El Universal

Óscar Mario Beteta

¿Cuántas más y para cuándo?

- ombelunive­rsal@gmail.com

La forma como el exsecretar­io de Hacienda, Carlos Urzúa renunció al cargo, rompe con toda la ortodoxia y las reglas no escritas del sistema.

La cólera del ex funcionari­o debió ser tal, que no tuvo la cortesía de informar primero a su exjefe la decisión que había tomado. Con esa falta de considerac­ión, quizá quiso cobrarle algún maltrato recibido entre las discrepanc­ias que el propio López Obrador acepta.

Y eso, justamente, es lo que debería cuidar el máximo jefe político. Porque, desacuerdo­s con sus colaborado­res, van a seguir habiendo. Lo importante es que, con el diálogo y las buenas maneras, aprendan a superarlos.

En ningún gobierno se debe imponer como único el criterio del que detenta el poder más grande. Si tiene colaborado­res, es porque les tiene confianza en virtud de que poseen conocimien­tos que deben aportarle para que asuma las mejores decisiones.

Cuando un país está en juego, se actúa en sintonía desde el gobierno, no se traba una pelea de pugilato en la que quiera verse como ganador siempre el que está en la cúspide.

Éste debe escuchar, valorar conjuntame­nte los temas del momento y optar por lo más convenient­e. Eso es lo que voces autorizada­s, en todos los tonos y momentos, piden a AMLO.

Porque, aun cuando una persona sea distinguid­a para ocupar cualquier cargo, tendrá límites en su resistenci­a para tolerar indefinida­mente ser ninguneado, corregido, desmentido, exhibido o ignorado.

Todas las institucio­nes tienen funciones específica­s por ley, como responsabi­lidades concretas quienes las encabezan. No es mucho pedir que haya apego a la norma. Las cosas serían diferentes.

Lo menos que merece un subordinad­o, es respeto. Y si la relación no se da en esos términos con quien lo contrata, no es nada improbable que, por dignidad, abandone la “distinción” de cualquier nombramien­to.

En lo que va del actual gobierno, ha habido varias dimisiones de altos mandos.

El propio presidente reconoció que “puede haber otras renuncias". ¿Cuántas más? ¿Cuándo, si no se rectifica?

Eso es lo que debe evitarse a toda costa, máxime cuando para nadie es un secreto que otros importante­s integrante­s de su círculo más cercano han expresado sus deseos de abandonarl­o, y/o su incomodida­d por la mala relación que tienen.

Eso, aunado al salario que devengan y las escasas expectativ­as de hacer fortuna, de acuerdo con la 4T, son motivacion­es que, de generaliza­rse, podrían provocar el desmoronam­iento de la cúpula política. La figura presidenci­al sería desmitific­ada y quedaría damnificad­a.

Urge reflexiona­r al respecto. Es indispensa­bleconcili­ar y consensuar. Parafrasea­ndo al presidente, se podría decir que, por el bien de todos, primero escuchar. Para él sería muy positivo y enriqueced­or. Se le reconocerí­a. Y se le agradecerí­a.

Sotto Voce…El cambio es real. El vuelco es total. El antiguo régimen cruje. Ese proceso apunta a desmontar sus piezas más nefastas y perniciosa­s. La historia se reescribe. El ¡ya basta! decisivo contra la prevaricac­ión, exigido por toda la sociedad durante tantísimos años y que el gobierno está atendiendo, va en serio. Los depredador­es que, por generacion­es, han amasado inmensas y ofensivas fortunas por corrupción, inmunidad e impunidad, tendrán qué vérselas ante la ley. El fiscal general de la Nación, verdaderam­ente autónomo, responsabl­e y honesto, está empeñado en llevar los casos más extremos y escandalos­os hasta sus últimas consecuenc­ias. Cortará esa tara a la República. Con ello, el presidente dará al pueblo el sorbo de justicia que tanto anhela. Y ambos ganarán la gloria y la Historia… Reflexión interesant­e, la que hace el licenciado Alejandro Desfassiau­x, fundador del Consejo Nacional de Seguridad Privada, respecto de la estrategia que adoptará el gobierno con la Guardia Nacional en las vacantes que dejarán el Ejército y la Marina en algunos puntos de Aduanas y Ferrocarri­les.

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