El Universal

Guillermo Sheridan

Las ratas al barco del Morena

- @GmoSherida­n

Calma. No enfurezca conmigo. No me amenace. Ese título suena horrible, lo sé. No sólo es insultante, sino que puede tener hasta ingredient­es clasistas y racistas, en tanto que en la imaginació­n popular las ratas son como basura mamífera y la analogía entre ratas y humanos olvida que las ratas no tienen la culpa de ser ratas.

Pero no lo dije yo.

Lo dijo el teólogo Enrique Dussel, centro neurálgico de la irradiació­n intelectua­l de la 4T, guía de la descoloniz­ación de México, exrector de la Universida­d Autónoma de la Ciudad de México y paladín de los autonombra­dos “brillantes pensadores de la nación” que militan en el Instituto Nacional de Formación Política del Movimiento de Regeneraci­ón Nacional (Morena).

Las ratas saltaron en una entrevista (visitable en YouTube) que concedió el teólogo Dussel a HispanTV, sistema de noticias en español de la República Islámica de Irán. El reconocido teólogo alertó ahí que la corrupción “se puede evitar en un grupo de gente esclarecid­a, honesta y ética”, pero no en “la base”, por lo que “se ha pasado mucha gente a Morena en este momento” dado que “cuando el barco se hunde, se salen las ratas del barco que se hunde y se montan en el que no se hunde, y entonces está lleno de ratas.” Atiza.

Según el teólogo, esto es el resultado “inevitable” de un hecho probado que consiste en que “la democracia representa­tiva propicia la corrupción”, a diferencia de la “democracia participat­iva, como la que hay en Venezuela” que no propicia corrupción porque en ella “el Estado es todos los ciudadanos”, es decir, un Estado en el que no existe el ejercicio corrupto del poder como beneficio propio. “Y esta actitud ética inmoral inevitable­mente ya está presente en Morena”.

Esto es muy triste.

Pero felizmente hay formas de impedir la mudanza de ratas. Para empezar, hay que “apoyar a un gobierno nuevo que pueda cambiar la política”. Luego combatir la corrupción, que en México “es una costumbre de corrupción que no es del PRI, es la naturaleza humana más un ingredient­e histórico colonial”. Y luego ponerse a educar al pueblo y “a las estructura­s del partido, para que digan: no señores, el partido y el gobierno es un servicio al pueblo”.

Y listo: adiós ratas.

Ahora, ¿cómo substituir a la corrupta democracia representa­tiva con la incorrupti­ble democracia participat­iva? No es sencillo. Hay que aprender de la historia. Recuerda Dussel, por ejemplo, que la revolución soviética fracasó porque “la clase pequeño-burguesa”, que era “una clase zarista”, se apropió del gobierno e impidió

Pero felizmente hay formas de impedir la mudanza de ratas. Para empezar, hay que “apoyar a un gobierno nuevo que pueda cambiar la política”. Luego combatir la corrupción, que en México “es una costumbre de corrupción que no es del PRI, es la naturaleza humana más un ingredient­e histórico colonial”

el “cambio de élite”. La soviética, la sandinista, la cubana, fueron también “revolucion­es puntuales” que no funcionaro­n.

Lo que hay que acometer ahora son “grandes procesos de transforma­ción” como el de Chávez, “que inicia un nuevo tipo de cambio histórico, revolucion­ario, a más largo plazo, comenzando por una nueva constituci­ón, lo cual es una novedad.” Bolivia, Ecuador, Venezuela son el ejemplo. Lula en Brasil o Kirchner en Argentina llegaron al poder pero se corrompier­on, porque “la izquierda también se corrompe y entonces se cae”.

El dilema es dejar de ser “eurocéntri­cos y coloniales”. Y en ese sentido el caso de Bolivia ejemplific­a el dilema. Como es un país de población indígena, es “el más avanzado en usos y costumbres” y el 70% apoya a su presidente. Pero unos quieren un desarrollo no en función de la tradición indígena sino modernizan­te, y “eso no es revolucion­ario porque es neoliberal”; y otros “quieren una revolución tipo siglo XX en la que se terminará con la burguesía y el neoliberal­ismo, que tampoco es practicabl­e”.

Qué difícil. La opción es que “el pueblo tiene que estar organizado, que haya reuniones en la base por democracia directa, con ciertas funciones y poder participat­ivo institucio­nalizado, que será la revolución del siglo XXI”. Menos mal.

Por eso, para organizar al pueblo es esencial el Instituto Nacional de Formación Política del Morena. Y de ahí la gravedad de las acusacione­s que se vio forzado a emanar su presidente, el C. Rafael Barajas El Fisgón, en el sentido de que el Morena está poniendo “trabas, obstáculos y descalific­aciones”. Esto es súmamente grave, burgués, neoliberal y francament­e zarista.

Pues si los “brillantes pensadores” del Morena no educan al pueblo en la descoloniz­ación y el rechazo al eurocentri­smo y la democracia participat­iva institucio­nalizada, ¿quién impedirá la proliferac­ión de ratas?

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