Los síntomas
El 75% de los mexicanos sufre fatiga por estrés laboral, alerta el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Las grandes cargas de trabajo, la presión en el entorno, los salarios bajos, el tráfico, la violencia, las largas jornadas, los problemas con compañeros de la oficina, el acoso y otros factores negativos afectan la salud y el bienestar de los trabajadores.
El estrés es totalmente normal. Incluso, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo explica como una reacción natural del cuerpo a exigencias y presiones que no concuerdan con las capacidades y conocimientos del trabajador. Pero, por otro lado, esta respuesta del organismo a la tensión (malas noticias, sustos o exigencias) se vuelve peligrosa cuando se transforma en crónica.
Nathalie Sessions, nutrióloga de Bienestar Corporativo del Hospital Metodista de Houston, asegura que en episodios de estrés normal se libera cortisol para tener un comportamiento regular al momento de la tensión. Sin embargo, cuando los niveles de la hormona se mantienen elevados y desbalanceados durante varias semanas, puede ser muy perjudicial.
¿Cómo afecta?
La Asociación Americana de Psicología establece que, en exceso, el estrés laboral causa grandes daños emocionales y físicos como ansiedad, insomnio, dolor muscular, presión alta y debilitamiento del sistema inmunológico.
Las investigaciones de la institución reflejan que la reacción contribuye al desarrollo de enfermedades graves, debido a que causa depresión, obesidad y patologías cardiacas, entre otros males.
El estrés crónico es el resultado de estresores cotidianos o eventos traumáticos que no se manejan de manera adecuada. Además, las severas consecuencias de los problemas emocionales aumentan la posibilidad de que el trabajador padezca enfermedades físicas.
Por si fuera poco, la ansiedad y la depresión elevan, al doble, el riesgo de problemas en el corazón. Aunado a esto, el hecho de padecer estrés laboral puede arrastrar a los trabajadores al consumo de sustancias adictivas.
En suma, la reducción de la productividad, el descenso en la calidad de vida, los problemas de salud física y mental, los trastornos de depresión y ansiedad, y los problemas en el entorno familiar son, de acuerdo con el IMSS, algunas de sus principales consecuencias.
Existen cuatro tipos diferentes de síntomas: los emocionales, los cognitivos, los conductuales y los fisiológicos.
Los emocionales son ansiedad, miedo, irritabilidad, mal humor, frustración, agotamiento, impotencia, inseguridad, desmotivación y poca tolerancia.
Por su parte, los cognitivos constan de dificultad para concentrarse, confusión, olvidos, pensamiento menos efectivo y reducción de la capacidad de solución de conflictos y de aprendizaje.
Los conductuales implican disminución de productividad, incursión de errores, ausencia laboral, dificultades en el habla, llanto, trato brusco en las relaciones sociales y aumento en el consumo de tabaco, alcohol y otras sustancias.
Finalmente, los fisiológicos provocan músculos contraídos, dolor de cabeza, problemas de espalda o cuello, malestar estomacal, fatiga, infecciones, palpitaciones, respiración agitada, aumento de la presión sanguínea, agotamiento, mayor riesgo de obesidad y de eventos cardiovasculares, deterioro en la memoria y contratiempos para conciliar el sueño.
En general, todos los síntomas están relacionados con el estrés normal y crónico. No obstante, depende del grado que el trabajador padezca. Los indicios que se prolongan por un largo tiempo significan que el individuo necesita, a la brevedad, ayuda médica y psicológica.