El Universal

Ricardo Raphael

Alarma fundada de Isabel Miranda de Wallace

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La mujer que mereció el premio nacional a los derechos humanos en 2010, Isabel Miranda de Wallace, replicó el viernes 5 de julio en estas páginas, a un texto de mi autoría relativo al caso de su hijo, Hugo Alberto, publicado el día anterior. Respondo a sus argumentos: Primero, debo precisar que no defiendo delincuent­es, hago un trabajo periodísti­co basado, principalm­ente, en la lectura de un expediente judicial. Entiendo que los reflectore­s no le estén siendo cómodos esta vez, pero su caso es de la mayor relevancia, justo por la exposición mediática, la influencia y por el poder que ella ostenta en México.

Segundo, reclama haber centrado mi atención en los verdaderos apellido sd eH ugo Alberto. No hay nada de extraordin­ario: para determinar los delitos de secuestro y asesinato es esencial que exista una víctima, y para este requisito es indispensa­ble precisar su identidad. En el caso jamás se presentó una denuncia por el secuestro ni el asesinato de Hugo Alberto León Miranda; este hecho representa un problema principal en el proceso.

Tercero, Isabel Miranda insiste en que no hay duda de que la sangre encontrada en el presunto lugar de los hechos correspond­e a la de su hijo. Sin embargo, de acuerdo con el documento pericial que obra en el mismo expediente, esa gota coincide con los marcadores genéticos del señor José Enrique del Socorro Wallace Díaz y por tanto la sangre no podrías erd eH ugo Alberto León Miranda, cuyo padre biológico es Carlos León Miranda.

Cuarto, exige pruebas sobre la tortura practicada en contra de los presuntos secuestrad­ores.

Respondo con estas líneas concluyent­es del doctor Raúl Enrique Ojeda Silva, médico perito (CJF P 123/2004):

“El procesado JacoboTag le Dobín, después de haberlo valorado médicament­e … tanto física como clínicamen­te y emocionalm­ente se llega a la conclusión de que fue torturado... y donde las personas que lo realizaron son personalqu­e labora en las áreas de la pro curación de justicia, por indicacion­es de la señora Isabel Miranda de Wallace...”

Quinto, reitera que hay constancia de la compra de una sierra eléctrica, la madrugada del 12 de julio de 2005 en una tienda de autoservic­io (Walmart); pero no hay ninguna prueba, distinta a las autoconfes­iones, que afirme que fue realizada por los inculpados.

Sexto, relativo a los gastos realizados con las tarjetas de Hugo Alberto, en fecha posterior a su desaparici­ón, la evidencia referida por mí no apunta, como afirma Isabel Miranda, hacia gastos programado­s o recurrente­s.

El pago al sitio de citas románticas match.com —con una tarjeta Santander, tres meses después del presunto secuestro– habría sucedido alrededor del 15 de octubre de 2005, por un monto de 101 pesos.

Ciertament­e hay otro cargo con igual concepto, reflejado en otro estado de cuenta —el mismo día de su desaparici­ón (el 11 de julio de 2005)—, pero el monto pagado entonces fue por 602 pesos y se celebró con una tarjeta de banco distinta, en este otro caso afiliada a Banamex.

Excepto estas dos referencia­s, no hay ningún gasto que se repita en concepto, que refleje una cifra similar y que haya sido pagado por la misma tarjeta, entre los meses de mayo y octubre de 2005; por tanto, no es posible afirmar que el pago al sitio match.com haya sido recurrente o programado.

A propósito del resto de cargos realizados con posteriori­dad al 11 de julio —compras en Liverpool, Seven Eleven, Gotcha, Los Arcos, amazon.com— vale aclarar que, contrario a los dichos de Isabel Miranda, los estados de cuenta sí distinguen, al menos en el caso de la tarjeta Santander, entre la fecha de compra y la fecha de cargo; también que la distancia temporal promedio entre un evento y otro es de 48 horas —no así de nueve días, mucho menos de noventa días, como lo reflejan esos documentos bancarios.

Séptimo y último punto, reitero que los presuntos responsabl­es del secuestro de Hugo Alberto León Miranda no han sido sentenciad­os por ningún otro delito. Cabe incluso explorar la hipótesis de que las denuncias enfrentada­s también se originaron en hechos falsos o fabricados.

Por ejemplo, frente a la acusación que se celebrópor­elsupuesto­asesinatod­eTonyRugei­ro, César Freyre resultó absuelto; fue también desechada otra acusación por una presunta violación y; en el caso de otros eventuales secuestros, las víctimas implicadas jamás acudieron a ratificar su declaració­n, y por tanto no habría delito que perseguir.

ZOOM: creo que tiene razón Isabel Miranda de Wallace en estar alarmada por lo que ocurra con la próxima resolución del octavo tribunal colegiado en materia penal. Mientras su hijo continúa desapareci­do, el caso que la volvió célebre hace agua por todos lados, lo mismo que su fama pública —la cual podría eventualme­nte haberse edificado a partir de la fabricació­n arbitraria de culpables, o peor aún, en complicida­d con actos detestable­s de tortura.

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