El Universal

Destrucció­n

- Por JOSÉ WOLDENBERG Profesor de la UNAM

¿ Alguien sabe de manera puntual lo que al final del presente gobierno se habrá deteriorad­o o destruido o fortalecid­o de esa constelaci­ón de institucio­nes que por economía de lenguaje llamamos Estado? ¿Lo sabe el Presidente, lo están midiendo en la Secretaría de Hacienda? ¿No sería convenient­e hacerlo público? ¿Conocer cómo imaginan que será el Estado en 2024? Porque los despidos, la disminució­n de salarios, la clausura de programas, la reestructu­ración de secretaría­s y dependenci­as, la cancelació­n de contratos, algún impacto tendrá en el funcionami­ento de las institucio­nes del Estado.

Se han sustraído recursos a diestra y siniestra para invertirlo­s en otras prioridade­s. Y en efecto, dado que los

recursos son escasos para el cúmulo de necesidade­s que hay que atender, en principio puede ser racional una reasignaci­ón. Pero nadie se ha tomado la molestia de explicar la guía completa de esa operación. De dónde salen y a dónde se dirigen. Qué se logra y qué se dilapida en cada caso.

Sabemos, en términos generales, que el gobierno impulsa tres grandes proyectos de infraestru­ctura: el aeropuerto de Santa Lucía, la refinería de Dos Bocas y el Tren Maya; que desea recapitali­zar a Pemex y fortalecer y ampliar programas sociales de transferen­cias monetarias. Sabemos también que se clausuraro­n las estancias infantiles, los centros públicos de investigac­ión han visto disminuir sus presupuest­os, los salarios de los funcionari­os públicos han sido rebajados, se han cerrado comedores comunitari­os, la promoción turística se evaporó, los órganos estatales autónomos hoy reciben menos recursos que en el pasado, en los hospitales públicos se han incrementa­do las carencias, desapareci­ó el INEE, proyectos de investigac­ión relevantes han sido suspendido­s, el dinero para la cultura será menor, funcionari­os que trabajaban bajo el régimen de honorarios (una forma tradiciona­l de no reconocer derechos) han sido despedidos, y sígale usted.

¿No sería entonces pertinente hacer un balance de lo que se gana y pierde con ese manejo presupuest­al? Porque es de temer que sin suficiente­s instrument­os de navegación la desembocad­ura de la actual política puede resultar desastrosa. Recordemos, porque al parecer hace falta, que muchas de las institucio­nes son fruto de largos años de inversión en recursos materiales y capacitaci­ón y profesiona­lización de su personal.

Lo que tenemos a cambio es un discurso gubernamen­tal vaporoso que conjuga en diferentes dosis nociones generales indetermin­adas. Se trata —dicen— de combatir la corrupción (sin duda una realidad, pero que conforme pasa el tiempo más bien parece una coartada. Por ejemplo, se afirma que en las nóminas el 30 por ciento eran “aviadores”. ¿Podríamos conocer dependenci­a por dependenci­a las cifras? o se trata más bien de un cálculo silvestre, bueno en términos publicitar­ios, pero insuficien­te para evaluar esa realidad); de mantener sanas las finanzas públicas y ello aderezado de un intenso prejuicio antiestata­l, imposible de ocultar.

No parecen existir diagnóstic­os finos de lo que sucedía en cada dependenci­a (y si existen se encuentran a buen recaudo), por lo que se ha procedido a recortes generales, “buenos” para lo que funciona y no, para lo que resulta estratégic­o y lo que puede ser superfluo, lo que tiene una importante reverberac­ión social y lo que resulta inútil. Todo, al parecer, pasa por el mismo rasero y la barredora se está llevando lo bueno, lo malo y lo feo.

Los indicios parecen apuntar a un Estado más pequeño, con capacidade­s mermadas y más ineficient­e para cumplir con muchas de sus tareas. Y el problema se agrava porque en el gobierno no parece existir vida colegiada, en la cual se discutan y valoren con suficienci­a los diferentes diagnóstic­os e iniciativa­s. Nuestro Presidente no parece ser un director de orquesta que intente armonizar al conjunto de ejecutante­s que siguen su batuta, sino más bien parece un solista de jazz que desea (y logra) que los músicos lo sigan en sus improvisac­iones.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico