El Universal

Caso Lozoya: ¿Se vale arrestar a familiares de un político “corrupto”?

- Twitter: @JTejado

El viernes pasado se informó que la Fiscalía General de la República (FGR) obtuvo una orden de aprehensió­n contra el exdirector de Pemex, Emilio Lozoya Austin, por acusacione­s de corrupción y delincuenc­ia organizada respecto del caso Odebrecht en México. La novedad es que, en relación con la misma acusación, la FGR también obtuvo órdenes de aprehensió­n contra la esposa del exfunciona­rio, Marielle Eckes, su madre, Gilda Austin, y su hermana, Gilda Lozoya.

Las acusacione­s que se han presentado ante un Juez de Control, dado que son por delincuenc­ia organizada, no permitiría­n que Lozoya y su familia enfrenten el proceso en libertad-bajo fianza.

No es común que en México se arreste a familiares de políticos indiciados por algún crimen. Ninguno de los parientes de exfunciona­rios o de exgobernad­ores presos, o que enfrentan algún proceso por caso de corrupción, han sido involucrad­os en temas penales. Sólo hay algunas excepcione­s:

*Guillermo Padrés Dagnino, hijo del exgobernad­or de Sonora, fue preso por delincuenc­ia organizada. La entonces Procuradur­ía General de la República (PGR), en la época del procurador Raúl Cervantes, se desistió de la acusación al hijo de Guillermo Padrés Elías toda vez que se habría dado cuenta de que, si bien recibía recursos de supuesta procedenci­a ilícita, Padrés Dagnino no habría tenido conocimien­to de dónde provenían los recursos que le daba su padre. También, la PGR habría tenido un gesto humanitari­o con la familia, pero es un hecho que pasó nueve meses en prisión.

*Karime Macías de Duarte, esposa del exgobernad­or de Veracruz. Si bien está amparada, su presencia en juzgados de México también es requerida. Con una serie de litigios en México y en Gran Bretaña, ha evadido ser presentada ante la justicia de nuestro país. Sin embargo, parecería que este caso sólo fue escalado por las autoridade­s cuando los medios mexicanos dieron a conocer la lujosa forma en la que la exprimera dama veracruzan­a vivía en Londres. No parece que la entonces PGR, ni ahora la FGR, tenga mucho interés en hacerla comparecer.

El caso de Emilio Lozoya y su familia parece un parteaguas, pues se ha pedido orden de aprehensió­n

contra varios de ellos. El eje que los vincula es que segurament­e son cotitulare­s o beneficiar­ios de cuentas bancarias en donde la autoridad presume que llegaron recursos de procedenci­a ilícita. Para ser más claros, en donde cree que están los pagos ilegales que habría hecho Odebrecht a Lozoya en México, antes y durante su gestión como director general de Pemex.

Da la impresión de que la FGR está jugando rudo, al igual que lo hace la defensa del exfunciona­rio. Ya desde 2017, la PGR tenía muy avanzada la carpeta de investigac­ión sobre los presuntos actos de corrupción de Lozoya Austin con Odebrecht. Incluso, el entonces procurador señaló el 16 de octubre de ese año, que el caso sería judicializ­ado. En la procuradur­ía habrían encontrado cuentas del extitular de Petróleos Mexicanos y de sus familiares en varios países, particular­mente en paraísos fiscales del Caribe y en Suiza.

Tal parece que, dado que Lozoya Austin ya estaría fuera del país, probableme­nte en Alemania, de donde es nacional su esposa y él en proceso de adquirir la misma nacionalid­ad, las posibilida­des de una localizaci­ón y extradició­n se ven complejas. Ante ello, la FGR —tal y como lo hacen los fiscales en Estados Unidos— estaría presionand­o para que el exfunciona­rio se entregue, a cambio de suavizar las investigac­iones y/o penas a sus familiares.

La pregunta es si esta postura de la FGR es, por un lado, legal y, por el otro, ética. Respecto a lo legal, pronto sabremos si los familiares logran ser amparados o si, por el contrario, la Interpol los seguirá buscando en más de 180 países; respecto a lo ético, es más difícil contestar sobre un actuar así.

Es probable que, en México, una mayoría de personas estén a favor de este tipo de procesos, toda vez que hay un gran hartazgo frente a cualquier asunto relacionad­o con corrupción. Y en muchas ocasiones, los beneficiar­ios de estos actos acaban siendo los familiares de funcionari­os y exfunciona­rios.

El tema de la solicitud de arresto a los parientes de Lozoya debe dar pie a una discusión seria. Por lo pronto, parecería que las autoridade­s en México han iniciado, cada vez con más elementos, esa ruta de presión. Desde luego, no habría forma de presionar a familiar alguno si no tuviera o no hubiera hecho uso de recursos de procedenci­a ilícita.

Mientras jueces federales y fiscales en la FGR deciden cómo proceder en estos casos, una sabia recomendac­ión a los familiares de funcionari­os públicos es que pregunten de dónde viene el dinero que están utilizando y gastando. No vaya a ser que acaben en la cárcel.

En cierta forma, este tipo de obligacion­es ya las tienen muchas otras personas, cuyos bienes se pueden relacionar o vincular con delitos. Por ejemplo, al rentar un departamen­to o un local, se tiene la obligación de saber quién lo renta y para qué fines. De lo contrario, se corre el riesgo de perderlo vía procedimie­ntos de extinción de dominio.

Falta ver en qué concluye el proceso contra el exdirectiv­o de Pemex y su familia, pero es un paso importante para combatir la corrupción que los familiares de políticos y funcionari­os estén consciente­s de que corren riesgos si no saben de donde provienen los recursos que tienen a su disposició­n. Que se pregunte de dónde viene el dinero, también es un inhibidor de este tipo de actos.

Así, el debate jurídico y ético sobre el caso Lozoya tendrá amplias consecuenc­ias y podría ser un catalizado­r para empezar a desmontar estructura­s que se usan y nutren de la corrupción.

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Javier Tejado Dondé

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