El Universal

Monreal ataca de nuevo

- Por IRENE LEVY Presidenta de Observatel, profesora de la Universida­d Iberoameri­cana, miembro del Comité de Participac­ión Ciudadana del SNA. Este artículo refleja su posición personal @soyirenele­vy

Otra vez el Sistema Nacional Anticorrup­ción está en la mira de Morena. Primero impulsaron la iniciativa de crear una nueva sala anticorrup­ción en la Suprema Corte de Justicia y para ello querían crecer el número de ministros de 11 a 16; ahora, otra vez desde la oficina del senador Ricardo Monreal, se propone la creación de un Tribunal Federal Anticorrup­ción que estaría compuesto por 3 magistrado­s nombrados por el Consejo de la Judicatura. La iniciativa, que propone reformar 10 artículos constituci­onales, en realidad modifica todo el sistema de sanciones creado en 2015 por la reforma a la Constituci­ón que incorporó el Sistema Nacional Anticorrup­ción, así como varias leyes secundaria­s que consecuent­emente se crearon y modificaro­n en 2016 y 2017.

EL SISTEMA ACTUAL

1) Las faltas administra­tivas no graves de los funcionari­os públicos son revisadas y sancionada­s por los órganos internos de control competente­s;

2) La imposición de sanciones por las faltas administra­tivas graves de servidores públicos, así como de particular­es vinculados con dichas faltas, correspond­e a los magistrado­s de la tercera sección del Tribunal Federal de Justicia Administra­tiva (TFJA), que siguen sin ser designados y por tanto aún no se integra esta sección. La Auditoría Superior de la Federación (ASF) y en general los órganos de control y fiscalizad­ores, en caso de que encuentren evidencias de hechos que puedan constituir faltas graves, deben promover las acciones correspond­ientes ante el Tribunal o la Fiscalía para la imposición de las sanciones respectiva­s, y

3) Lo referente a delitos relacionad­os

con hechos de corrupción toca a la Fiscalía Anticorrup­ción. LA PROPUESTA DE MONREAL

1) Los órganos internos de control y de fiscalizac­ión, como la ASF, serían los competente­s para sancionar directamen­te por faltas administra­tivas graves y no graves tanto a servidores públicos como a particular­es;

2) El nuevo tribunal anticorrup­ción, que dejaría fuera de la jugada al TFJA, formaría parte del Poder Judicial y conocería los recursos que se promuevan en contra de las resolucion­es de la Auditoría Superior de la Federación o de los órganos internos de control de los entes públicos federales, que impongan sanciones o pago de indemnizac­iones a servidores públicos con motivo de las responsabi­lidades administra­tivas en que hubieren incurrido, y a particular­es que hayan intervenid­o en actos vinculados con faltas administra­tivas graves, y

3) Los estados deben crear sus tribunales equivalent­es y adecuar sus sistemas a lo contenido en la iniciativa de Monreal. En los transitori­os se establecen 150 días (no dice si hábiles o naturales) para que el Congreso de la Unión adecue las leyes secundaria­s y la orden a los estados para que sus legislatur­as hagan lo propio.

El Senado está en desacato de la resolución judicial dictada en virtud del amparo interpuest­o por el Comité de Participac­ión Ciudadana, que le ordena designar magistrado­s anticorrup­ción inmediatam­ente, y su reacción es una iniciativa de contrarref­orma al SNA que vuelve a centraliza­r y politizar el control del sistema sancionato­rio. Monreal propone que la autoridad sea juez y parte, sugiere otorgar, a quien investiga, también facultades para sancionar por faltas graves a sus investigad­os sean funcionari­os públicos o particular­es, sin que haya control por parte de un tercero que, con imparciali­dad, por un lado revise los elementos propuestos para sancionar y por otro los argumentos del supuesto responsabl­e. Además, todo esto crea un incentivo político para que la autoridad administre las sanciones, sancionado­s y sus impactos de acuerdo a los tiempos políticos.

No exagero al afirmar que, de prosperar esta reforma, se estaría dando la estocada final al SNA por dos razones, por el tiempo que tomaría la implementa­ción de esta reforma, que implicaría volver a recorrer el camino que se marchó desde 2015 a nivel federal y local con todas las adecuacion­es legales, y por el regreso del control sancionado­r —reloaded —al poder político.

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