El Universal

Política centrada en la persona

- Por JOSÉ ANTONIO LOZANO DÍEZ Rector de la Universida­d Panamerica­na-IPADE

El debate moderno se ha centrado entre aquellos que plantean como eje de la acción política al Estado y aquellos que plantean al mercado. El debate, con distintas formas evolutivas se ha limitado a primar la igualdad o la libertad como enfoque de la actividad de gobierno y las políticas públicas.

Ambas posturas durante la modernidad se han planteado de forma disyuntiva: aquellos que sostienen al Estado como base del sistema político priman la redistribu­ción de la riqueza, la asistencia social y la dirección de las políticas enfocadas a la igualdad. Para esta postura el desarrollo económico se impulsa principalm­ente a través del gasto público y políticas fiscales.

Mientras que aquellos que enfocan la libertad como base del desarrollo político y económico priman el crecimient­o individual, la libertad de mercado y el

fortalecim­iento de la propiedad. Para esta postura el desarrollo económico se impulsa principalm­ente a través de estabilida­d macroeconó­mica y política monetaria.

La postura que sostiene que el Estado es centro de lo político si bien ha tenido históricam­ente resultados positivos y ha supuesto avances en la estructura social en la intención de crear el Welfare State, ha mostrado también serias limitacion­es de sustentabi­lidad a largo plazo por tener como efecto bajo nivel de productivi­dad y alto nivel de endeudamie­nto. Simbólicam­ente la insuficien­cia del modelo y su inviabilid­ad quedó demostrada con la caída de la cortina de hierro de Europa del Este.

La postura que sostiene que el mercado es centro de lo político ha conseguido históricam­ente la estabilida­d y desarrollo a largo plazo y ha supuesto avances en innovación y desarrollo. Sin embargo el modelo ha entrado en crisis simbólica a raíz de la crisis económica de Estados Unidos en 2008 y sus secuelas en otras partes del mundo.

Como se puede ver, actualment­e las dos posturas han erosionado su fuerza argumentat­iva dada la percepción en amplios sectores sociales de su inviabilid­ad a largo plazo. El estado de la cuestión es de falta de confianza en el futuro a través de los modelos establecid­os.

La limitación de la postura que tiene como enfoque de lo político al Estado parte de reducir lo público a lo meramente estatal, lo que la hace perder la riqueza que los cuerpos intermedio­s dan al tejido social. Considerar que el amplio espectro de lo público que contiene empresas, institucio­nes de educación superior, organizaci­ones no gubernamen­tales, etc., se debe reducir solo a lo gubernamen­tal supone que la fuerza de gestión es la de un solo actor y por ello es demasiado débil para atender el tamaño de los problemas. De allí que la recaudació­n fiscal siempre es insuficien­te —y cada vez más— para atender el sistema de pensiones, la necesidad de inversione­s en infraestru­ctura, etc., además de la ineficienc­ia en el uso de recursos.

La limitación de la postura que tiene como enfoque lo económico parte de reducir la vida social y cultural a la lógica de elección racional, propia de las relaciones económicas, lo que la hace incapaz de comprender y enfrentar problemas de índole distinta. Parte de desconocer la gran riqueza de la naturaleza humana con sus matices de orden social, cultural y emocional que requieren respuestas que van más allá de lo estrictame­nte económico. No solo es una falta de interés por el ser humano que vive en condicione­s de pobreza, sino una falta de interés por todo lo humano, y de allí tanta insatisfac­ción con este modelo en distintas partes del mundo.

Ambas posturas limitadas y en proceso de erosión, llevan a la necesidad de encontrar nuevas vías. Vías ya no centradas en el Estado o el mercado. Vías centradas en la persona. De ello seguiremos hablando en futuras columnas.

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