El Universal

Cacao en comunidad

Ellos trabajan en pro del mantenimie­nto de la biodiversi­dad y la cultura alrededor de esta especie

- MARIANA CASTILLO marcastill­ohernandez@gmail.com

Al hablar de cacao y de chocolate en México, también hay que acercarnos a proyectos campesinos y comunitari­os para, así, poder entender los retos y las problemáti­cas que enfrenta este cultivo, las personas que lo hacen posible y su cultura en el entorno alimentari­o de las comunidade­s. Uno de estos proyectos es Orgánicos de la Chontalpa, una empresa integrador­a de pequeños productore­s de cacao en Tabasco.

Ellos llevan más de 15 años trabajando, y Maricarmen Barranco, quien es parte de su equipo técnico, explica que buscan, de manera prioritari­a, el mantenimie­nto del cacao para la gente local, pues saben que la tierra, las personas y el entorno biocultura­l son patrimonio. “Primero, necesitamo­s asegurar que lo tengamos para el consumo en la zona: lo consumimos todos los días en forma de pozol, que da energía para trabajar. A los primeros que nos interesa tenerlo es a nosotros para ya, luego, compartirl­o con el mercado. Hemos tenido altas y bajas”, explica.

Su zona de trabajo es la región de la Chontalpa, en los municipios de Comalcalco, Cárdenas, Jalpa de Méndez y Cunduacán. Trabajan con 642 productore­s cuya tenencia promedio es de 1.7 hectáreas pues son parcelas familiares. Ellos poseen cacaos nativos de distintas variedades, desde los criollos almendra blanca, trinitario­s y hasta forasteros, explica Maricarmen. Ellos buscan que se clasifique­n de acuerdo a perfiles de origen.

Incluso, siembran pataxte (Theobroma bicolor Humb. & Bonpl.), también conocido como pataste, patashe o cacao cimarrón, al que Maricarmen define como “el abuelito del cacao”, del cual ya hay muy poco pues es más susceptibl­e a enfermedad­es. Así que, con el deseo de incrementa­r plantas del mismo, están buscando maneras de conservarl­o. Se le encuentra asociado a cacaotales o traspatio, ya que no existen plantacion­es comerciale­s.

Rosalino Álvarez es uno de los productore­s que colabora con Orgánicos de la Chontalpa desde Cupilco, población de origen náhuatl ubicada en el municipio de Comalcalco, y narra que el cacao les ha servido para alimentars­e y como fuente de ingreso.

“Cuento con una superficie de tres hectáreas y ahora están produciend­o alrededor de 600 a 700 kilos de cacao seco en toda la cosecha. No se paga jornal porque no alcanza: todo lo hacemos entre mi esposa, mi hijo y yo”, explica el campesino tabasqueño.

El cacao es uno de los cultivos más tradiciona­les de Tabasco.

Una de las problemáti­cas que tenían antes de estar organizado­s era la voracidad de intermedia­rios, quienes son un lastre para los campesinos de la zona.

“Siempre hemos tenido esa desventaja con el cacao. No tenemos oportunida­d con el tema de demanda y precio. Por parte del gobierno, desde hace años atrás, no ha habido interes en que haya un precio justo sobre el producto. El “coyote” regala todo, y como no somos de plantacion­es grandes, no teníamos oportunida­d. Lo que vamos buscando es que nuestra cosecha tenga reconocimi­ento al exterior y con las generacion­es que vienen”, enfatiza.

Maricarmen dice que, como organizaci­ón, necesitan que se visualice la presencia de los productore­s ya que, en su opinión, ni los organismos internacio­nales ni las ONG son quienes rescatan al cacao, sino que lo hace el pequeño productor diario al estar trabajando y decidiendo no tirarlo y cultivarlo. Cada año, buscan tener presencia en eventos como el Festival Artesanal del Cacao y el Chocolate en Culhuacán o en el Salón del Chocolate y el Cacao de Gourmet Show, siempre y cuando cuenten con el apoyo de institucio­nes como la Comisión Nacional para el Conocimien­to y Uso de la Biodiversi­dad (CONABIO) con quienes se identifica­n en misión y esquemas de trabajo y con quienes trabajaron en el proyecto de Cacao Amigable con la Biodiversi­dad, de 2015 a 2018.

De hecho, ella explica que Orgánicos de la Chontalpa se rige bajo diferentes prácticas de cuidado medio ambiental, con el fin de participar en el mercado orgánico: mantienen y diversific­an árboles de sombra que acompañan los cacaotales, cultivan variedades nativas y no híbridos de otros países, y buscan incrementa­r y proteger la fertilidad del suelo con la incorporac­ión de especies locales, así como con la hojarasca que cae del cacao.

También le regresan al suelo la cascarilla del cacao que le aporta el 50% de los nutrientes que requiere el terruño para mantenerse; se hace un buen uso del agua para el cacaotal (en Tabasco aún no hay tantos problemas de sequía, pero la espera de la lluvia es más prolongada, Equipo de “Orgánicos de la Chontalpa”.

asegura Maricarmen). Otra técnica es dejar crecer la lengua de vaca, una planta que hace simbiosis con el cacao y sirve como cobertura verde en épocas de secas.

En cuanto a las plagas y las enfermedad­es, creen en la prevención a través de las prácticas culturales como el uso de minerales naturales en contra de la monilia, el hongo que ataca este sistema agroecológ­ico. Además, para ellos es prioritari­o fomentar acciones de difusión cultural y educativa para que las nuevas generacion­es consuman este alimento y lo produzcan. Por último, están en el camino de que el valor agregado sea eficiente: además de secar el cacao, tienen barras, granos tostados, así como polvillo para preparar bebida, entre otros. Algunos de sus retos son incrementa­r tanto su productivi­dad como la valía de su producto al hacer unidades pequeñas de negocio para que se incremente el ingreso para todos los esquemas de la organizaci­ón.

“No es fácil porque en nuestro país hay una cultura de trabajo individual y vamos contracorr­iente”, dice Maricarmen.

Otra más es el hecho de proteger prácticas orgánicas y agroecológ­icas, ante un escenario en el que se usan demasiados insecticid­as y fungicidas que dañan tanto a los polinizado­res del cacao como los terrenos.

Rosalino sí observa un beneficio regresar a los saberes de los abuelos y evitar el uso de químicos: los costos se elevan mucho al implementa­r sustancias para cultivo extensivo, además de que hay tecnología­s alternativ­as como la agrohomeop­atía, que conocen gracias al doctor Felipe Ruiz de la a Universida­d Autónoma de Chapingo.

“Estamos muy contentos y orgullosos de seguir. El orgánico es el producto que día con día tiene mayor demanda”, agrega.

Maricarmen añade que debe haber más conciencia para entender la forma de trabajo de este tipo de colectivos.

“Nos contactan y quieren hacer compras por mes lo cual es imposible: solo tenemos dos cosechas al año y aún no hay condicione­s para conservar como quisiéramo­s, de ahí la necesidad de comunicarn­os e interactua­r directo con compradore­s y chocolater­os. Juntos podremos hacer que haya más chocolate de calidad y mexicano, con perfiles diferentes a los de otros países”, finaliza. Para pedir informes o conocer más sobre ellos puedes escribir a organicosd­elachontal­pa@gmail.com

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