Amor que sobrevivió al sismo de 1985
Al interior de una fábrica textil sobre San Antonio Abad, en Tlalpan, se escribió una historia de amor que sobrevivió al terremoto de 1985. Tiempo después todo cambió
Se dice que el amor llega en los momentos más inesperados y, a veces, se manifiesta como una premonición en los sueños. Tal fue el caso de Gloria S., quien trabajó en la fábrica de ropa interior para dama Carnival de México, que estaba ubicada en la avenida San Antonio Abad número 138 al sur capitalino.
Hace 40 años, Gloria inició una relación con un compañero del trabajo, “Daniel N.”, y tal cual se tratase de un cuento, tuvo su origen en un sueño: “Soñé que estaba en el Metro San Antonio Abad y me caía a las vías, pero él me levantaba y me sacaba. Me quedé muy sorprendida y lo primero que pensé fue en verlo, buscarlo, porque trabajábamos en el mismo lugar.
“Entonces yo volteaba, lo veía y se me reflejaba el sueño. Yo estaba en costura y él era mecánico”, narra.
Ella siempre buscaba su cara para recordar el momento de aquel sueño en el que él la levantaba de las vías.
Pasaron unos cuantos días antes de que Gloria se le acercara a Daniel, no para hablar sobre el sueño, sino para solicitarle que la ayudara a sacarle filo a sus tijeras, herramienta indispensable para el trabajo de toda costurera. Daniel accedió y mientras afilaba las tijeras, le preguntó cuánto tiempo tenía trabajando en la fábrica.
Ese mismo día a la hora de la salida Daniel ya la estaba esperando en la entrada del Metro San Antonio Abad. Él le preguntó si le agradaría que fueran compañeros de viaje.
Para ambos los viajes entre estaciones se convirtieron en el escenario para compartir sus gustos y sus miedos mientras iban en camino hacia donde tomaban café o salían a comer, luego se hicieron novios.
Su día empezaba a las 7 de mañana y terminaba a las cuatro de la tarde. Comían juntos media hora.
La fábrica se encontraba en una de las zonas que resultó más afectadas por el terremoto de 1985, Gloria recuerda que el 18 de septiembre, una mariposa negra se coló por la ventana al interior del taller. Una de sus amigas le dijo que dichos insectos solían traer consigo a la muerte, a lo que Gloria contestó, sarcásticamente, “sí, qué bueno, ojalá que se caiga todo, que se mueran todos, déjala no la mates”.
Al otro día, Gloria llegó en su horario normal -a las 7 de la mañana - y se dio cuenta de que a su bata le faltaba un botón, rápido encontró uno similar y empezó a coserlo, de pronto, se sintió mareada y pensó que se debía a que no había desayunado cuando un grito la estremeció: ¡Está temblando! y de fondo, el estruendo de un plafón cayendo al suelo.
Ella y sus compañeros salieron corriendo hasta que se encontraron con un policía que no quería abrirles la puerta para dejarlos salir. Una costurera, furiosa y desesperada, le propinó una cachetada que logró aventarlo para poder abrir el zaguán:
“Cuando salimos, yo pensé que hubiera sido mejor quedarme adentro porque afuera estaba horrible. Vi un colchón de cosas, de tierra, de piedra, de trapos, de tijeras, de todo del edificio de al lado, que estaba en contra esquina de donde estaba Carnival.
“Pareciera que el temblor había revuelto ese edificio como si fuera una licuadora, tenía más pisos, todo cayó sobre las vías del metro y el enrejado, la avenida San Antonio Abad tenía un colchón de cosas y por las calles aledañas se veían tanques estacionarios de las casas con fugas, un microbús aplastado por un tanque, otro aplastado por piedras”, narró Gloria.
A lo largo de la calle se escuchaban los gritos desesperados de las madres por sus hijos, Gloria estaba en estado de shock y por su mente sólo pasaba su familia y Daniel. No había transporte, luego se dio cuenta que estaba descalza “nunca supe dónde quedaron mis zapatos, estaba raspada, con polvo en la ropa”. Llegó a casa con su madre y al poco tiempo arribó Daniel ileso quien también la buscaba.
Regresar al trabajo fue triste: los dueños no querían responder por nada ni de nadie: los trabajadores esperaron afuera del edificio. El dueño les decía que todo estaba bien y que se metieran a trabajar, pero las paredes y las escaleras estaban despegadas.
Recuerda que hubo mucho saqueo y que muchas compañeras de otro edificio murieron atrapadas.
Gloria y Daniel retomaron sus labores en octubre, pero después ella renunció. Daniel iba todos los días a casa de Gloria a verlos, pero dejaron de salir a divertirse como lo hacían antes del temblor.
Luego, el taller de Carnival fue trasladado a Iztapalapa y después a Hidalgo. Como varias relaciones, la de Gloria y Daniel terminó en 1989, nunca se casaron. Hoy ella recuerda con cariño haberlo conocido y dice aceptar con dolor la separación para no hacer daño al hijo que tuvieron. •