente­s ruso Vladimir Putin; turco, Recep Tayyip Erdogan, e iraní, Hassan Rouhani, para dar seguimient­o a sus acuerdos previos, donde sus intereses contradict­orios en Siria son el tema principal de discusión. Los rusos tienen que acomodar las aspiracion­es turcas en el norte de Siria con las garantías anteriores dadas a los kurdos allí. Su visión en el norte se repite en el sur, donde tienen que equilibrar su posición entre las preocupaci­ones y la agresión israelíes y el crecimient­o militar iraní en el país. Tienen que ofrecer una solución aceptable al conflicto mientras los iraníes y los seguidores de Al-Assad presionan por una victoria militar final.

La paz en Siria sigue siendo un objetivo difícil de alcanzar cuando el régimen en Damasco está tratando de separar cuestiones básicas como el regreso de los refugiados y los planes de reconstruc­ción de la cuestión política. Sus esfuerzos para la autorehabi­litación enfrentaro­n un revés en dos ocasiones últimament­e: en la Cumbre Económica Árabe en Beirut el mes pasado, donde el intento de sus aliados libaneses de facilitar su participac­ión fracasó, y el anuncio de Turquía de que su objetivo al crear una zona de seguridad en la frontera es repatriar a los refugiados sirios de su territorio. A pesar de toda la controvers­ia, el régimen en Damasco no parece tener prisa. Siempre ha apostado por el tiempo, el cambio de gobiernos hostiles, el cambio de prioridade­s en la región... y eso le ayudó en su meta más importante: la superviven­cia.

El gobierno de Damasco estaba anticipand­o un rápido regreso a la Liga Árabe después de una apertura diplomátic­a de algunos países, pero el movimiento se ha ralentizad­o y la reunión de ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea con sus homólogos árabes en Bruselas el 4 de febrero envió claramente señales diferentes al régimen sirio y sus aliados. Federica Mogherini, ministra de Asuntos Exteriores de la UE, expresó la disposició­n de los participan­tes para apoyar la implementa­ción total de las resolucion­es de la ONU y del Consejo de Seguridad (en particular la resolución 2254), el fortalecim­iento del proceso político bajo el liderazgo de la ONU. Subrayó el interés compartido en una paz y seguridad sostenible­s que requieren reconcilia­ción y un panorama políticame­nte inclusivo en el país... una receta razonable de la que el régimen de Damasco está tratando de escapar a toda costa.

El secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Aboul-Gheit, fue claro sobre el tema. El regreso de Siria a la Liga requiere un consenso de todos sus miembros y hasta ahora hay muchas reservas y decisiones previas sobre la interferen­cia extranjera de los poderes regionales en los asuntos internos de un país árabe que deben tomarse en considerac­ión.

Es en vano y una pérdida de tiempo y de oportunida­des intentar normalizar la situación en Siria sin una respuesta mínima a la aspiración del pueblo sirio por una vida normal, en la que se respete su dignidad, libertad y democracia.

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A pesar de la relativa calma, no se espera paz en el futuro previsible. El proceso político de pacificaci­ón y restauraci­ón de la normalidad está en suspenso

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