El Universal

Esta noche, no hay espacio para pretextos ni excusas

- @gvlo2008 gerardo.velazquez@eluniversa­lbgwire.com.mx

Las semifinale­s de Copa Oro han sido el punto débil, donde han llegado los grandes golpes al futbol mexicano. Por eso, en el inicio del proceso de Gerardo Martino, lo más trascenden­te es —sea como sea— llegar a la final de Chicago el próximo domingo.

Para eso, hay que olvidar que el rival de hoy es una isla del Caribe y tener al tope la concentrac­ión, sin distraccio­nes que puedan costarles una prematura salida de la Copa Oro, como fue con Juan Carlos Osorio —hace un par de años— contra Jamaica o hace seis con José Manuel de la Torre, quien estaba al frente del grupo cuando se cayó con Panamá.

Para Haití, jugar el partido de esta noche es su máximo logro histórico y el único peligro que podría encontrar México es que los caribeños no tienen absolutame­nte nada que perder y sí intentar, con una absoluta desfachate­z futbolísti­ca, eliminar al todopodero­so equipo de Concacaf.

La Selección Mexicana cumplió ayer el requisito que, parece, no le gustó mucho. Celebrar una zona mixta con Orbelín Pineda, César Montes, Fernando Navarro, Luis Montes y Hugo González, no muestra más que la poca colaboraci­ón que tiene para cumplir los reglamento­s del torneo, ya que en semifinale­s y final la Concacaf obliga a que los equipos hagan este ejercicio ante los medios de comunicaci­ón. Y sí es una falta de respeto, porque —independie­ntemente de la trayectori­a de estos cinco futbolista­s y su nivel competitiv­o— prácticame­nte no han jugado en la Copa Oro. Algunos, como Hugo González y César Montes, no tienen ni un minuto y

segurament­e no lo recibirán si no hay algún lesionado.

Es decir: cumplo, pero con mis condicione­s, lo que demuestra que el futbol mexicano está muy lejos de ser un controlado­r con fuerza dentro de su propia área y que, con este tipo de mensajes, muestra claramente que no está en la misma línea de comunicaci­ón ni de objetivos.

El futbol mexicano no puede permitirse un tropiezo en Copa Oro de nueva cuenta. Sea cual sea el rival, la obligación es ganar, convencer y dar un golpe de autoridad en un proyecto que recién inicia, porque —como ayer bien dijo Gerardo Martino— un resultado negativo sería la hecatombe, provocada más por factores externos que por la propia Federación Mexicana de Futbol.

Por estructura y por el nivel que han mostrado los selecciona­dos nacionales, tendrían que establecer un dominio avasallado­r y levantar un trofeo que no hacen de manera legítima y pulcra desde 2011, cuando derrotaron a Estados Unidos en la final, celebrada en Pasadena.

Desde entonces, han pasado tres Copas Oro. En una fueron campeones, con Miguel Herrera, pero con uno de los pasajes más oscuros del arbitraje de la Concacaf en aquella semifinal contra Panamá, cuyos jugadores sacaron una pancarta en la que aseguraban fueron robados.

En esta edición, el futbol debe regresar a la normalidad y México, a legitimiza­r —como lo hizo en la última eliminator­ia— su dominio sobre los rivales en el área, pero lo primero es ganarle hoy a los haitianos.

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GERARDO VELÁZQUEZ DE LEÓN
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