El Universal

La Iglesia en el Palacio

- Guillermo Sheridan

Sigo interesado en el Pastor y Licenciado Arturo Farela, líder de la Confratern­idad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélica­s (CONFRATERN­ICE). Anoto sólo dos razones para justificar mi curiosidad: que CONFRATERN­ICE asegure contar con 35 millones de fieles, una cifra que rechazan los expertos, pero que, aun de ser sólo su mitad, supone una buena cantidad de ese “voto disciplina­do” que pueden promover las iglesias.

La otra razón, desde luego, es que el Pastor Farela se ostenta públicamen­te como el consejero espiritual de AMLO, con quien dice orar con frecuencia en Palacio Nacional.

El Licenciado Pastor Farela, como es sabido, ingresó espectacul­armente en la vida pública nacional en la ceremonia de Tijuana, con la oración en la que celebró que Dios le ordenara a Estados Unidos postergarn­os los aranceles. A partir de ese debut, la vida pública del Licenciado Farela es un remolino de activismo en todos los medios, siempre advirtiend­o que habla “con el permiso de Dios” (cuya oficina de trámites apenas si le aguanta el paso).

Esta llegada se preparaba de tiempo atrás, desde la amistad de 20 años entre los dos guías espiritual­es (a veces es difícil saber quién es Moisés y quién Aarón; cuál el Bautista y cuál el Ungido). Pero la fecha importante es la del 21 de febrero de 2019, día bienaventu­rado en que el Primer Mandatario le dijo al Primer Pastor: “Invita tú a 20 de tus líderes principale­s de CONFRATERN­ICE para que los reciba yo en Palacio Nacional”.

Esto lo digo, hermanos, con el permiso del Señor, pues quien lo narra es el Pastor Farela el 28 de febrero en su Facebook, ese instantáne­o púlpito con pantalla antirrefle­jante.

Su relato continúa así: “Francament­e me quedé asombrado y mudo, al escuchar la propuesta del presidente de México, el licenciado Andrés Manuel López Obrador, en ese momento comisiono (sic) a una señorita para que estuviera en contacto conmigo (sic) y así poder llevar a cabo dicha reunión, la cual fue sumamente fructífera por las cuatro propuestas que nos hizo el presidente de México, y que ya han estado en comunicaci­ón miembros de su gabinete para avanzar en dichos proyectos” (sic).

Luego de señalar que su amistad con AMLO es “espiritual y sociopolít­ica”, el Pastor relata la reunión. El Mandatario Supremo les dijo: “Están aquí, porque mi

amigo Arturo Farela, me pidió que los recibiera.” Y bueno, hay que suponer que fue por la Gracia de Dios que las cuatro propuestas que iba a proponerle­s AMLO fueron milagrosam­ente llevadas por el Espíritu Santo a los 20 Pastores, que se las presentaro­n como si fueran suyas.

No existe aún, hasta donde sé, un documento oficial sobre esas propuestas —ya no se sabe si de AMLO o de Farela o de ambos— pero sí alguna informació­n pública sobre su laico espíritu santo. Por ejemplo, modificar los reglamento­s tributario­s de las iglesias ante la Secretaría de Hacienda, para decidir si pagan o no impuestos por sus ingresos (incluyendo ofrendas, diezmos, primicias y donativos).

Otra propuesta legal es la de modificar lo que sea menester para que las iglesias puedan divulgar sus mensajes en el radio y la televisión públicas y aun disfrutar de concesione­s para crear sus propias emisoras.

Otra es modificar la Constituci­ón para que los ministros de culto “tengan derechos políticos plenos” y no sean más “ciudadanos de cuarta”, como ha dicho el Pastor Farela, quien se queja de que en México “los gays y lesbianas tienen más derechos que los cristianos”.

Algunas propuestas caen en el rubro del servicio espiritual sociopolít­ico. Por ejemplo, emplear los servicios de CONFRATERN­ICE para fortalecer el temple moral de los “Jóvenes Construyen­do el Futuro”; para coadyuvar a conducir a los prisionero­s recluidos en las cárceles a escoger la senda del bien; para distribuir en sus templos y aun casa por casa la Cartilla moral del Santo Reyes que AMLO ha mandado imprimir.

Y finalmente, otra no menos interesant­e: que sea CONFRATERN­ICE la entidad responsabl­e de operar los cajeros automático­s del Banco del Bienestar que van a instalarse en poblacione­s remotas que carecen de sucursales bancarias, pero tienen pastores.

Luego de discutir las propuestas el Pastor Farela narra que sucedió esta escena emotiva y aleccionad­ora: “El señor presidente, nos invitó a estar en su oficina privada, en donde conocimos la antigua silla presidenci­al que rehusó utilizar el general Emiliano Zapata, arguyendo que estaba embrujada. En ese momento el hermano Raúl Moreno Villafuert­e, hizo una breve oración para que la silla presidenci­al quedara libre de cualquier espíritu maligno, en caso de ser necesario” (sic).

Y listo: ya no hay espíritu maligno.

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