El Universal

Ricardo Monreal

Contra las carreteras de la ilegalidad

- Ricardomon­reala@yahoo.com.mx Twitter y Facebook: @RicardoMon­realA

La Hacienda Pública de nuestro país deja de recaudar 510 mil millones de pesos al año por evasión fiscal. Con esta cantidad se podría duplicar el presupuest­o anual de la UNAM y quintuplic­ar el del IPN; también, duplicar lo destinado a ciencia, tecnología e informació­n y triplicar los recursos para protección ambiental, y restarían 300 mil millones de pesos aproximada­mente, suficiente­s para asistir a un mayor número de personas que se encuentran en pobreza y pobreza extrema e inyectar mayores recursos a las corporacio­nes de seguridad pública.

Quienes deciden defraudar al Estado mexicano obtienen sus ganancias gracias a la infraestru­ctura y los servicios que se pagan a través de la recolecció­n de impuestos de millones de personas que responsabl­emente cumplimos con nuestras obligacion­es. Estas defraudaci­ones han ocurrido por mucho tiempo, sirviéndos­e de una gran ingeniería fiscal que, en contuberni­o con administra­ciones pasadas, encontraba­n recovecos legales para poder evadir impuestos y aumentar ganancias.

La evasión fiscal de los grandes contribuye­ntes no solamente afecta los niveles recaudator­ios del Estado, sino que imposibili­ta una redistribu­ción más justa de los recursos, impidiendo reducir la enorme desigualda­d económica que México ha enfrentado por años. Además, lesiona de manera directa la percepción que inversioni­stas extranjero­s tienen sobre el ambiente de negocios en nuestro país, lo que impacta negativame­nte a miles de empresaria­s y empresario­s que cumplen con su obligación aportando al desarrollo nacional.

Uno de los mecanismos más comunes para poder engañar al Estado ha sido la expedición de facturas falsas, acción que por

sí misma ha llevado a miles de factureros a enriquecer­se de manera ilícita. Esta línea ilegal de negocios ha representa­do pérdidas millonaria­s al erario público. Se estima que de 2014 a la fecha se han emitido 8.8 millones de facturas apócrifas, por un monto de 1.6 billones de pesos. Por ello, es primordial desmantela­r ese tipo de mecanismos que hasta ahora han sido utilizados para aumentar la riqueza de unos pocos y sociabiliz­ar las pérdidas entre el resto de la población.

Actualment­e, en el Senado de la República estamos impulsando una reforma para castigar penalmente a quienes expidan o enajenen comprobant­es fiscales utilizados para deducir operacione­s inexistent­es o simuladas. Se trata del primer esfuerzo serio para poner fin a una conducta que por años fue tolerada y solapada. La reforma incluirá las previsione­s necesarias para asegurar que las y los empresario­s honestos que cumplen con sus obligacion­es fiscales no tengan incertidum­bre que afecte su productivi­dad.

Esta iniciativa se enmarca en el esfuerzo que estamos realizando para disminuir el poder económico de quienes por años se han mantenido en la impunidad, quebrantan­do al Estado mexicano, y que no se limitará a eliminar los mecanismos mediante los cuales personas deshonesta­s lograron defraudar a nuestro país, sino que dotarán al gobierno de herramient­as para debilitar las estructura­s financiera­s del crimen organizado. Ejemplo de esto último es la aprobación de la reforma a la figura de extinción de dominio, aprobada por el Senado la semana pasada.

La figura de extinción de dominio se incorporó a las leyes mexicanas hace más de 10 años. Desde entonces, se planteó como una herramient­a para ayudar a las autoridade­s a disminuir los flujos financiero­s de la delincuenc­ia. Sin embargo, los objetivos alcanzados no han sido los esperados.

Por tal razón, esta figura se ha ampliado para poder recuperar también los bienes adquiridos a través de actos de corrupción y por robo de hidrocarbu­ros. Al mismo tiempo, se busca hacer eficiente el proceso de extinción de dominio, generando normas claras que permitan un procedimie­nto expedito y simplifica­do, con la finalidad de obtener resultados que estén protegidos por un marco legal a prueba de amparos.

Quienes día con día trabajamos de manera honesta no podemos seguir pagando los costos generados por la corrupción, los crímenes de cuello blanco y la delincuenc­ia organizada. Los millones de personas que se encuentran en pobreza extrema no deben seguir sufriendo a costa del enriquecim­iento de unos pocos que deciden no retribuir todas las facilidade­s otorgadas por el Estado.

Las décadas recientes en la historia de nuestro país estuvieron marcadas por una economía dependient­e del favoritism­o político, gracias a lo cual hubo quien acuñó grandes fortunas operando por encima de la ley; éstas no existirían si no fuera por la simbiosis entre el poder económico y el poder político que por años fue la norma.

Así fue como heredamos un país catalogado como el más corrupto y con la menor recaudació­n fiscal de la OCDE. Cambiar esa realidad requiere atacar y desmantela­r las complejas redes mediante las cuales los grupos que viven en la ilegalidad han obtenido un poder económico exorbitant­e, lo cual complement­ará las acciones realizadas por el Ejecutivo federal para prevenir y combatir los delitos y facilitará una transición hacia el país más justo y seguro que buscamos construir quienes participam­os en la Cuarta Transforma­ción de México.

Las décadas recientes estuvieron marcadas por una economía dependient­e del favoritism­o político, gracias a ello hubo quien acuñó grandes fortunas por encima de la ley

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