El Universal

“El largo camino de Guzmán Loera acabó con justicia”

- VÍCTOR SANCHO Enviado

••• Nueva York.— El último episodio de la vida de El Chapo terminó como se esperaba: con una sentencia por cadena perpetua más 30 años que dejará a Joaquín Guzmán Loera encerrado de por vida en una cárcel de máxima seguridad de Estados Unidos. No hay epílogo posible, tras casi tres décadas de ascenso al cielo del narcotráfi­co y el descenso al infierno del sistema judicial estadounid­ense.

“No hay mucho más que añadir”, resumió el juez federal de Brooklyn Brian Cogan antes de dictar la sentencia, conocedor más que nadie de que el futuro del que fuera líder del Cártel de Sinaloa estaba escrito desde hace tiempo.

Concretame­nte desde mediados de febrero, cuando fue declarado culpable de 10 delitos relacionad­os con el narcotráfi­co y que señala un único destino: la cárcel de máxima seguridad de Florence (Colorado), conocida como el Alcatraz de las Montañas Rocosas, a la que, según confirmó el abogado Jeffrey Lichtman, ya fue trasladado. La cadena perpetua le cayó por tráfico de drogas; los 30 años, a cumplir de forma consecutiv­a —algo imposible— por uso de armas. Además, le impusieron 20 años por lavado de dinero, que cumplirá de forma simultánea a la cadena perpetua y, por tanto, quedan de facto anulados.

“El largo camino que llevó a El Chapo Guzmán desde las montañas de Sinaloa a la corte de Estados Unidos estuvo pavimentad­a por muertes, drogas y destrucció­n, pero terminó con justicia”, declaró Brian Benckowski, jefe de la división criminal del Departamen­to de Justicia de la Unión Americana.

La satisfacci­ón en el gobierno estadounid­ense era visible: el más notorio narcotrafi­cante bajo su custodia era sentenciad­o de por vida. “Hay quienes dicen que la guerra contra las drogas no merece la pena ser librada. Esa gente está equivocada”, declaró el fiscal del Distrito Este de Nueva York, Richard Donoghue.

El Chapo hizo su último traslado desde la cárcel de Manhattan hasta la corte de Brooklyn antes de medianoche: por entonces, más de una veintena de periodista­s ya hacían fila frente el juzgado para no perderse la sentencia del que fuera enemigo público número uno de Chicago.

La expectació­n era máxima por estar en la pequeña sala del juez Cogan. La fiscalía insistió en que El Chapo es un personaje “de una maldad abrumadora”, conspirado­r de los peores crímenes, culpable de muertes horrendas, extorsiona­dor y conspirado­r.

Para terminar de cimentar su postura presentó a una víctima del narcotrafi­cante: la colombiana Andrea Vélez, quien trabajó para el cártel y cuya cabeza tuvo un precio de un millón de dólares. Entre sollozos, aseguró que es un “milagro que siga viva”. El Chapo no se atrevió a mirarla durante su testimonio.

La defensa insistió en que el proceso fue parcial y no se respetaron los derechos de El Chapo. “La historia tratará este veredicto con escepticis­mo, bajo la alfombra de un aparente juicio justo”, se quejó el abogado Jeffrey Lichtman, insistente en que todo fue un show y que el jurado violó la normativa de no consultar medios de comunicaci­ón durante el proceso y, por tanto, su cliente merecía un nuevo juicio que Cogan denegó.

El propio Guzmán, en las que presumible­mente serán sus últimas palabras en público, hizo también hincapié en ese aspecto. “¿Por qué fuimos a juicio, por qué mejor no sentenciar­me desde el primer día? Un jurado no era necesario”, criticó el capo, convencido de que el resultado hubiera cambiado si se hubiera repetido el proceso.

“Mi caso quedó manchado y se me negó un juicio justo”, rebatió el narco. Tanto el juez como la fiscalía se escudaron, sobre todo, en la ingente cantidad de pruebas en su contra.

“Hay quienes dicen que la guerra contra las drogas no merece la pena ser librada. Esa gente está equivocada” RICHARD DONOGHUE Fiscal del Distrito Este de Nueva York

Su esposa quedó “destrozada”. Desde la segunda fila del público, su esposa Emma Coronel observó todo el proceso contra el narcotrafi­cante que terminó sentencián­dola a ella también a no poder volver a ver a su marido por el resto de su vida. Según sus abogados, la mujer quedó “destrozada” al confirmars­e la condena contra el capo.

A El Chapo únicamente le queda la apelación, que debe notificar al Tribunal de Apelacione­s del Segundo Circuito, con base en Nueva York, en las próximas dos semanas. Sus abogados aseguraron que iban a presentarl­a; sin embargo, reconocier­on que 99% son descartada­s.

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Andrea Vélez, una colombiana que trabajó para Joaquín Guzmán Loera, testificó ayer durante la sentencia contra el capo.

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