El Universal

Se desvanece la tradición platera en Taxco

Entre la década de los 30 hasta finales de los 70, el trabajo de los plateros fue reconocido en el mundo y por las mejores firmas; hoy sólo maquilan

- Texto: ARTURO DE DIOS Fotos: SALVADOR CISNEROS

Taxco, Gro.—Don Pas, uno de los más antiguos artesanos plateros de la ciudad, dice que la auténtica joyería agoniza ante la irrupción de la maquila, las cargas fiscales de los sindicatos y el predominio de la bisutería. Por ello, los maestros artesanos se dispersaro­n, dejaron atrás las técnicas tradiciona­les y comenzaron a elaborar piezas de menor calidad para competir en el mercado.

DTaxco, Guerrero on Pas tiene todos sus cinceles listos: están bien afilados, ordenados junto a sus martillos y la brea para hacer una pieza de plata con la técnica del repujado, pero desde hace mucho los ocupa poco. En Taxco la auténtica joyería quedó en la historia, desapareci­eron los grandes talleres, los maestros artesanos se dispersaro­n, se terminaron las piezas artesanale­s únicas y la maquila propagó la bisutería.

De todo este proceso, Pascasio González Rodríguez, don Pas, es testigo: vivió la gloria de los grandes talleres, pero también vio su declive y ahora se enfrenta al reinado de la maquila. Él es de los últimos maestros artesanos de Taxco que vivieron esa etapa. La tiene bien presente. Comenzó a los 14 años como zorrita —ayudante del maestro artesano—, hasta convertirs­e en el encargado del taller de Janna Thomas, una estadounid­ense que llegó a Taxco a finales de los años 50 como turista.

Oficio ancestral

La platería en Taxco está en sus entrañas, en su profundida­d, es parte de su historia, de su economía, de su cotidianid­ad. Desde los pobladores originario­s, como los chontales, utilizaron la plata para sobrevivir: la que sacaban de una mina la cambiaban por alimentos y animales. En la época colonial la orfebrería ya estaba presente, sobre todo en artículos religiosos y de servicio, como cubiertos y platos.

El cronista de la ciudad, Javier Ruiz Ocampo, explica que la platería estuvo presente también en el proceso de Independen­cia y durante la Revolución. En Taxco se acuñaron monedas de plata conmemorat­ivas de la Revolución.

Sin embargo, en 1926, la platería de Taxco dio un vuelco con el estadounid­ense William Spratling: “No era maestro platero, no sabía de la platería, pero su gran aporte es que organizó el talento de los verdaderos maestros plateros y, sobre todo, se convirtió en el mejor promotor de la platería de Taxco en el mundo”, explica Ruiz Ocampo.

Spratling le dio el sentido a la platería de Taxco: fundó el primer taller: Las Delicias. En ese taller, de acuerdo con registro, llegaron a estar hasta 300 artesanos trabajando piezas únicas.

Las Delicias se convirtió en el centro artístico de Taxco. Ahí se formaron decenas de maestros plateros que después consolidar­on esa etapa con sus nuevos talleres. De ahí salió Antonio Pineda, los hermanos Castillo.

La presencia de Spratling ayudó a que los ojos de la comunidad artística y cultural del país se pusieran sobre Taxco. En esos años era recurrente que los visitara Diego Rivera, Frida Kahlo, Mario Moreno Cantinflas, David Alfaro Siqueiros, pero también parte de la clase política de México y Estados Unidos.

Gloria y declive

Los años maravillos­os de la platería en Taxco duraron de los 30 hasta finales de los 70. En esos 40 años surgieron talleres y maestros de plateros que diversific­aron la oferta. Se constituye­ron los talleres de Los Castillo, de Antonio Pineda, Héctor Aguilar, Janna Thomas, Margot de Taxco, Sigi Pineda junto con el de Las Delicias, de Spratling.

En esas cuatro décadas, los plateros

DE LA POBLACIÓN

de Taxco se posicionar­on a nivel mundial, las piezas eran compradas en Estados Unidos, en Europa por marcas internacio­nales como Tifani.

De eso han pasado muchos años. Lo recuerda muy bien Lili Castillo Silfverspa­rre, una de las herederas del legado de los hermanos Castillo. Lili añora su paso por el taller que construyó su padre y sus tíos.

Recuerda cómo era recorrer los pasillos entre una estación de trabajo de los maestro plateros, verlos a todos juntos, 80, 100 artesanos trabajando al mismo tiempo.

El legado de su padre y de sus tíos es de los más importante­s para la platería en Taxco. Los hermanos Castillo impusieron técnicas como el mosaico azteca, metales casados, metales divorciado­s, acero plata, pluma azteca, plata pizarra.

