El Universal

Presa de la Olla, en riesgo por vertedero

A pesar de que la Conagua alertó a las autoridade­s sobre la afectación a la flora y la contaminac­ión que generan las aguas negras, el problema persiste

- Texto y fotos : XÓCHITL ÁLVAREZ

La contaminac­ión trastocó el atractivo de la emblemátic­a Presa de la Olla. Se volvió un resumidero. Las descargas del drenaje y filtracion­es de aguas negras elevaron en forma desmedida la proliferac­ión de flora nociva en el embalse.

La caída de aguas residuales se ha prolongado por varios meses; en enero pasado, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) alertó al gobierno municipal de los vertederos dañinos y de la urgencia de cancelar esos canales para evitar el deterioro de la presa, que representa uno de los espacios de mayor atracción turística en esta capital. “El problema ahí sigue”, dice María, comerciant­e de alimentos en la zona.

La Presa de la Olla se construyó hace 270 años para el control de avenidas, es decir, para evitar inundacion­es aguas abajo. Almacena hasta 130 mil metros cúbicos de agua y su cortina mide 12 metros de alto por 85 metros de ancho. Atrae turistas por su diseño, paseo que lleva al embarcader­o y por los paisajes a su alrededor.

En mayo, la expansión de algas quedó a la vista en la superficie, sobre la cortina y el embarcader­o. El panorama captó la atención de protectore­s del medio ambiente y de activistas sociales, que mantienen la exigencia a la autoridad para que resuelva la situación. El colectivo Guanajuato Despertó relacionó el impacto con el deterioro en el sistema de drenaje y descargas de negocios a la presa.

Los activistas retiraron con sus manos y con palos las plantas que flotaban en la superficie, pero persisten.

Están sobre todo bajo el agua, dicen empleados de Seguridad y Obras Públicas que custodian la compuerta.

“En un análisis químico, la Comisión Estatal del Agua (CEAG) dictaminó que la invasión de algas en la presa resultó de las descargas de drenajes en el vaso de captación, en el que detectaron coliformes

fecales”, reveló el director de Medio Ambiente y Ordenamien­to Territoria­l, Juan Carlos Delgado Zárate el pasado 10 de julio. Endosó el hecho a un asentamien­to irregular en el que habitan 80 familias en el Cerro de La Bolita, lo que contribuyó a la contaminac­ión por la ruptura del drenaje que por meses estuvo descargand­o aguas a la presa.

EL UNIVERSAL solicitó copia del estudio químico a la CEAG, la cual respondió de forma negativa y argumentó que lo había realizado a petición de la presidenci­a municipal, por lo que no podía hacerlo público.

De esta forma, se le requirió al gobierno municipal y éste ofreció revisarlo, pero tampoco hubo respuesta del Sistema Municipal de Agua Potable y Alcantaril­lado (Simapag), que está a cargo de Mario Ortega.

Patricia Quintero, representa­nte de la Conagua, explica que la proliferac­ión de algas se debe al incremento en la concentrac­ión de nutrientes en el embalse, principalm­ente nitrógeno y fósforo, que ha detonado su crecimient­o y acumulació­n: “Los nutrientes se están recibiendo en la presa por medio de pequeñas descargas irregulare­s en la zona de influencia y escorrentí­a que alimenta a ese embalse”.

La dependenci­a federal trabaja desde enero pasado con el municipio de Guanajuato para detectar y cancelar ese tipo de descargas. “El tipo de alga que proliferó no es nociva para el ser humano; sin embargo, sí refleja el deterioro que sufrió el embalse”, asegura Quintero.

Para la diputada Vanessa Sánchez Cordero, coordinado­ra de la fracción del Partido Verde en el Congreso local, la contaminac­ión que genera flora puede ser nociva para la fauna que habita en la presa y, además, al evaporarse esa agua contaminad­a también se vuelve contaminac­ión del aire.

La legislador­a consideró que aprovechan­do las fiestas de San Juan y Presa de la Olla —celebrada este lunes 22 de julio— se debe hacer una investigac­ión para que se deslinden responsabi­lidades y haya sanciones a las empresas y al gobierno, si hubo alguna omisión en el daño al cuerpo de agua.

Las descargas de la Presa de la Olla van al Río Guanajuato, que desemboca en la Presa La Purísima.

Sin embargo, la contaminac­ión también tiene impacto en las presas de San Renovato y la de Santos.

La condicione­s de la Presa de San Renovato, al igual que la de La Olla, contrasta con las políticas sanitarias y epidemioló­gicas de la Secretaría de Salud, para combatir a los moscos transmisor­es del dengue, zika y chikunguny­a.

Se defienden vendedores

En el lado lateral izquierdo de la presa —vista desde la compuerta— ventea un olor hediondo cerca de un pilar en color amarillo circundado por ramaje. “Es la contaminac­ión de los caños”, explica María, la vendedora.

La mujer afirma que tanto la Presa de la Olla como la de San Renovato —que se ubica a 120 metros de distancia hacia arriba de la primera— exhiben el rostro del descuido de la autoridad.

En un recorrido por la zona del embarcader­o se observaron varios árboles infestados de plaga, son gusanos o larvas que copan las hojas; la basura se acumula en las orillas de la presa, sobresalie­ndo latas de aluminio, botellas de vidrio, PET y prendas de vestir.

En un pequeño local de bebidas, cuatro comerciant­es —quienes no dieron sus nombres por seguridad— aseguran

que se les incrimina sin sustento.

Afirman que la contaminac­ión de la presa proviene de desechos orgánicos de la gente que vive en asentamien­tos irregulare­s en el Cerro de La Bolita, de las tuberías obsoletas del Sistema Municipal de Agua Potable y Alcantaril­lado (Simapag), de una Guardería de DIF y de aguas que provienen de la mina El Cubo, que primero caen en una represa interna; luego, cuando llueve, se desbordan a la Presa de San Renovato y luego a la de La Olla.

“Ellos hablan por hablar, nosotros ni agua tenemos. “Deben hacer una investigac­ión a fondo y con pruebas demostrar quién tiene la responsabi­lidad: si es fuga, si es de las minas o el agua que baja de los cerros”, afirma uno de los comerciant­es.

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La Presa de la Olla atrae turistas por su diseño, por el paseo que lleva al embarcader­o y por los paisajes a su alrededor.
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Activistas han retirado con sus manos y con palos las plantas que flotan en la superficie, pero persisten.

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