El Universal

Un ciclo se cumple

- Por MARGARITA LUNA RAMOS Ministra en retiro de la SCJN. mbluna@mail.scjn.gob.mx @margaritab­lunar

El día de ayer, en sesión solemne conjunta de los Plenos de la SCJN, del CJF y de la Sala Superior del TEPJF, tuve el honor de recibir la calurosa despedida de mis compañeros, al cumplirse el término de mi encargo como Ministra del Alto Tribunal de la Nación.

En la ceremonia de despedida que se llevó a cabo, la señora ministra Norma Lucía Piña brindó, a nombre de mis pares, unas palabras sobre mi trayectori­a, llenas de calidez, que mucho aprecio.

Acto seguido, me llegó el turno de dirigirme por última vez al Pleno, tal como lo hiciera hace 15 años en la ceremonia en que fui investida con la toga magisteria­l, pero ahora para dar el adiós.

Dice Mario Benedetti que el tiempo es tan relativo, que “Cinco minutos bastan para sonar toda una vida”.

Hoy, a escasos meses de cumplir 44 años de servicio en el Poder Judicial Federal, de los cuales, los últimos 15 transcurri­eron en este Máximo Tribunal, concluyo el ciclo profesiona­l más importante de mi vida. No puedo evitar sentir el corazón palpitante al conjuro de los recuerdos, en los que de pronto aparece mi vida como si sólo hubiesen transcurri­do 5 minutos.

Durante estos 15 años, México tuvo grandes transforma­ciones, reformas constituci­onales y legales, algunas necesarias y concomitan­tes con la evolución de nuestra sociedad, otras influidas por las corrientes mundiales originadas desde la posguerra que delinearon en el mundo un nuevo orden jurídico, centrado, fundamenta­lmente, entre otros, en el reconocimi­ento de los derechos humanos.

Fui parte de la interpreta­ción de esas grandes reformas constituci­onales y legales; tuve el honor de participar en la discusión, a veces apasionada y vehemente, pero siempre movida por una gran convicción; en ocasiones coincidien­do, en otras disintiend­o, se fue dado paso a la formación de una nueva doctrina constituci­onal que dio contenido y aplicación a las reformas.

Uno de los cambios más significat­ivos fue la reforma constituci­onal en materia de Derechos Humanos, en el 2011. La modificaci­ón al artículo 1 de nuestra Constituci­ón, marcó, además de una importante tendencia jurídica, el inicio de la 10ª Época del Semanario Judicial de la Federación.

Otro reto que hubo que enfrentar, fue la implementa­ción gradual de la reforma en materia de justicia penal de junio de 2008.

Relevante ha sido el papel de la Suprema Corte, en la construcci­ón de criterios en torno al libre desarrollo de la personalid­ad, que impactaron en una nueva visión en materia de relaciones familiares.

La democracia no puede sostenerse en los pilares de una sociedad desigual, florece en donde la libertad se reconoce no como la ausencia de cadenas, sino como un horizonte de oportunida­des asequibles para hombres y mujeres.

Sobre estas bases, gracias a la designació­n y apoyo del ministro Luis María Aguilar Morales, entonces presidente de la SCJN, fue altamente satisfacto­rio presidir el Comité Interinsti­tucional de Igualdad de Género del PJF que, por demás, me brindó el privilegio de proyectar el trabajo del PJF en esta materia, a nivel nacional e internacio­nal, coadyuvand­o a posicionar el liderazgo que hoy por hoy les es reconocido a nuestra SCJN.

La incorporac­ión de la perspectiv­a de género en el quehacer jurisdicci­onal, propició también el surgimient­o de novedosos criterios que tutelan los derechos de las mujeres en condicione­s de igualdad.

En ese momento, no pude dejar de agradecer a todas esas personas que fueron determinan­tes, tanto en mi vida personal como profesiona­l.

A mi familia; a todos aquellos juzgadores que fueron mis grandes maestros, a mis compañeros ministros, los que me recibieron y a quienes hoy integran este Tribunal Pleno.

A mis colaborado­res, amigas y amigos, a todos los servidores del PJF y de la Corte.

Mi muy especial agradecimi­ento al señor ministro Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, presidente de la SCJN y del CJF, por esta deferente ceremonia, por esas palabras que en las dos ultimas sesiones en las que participé, generosame­nte me obsequió.

La decisión final de la actuación de un juzgador sólo pertenece al tiempo. Hoy se cumple el mío, en este día en que abandono definitiva­mente mi sitial. Me voy con la serena quietud de portar sin mácula alguna, por última vez esta toga que durante 15 años me acompañó en la realizació­n de esta hermosa tarea de impartir justicia. Estatoga que cotidianam­ente cobijó a mi solitario corazón de juzgadora que en la resolución de los asuntos siempre, siempre latió con inquietud.

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