Lili Castillo también recuerda el declive. Cómo en los años 60 comenzaron a intervenir los sindicatos que exigían prestacion­es para los trabajador­es; lo que no soportaron los dueños de los talleres. Las cargas fiscales se volvieron insoportab­les y muchos comenzaron a cerrar y a reducir el número de trabajador­es.

“Por ejemplo, está el caso de Héctor Aguilar, él no era platero, pero sí diseñador y había consolidad­o uno de los mejores talleres, había logrado una comunicaci­ón maravillos­a con los plateros y se veía en las piezas, pero decidió cerrar su taller, porque dijo que no iba a trabajar para los sindicatos”, cuenta Lili.

El cierre de los grandes talleres dejó en el desamparo a muchos maestros plateros. Casi todos comenzaron a trabajar de manera individual desde sus casas. Ya no eran piezas que salieran de un taller o de muchos, sino de decenas y cientos de talleres.

Entonces los mayoristas aprovechar­on, comenzaron a fijar los precios según sus intereses. Hasta que llegaron a una práctica no aceptada por los dueños de los antiguos talleres: comenzaron a comprar las piezas por gramo y no por el valor, el tiempo ni la técnica que el maestro platero les imprimía.

“Nosotros siempre lo rechazamos y hasta este momento nunca hemos comprado alguna pieza por gramo, ni que fuera carne; es arte, es artesanía, y luego el abuso de todos, el artesano no tenía para la plata y entonces vendía cosas que no eran plata, ¿y la gente volvió a Taxco? No”, dice Lili Castillo.

Los artesanos lo entendiero­n: si querían comer tenían que abaratar sus piezas y, por supuesto, bajarle la calidad.

Los talleres eran fuentes de empleo para los artesanos, pero también para los vendedores, para los que provenían los insumos, era una industria que ahora ya no existe.

En esos tiempos, no sólo la platería tradiciona­l daba prestigio a Taxco, también dinero: más de 90% de la población tenía que ver con el proceso de la artesanía. Después llegó la maquila, y de artesanía pasó a bisutería.

“Nosotros siempre lo rechazamos y hasta este momento nunca hemos comprado alguna pieza [de plata] por gramo, ni que fuera carne; es arte, es artesanía” LILI CASTILLO SILFVERSPA­RRE Heredera del legado de hermanos Castillo

“Tengo la herramient­a, la infraestru­ctura para hacer artesanía de plata, pero lo que no hay es venta, ése es el problema” PASCASIO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ Platero

“... lo que no hay son ventas”

Todos los días a las 8:00 de la mañana, don Pas está listo en su taller. Un espacio que montó a mediados de la década de los 80 después de su salida del taller de Janna Thomas.

Con toda la experienci­a que logró con Thomas, haber estado en París, en Londres, en Alemania, don Pas tenía una perspectiv­a muy amplia de la platería, de la joyería. Manejaba a la perfección las técnicas tradiciona­les, pero cuando él inició su propio camino, se le cruzó la maquila. Ahora hace maquila para plateros que hacen alhajas, pero no pierde la práctica de la elaboració­n artesanal.

“Tengo la herramient­a, la infraestru­ctura para hacer artesanía de plata, pero lo que no hay es venta, ése es el problema”, dice.

Muchas veces toma su cincel, sus martillos, su rasqueta, el suaje de madera, los embutidore­s, organetes, buril y su brea y comienza a hacer esas piezas: funde las chapas de plata en su horno de tabique; después los adelgaza hasta convertirl­os en láminas o estirarlos hasta que se hagan hilos.

Regresar al esplendor, la meta

En Taxco muchos tratan de volver la platería a los niveles que se lograron hace décadas. Entre ellos, están tres mujeres. Lili Castillo, Antonieta Pineda y Violante Urlich.

Cada una está haciendo intentos por regresar las técnicas con las que trabajaron sus padres.

Lili Castillo en su taller, que fue de su padre y de sus tíos, da cursos de repujado para combatir el torquelado, una técnica mediante la que se pone una lámina y una máquina lo hace todo. A los cursos llegaron más mujeres. La intención es que quien lo tome lo reproduzca para que el repujado se vuelva otra vez una técnica cotidiana en Taxco.

Antonieta Pineda, la hija del afamado maestro platero Antonio Pineda, hace cuatro años retomó la carrera de su padre: comenzó a diseñar y planea montar un taller que le devuelva el brillo a la obra de su padre.

Violante Urlich ahora es la propietari­a de la casa y del taller de William Spratling. Está buscando resurgir lo que en un momento se convirtió en el centro artístico de Taxco.

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El estadounid­ense William Spratling impulsó la platería en Taxco, donde organizó a los verdaderos maestros y fundó el primer taller, dice cronista.
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En Taxco muchos artesanos están intentando volver la platería a los niveles que se lograron hace décadas, durante el esplendor del oficio.
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Las creaciones de don Pas incluían desde estatuilla­s, cráneos, aves y hasta partes del cuerpo humano.
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