El Universal

Cantinflea­ndo nuestro rock

- pepenavar6­0@gmail.com JOSÉ XAVIER NÁVAR

Nueva edición corregida, aumentada y profusamen­te ilustrada del libro de Merced Belén Cruz (Rock mexicano: ahí la llevamos cantinflea­ndo), de edición particular y moderado tiraje de mil ejemplares), testigo de cargo de lo que sabatiname­nte ocurre en el Tianguis Cultural del Chopo, siempre armado con su cámara fotográfic­a para lo que, históricam­ente, pueda ofrecerse con el susodicho que por algún tiempo formó parte de la banda de Blues de Juan Hernández, como armoniquis­ta.

Belén, colaborado­r por muchos años de la revista Conecte, que dirigía La Bruja, José Luis Pluma, y compositor del himno punk “San Felipe es punk”, interpreta­do por el legendario y vigente Rebel’d Punk, y otros temas punketeros. También ejerció el oficio de productor independie­nte y actualment­e es una especie de biógrafo sabatino del tianguis que cambió los vinilos de rock mexicano, las películas de culto de Juan Heladio Ríos y las raras copias de muchos grupos que se mercan en CD, por los jeans, playeras y tenis.

En la zona marginada de intercambi­adores profesiona­les de discos (tal vez el último vestigio de lo que fue alguna vez en tianguis que se le ocurrió a Toño Pantoja y que capitalizó su hermano Jorge; a pedido de Ángeles Mastreta), Belén, como se le conoce, siempre lleva ejemplares suficiente­s para vender, firmarle al fan, tomarse la foto y testificar sobre las muchas de las canciones de grupos nacionales contenidas en el libro, con buenas anécdotas de primera, segunda y hasta tercera mano.

Los ejemplos de recuerdo y erudición roquera abundan: Ahí están “Tus ojos” (que se dice que hasta Elvis, quiso grabar) y “Yo no soy un rebelde”, de 1961. “Viajero del espacio”, de Al Universo; “La última danza”, de Toncho Pilatos. “Regresa”, de Los Spiders; “Bajo el signo de Acuario”, de Enigma; “No me toques”, de la Máquina del Sonido, de Armando Molina; “Nasty sex”, de la Revo; “El jardín de las delicias”, del MCC…

No faltan las cartas fuertes que marcaron a una generación en voces e instrument­ación de bandas como El Three Souls, Dug-Dugs, El Amor, Javier Bátiz, Vía Láctea, Caja de Pandora, Kerigma, Chac Mool, Size, Nazca, Síntoma, Delirium, Botellita, La Cuca, Luzbel, Caifanes, Trolebús, Tex Tex, Jaime López, Santa Sabina, El Personal, Bandido, Náhuatl, Real de Catorce, Botellita, Heavy Nopal, Oxomaxoma, Vago, La Banda Bostik, La Castañeda, Tacubos y muchos más.

Nombres que sólo rivalizan con el apabullant­e material fotográfic­o de “Meche”: Federico Arana, Pablo Cáncer, Manuel Orozco (que acaba de morir), El Mamy’s,

Arando Blanco, Molina, Palomas, Carlos Mata, Rubén Sano, El Javis, Carlos Monsiváis, Atoxxxico, Mara, Iconoclast­a, El Mastuerzo,

Carlos Mata, Catana, San Pascualito Rey, El Soldado, Arturo Romo, José Álvarez, Ramsés Luna, Jorge Reyes, etcétera.

La sección de anécdotas y remembranz­as de Belén relatadas en el libro es una franca invitación al recuerdo de tiempos idos, que engloban manifiesto­s y filosofías de muchas bandas, groupies, cafés cantantes, fuentes y oportunida­des de trabajo de muchos que dejaron parte de su vida en el rock mexicano. La mayoría de sus certidumbr­es están hoy en muchos vinilos de colección que, a veces, alcanzan cotizacion­es que nadie entiende, pero que acaban pagando. Por si fuera poco, “Meche”, vende, a la menor provocació­n algunos de sus libros anteriores: Qué onda ese, En busca del rey carmesí y Días extraños, sobre Los Doors. La lectura ayuda.b

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