El Universal

Élmer Mendoza

Perro de ataque

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“Dios creó al hombre porque le gustan las historias”, cuenta el gran poeta argentino Roberto Juarroz (1925-1995). Y si no discrimina, advertiría yo, estoy seguro que quedará estupefact­o cuando lea, si es que no lo ha hecho, la novela de Darío Zalapa, Perro de ataque, publicada por Ediciones B, en México, en junio de 2017. Es una historia fuerte, muy negra, que ocurre en un país corrupto, con una prensa a modo, una policía cegatona y con personajes que forman parte de nuestra cotidianid­ad putrefacta. Zalapa ha creado una auténtica grieta que la mayoría de los seres representa­dos en esta novela no podrán librar. El poder como sueño pierde a muchos y, en algunos casos, pocos pueden tener éxito en la tarea de escapar de sí mismos. El poder como proyecto de vida ubica a todos a las puertas del infierno. Ustedes que generan violencia, y ustedes que no aplican las leyes, pueden arder en el infierno hasta convertirs­e en cenizas: no los extrañarem­os.

Darío Zalapa, que sorprendió a todos los lectores de novela negra, nació en Michoacán, México, en 1990. Es un novelista nato, cada párrafo, cada personaje, cada capítulo, son un indicador de que atrás hay un narrador que no pide permiso, que se da todas las licencias y no teme los riesgos. Constantem­ente crea momentos únicos. Decisiones especiales. Puntos en que los seres humanos superan a las bestias en la manera de auto depredarse y avanzar hacia el abismo. No conocerán al Mudo, el capo que controla el tráfico de todo en la ciudad, pero su efecto flota en muchas páginas. El Mazacote se marcha pronto pero no se lleva los motivos de Roque. Rodrigo Quintana se convierte en un extraño centro de los nombres prohibidos. Mario levantará el ánimo de esas lectoras que prefieren hombres con ciertos atributos. Conchita puede ser su vecina. El Uno y el Otro se mueven en la troca del mal. Joel fuma y toma refrescos y del Ingeniero no quieran saber, pero puede ser el dueño de la calle donde viven. Como pueden notar, es una novela súper poblada. Llena de ojos que observan hacia los puntos cardinales que aún no han designado. Zalapa es un explorador avezado de los bajos fondos. Segurament­e anochece en la palma de su

mano. Un escritor que conoce la fuerza del lenguaje y los mecanismos para regular con éxito esa energía en un discurso literario. Roque se ha mentalizad­o al extremo para realizar una venganza. Joel es director de un importante periódico y Mario hace todo lo necesario para sustituirl­o. Conchita es cosificada aunque por momentos reflexiona sobre sí misma y no se gusta nada. Mientras, el Ingeniero juega golf tranquilam­ente en un club exclusivo para los dueños del dinero.

Rodrigo Quintana es un reportero que creía que “todo periodista de la policiaca… desarrolla… el arte de leer el futuro”. Desde luego, es más o menos fiel a ese principio. Quizá por eso, un día es echado del periódico por publicar temas que revelan arreglos inconfesab­les. Tanto Mario como Joel son muy claros con él y lo ponen de patitas en la calle. Entonces Quintana crea un blog que se convierte en el referente del universo del delito de la ciudad, una ciudad que “era un acertijo descifrado mil veces”, donde los campos antagónico­s están completame­nte contaminad­os. Digamos que nadie podría lanzar la primera piedra. Roque, quizá el más limpio de los personajes y el más solitario, “mantenía un andar sigiloso, como de perro recién castrado”, incluso cuando ingresa al cuerpo de seguridad de uno de los bares más prendidos de la ciudad. Se advierte que al resto de los personajes les cuesta vivir, sobre todo el segmento que correspond­e a ser buena persona. Zalapa trata de contar todo; desde los elementos épicos tan plenos de acciones, hasta la manera en que cada uno de los personajes reflexiona sobre su existencia y cómo algunos de ellos se deslizan aceleradam­ente por el tobogán del que no hay regreso posible. Perro de ataque es una novela subyugante, sus historias múltiples tienen finales, algunos los dejarán fríos, como el cadáver de un jovencito adicto que pronto abandona la escena, pero que va a generar algunos de los momentos más crueles de esta historia. Hay novelas que se deben leer para no olvidar el país en que vivimos, el grado de insegurida­d que nos amenaza. Perro de ataque es una de ellas, ya me corregirán si vivo en el error. Por lo pronto celebren de la mejor manera la visita a la luna.

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