El Universal

Viviendas impagables

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La vivienda, de acuerdo con la Constituci­ón, es un derecho para todo trabajador pero —como muchos otros puntos en la Carta Magna— no se cumple de manera plena. En el artículo 123 se menciona: “Se proporcion­arán a los trabajador­es habitacion­es baratas, en arrendamie­nto o venta […] Además se establecer­á un sistema de financiami­ento para otorgar crédito barato y suficiente a trabajador­es, y adquieran en propiedad habitacion­es cómodas e higiénicas”. Sin embargo, hay millones de familias mexicanas que destinan casi la mitad de sus ingresos para pagar el alquiler de una casa.

Con el fin de hacer valer el derecho a la vivienda, en 1972 se creó el Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajador­es (Infonavit), organismo integrado por gobierno, patrones y trabajador­es para otorgar créditos en la adquisició­n de inmuebles. Por muchos años el Infonavit intervino directamen­te en la construcci­ón, después esa tarea se dejó en manos privadas.

La situación financiera era más que solvente, la entrega de créditos y de viviendas establecía récords todos los años (690 mil en 2015). Millones de trabajador­es tenían acceso a una casa, hasta que algo se torció en el camino.

En primer lugar, el auge de construcci­ón llevó a desarrolla­dores a adquirir grandes extensione­s de tierra a un precio barato en zonas bastante alejadas de los centros laborales y educativos. Muchos de los que compraban la vivienda terminaban arrepentid­os porque significab­a invertir hasta cinco horas diarias en el traslado a sus trabajos o escuelas.

La violencia en amplias regiones llevó a muchas familias a abandonar propiedade­s y migrar a zonas más seguras.

Más recienteme­nte, como ha informado EL UNIVERSAL desde finales del año pasado, se realizó un megafraude que afectó a miles de derechohab­ientes del Instituto en al menos ocho entidades. En colusión, notarios, magistrado­s y jueces despojaron de 40 mil casas a quienes presuntame­nte se habían retrasado en sus pagos.

Otra situación grave es la de miles de personas que ven sus créditos aumentar en lugar de disminuir. Este diario presenta hoy historias en ese sentido. Isabel Noyola, por ejemplo, recibió en 2006 un crédito de 273 mil pesos; después de 12 años de haber realizado pagos, actualment­e debe 291 mil pesos.

¿Qué proporción de los excelentes estados financiero­s del Infonavit estaban basados en literales prácticas de usura? El desdén a la situación económica del trabajador parecía la línea. El gobierno anunció recienteme­nte medidas en favor de aquellos que se ubican en esa situación. Tarde, pero llega una política que alivia. Es de esperarse que sea el inicio de un programa más amplio para hacer realidad el derecho a la vivienda.

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