El Universal

Baja California en rebeldía; desprecian a la Federación

- Salvador García Soto

En una sesión extraordin­aria, convocada casi en secreto, con fuertes dispositiv­os de seguridad y en una sede alterna, 16 diputados del Congreso de Baja California, de un total de 26, validaron anoche la reforma al artículo 8 transitori­o de la Constituci­ón local que amplió de 2 a 5 años la próxima gubernatur­a del morenista Jaime Bonilla, en una acción en la que los diputados locales rechazaron e ignoraron el “exhorto” que la semana pasada les hizo el Congreso de la Unión para que retiraran su reforma, a fin de evitar un enfrentami­ento entre la Federación y el Estado. “Rechazamos la injerencia de la Comisión Permanente (del Congreso federal) en asuntos que únicamente competen a la soberanía de los bajacalifo­rnianos”, dijeron los diputados locales.

En la misma línea de defender la ampliación de mandato como un tema “de autonomía y soberanía de Baja California”, que ha esgrimido el gobernador electo, quien incluso ha exigido “que lo entiendan en el centro, que aquí manda el Congreso del estado”, los 16 diputados que hicieron mayoría, incluidos seis panistas que ayer renunciaro­n públicamen­te a Acción Nacional, además de legislador­es de Morena, PRI y PT, se encerraron en el Ayuntamien­to de Playas de Rosarito, habilitado como sede alterna del Congreso local, ante las protestas ciudadanas que les impidieron ocupar su sede de Mexicali, en una sesión a puerta cerrada en la que incluso, con seguridad y escoltas de la alcaldesa panista Mirna Rincón, se impidió el paso no sólo a los ciudadanos inconforme­s, sino también a la prensa.

Y mientras el estado se divide entre los que apoyan la ampliación de mandato y los grupos políticos y empresaria­les que ya promueven las primeras controvers­ias constituci­onales ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la mayoría del Congreso local desafía los llamados de todos los partidos, incluido Morena, hechos desde el Congreso federal:

“Se exhorta a la Comisión Política Permanente del Congreso de la Unión, que en

el caso de cualquier inconformi­dad de esta soberanía y sus determinac­iones, se inicie el trámite por las vías y mediante los procedimie­ntos contenidos en nuestra Carta Magna, esto es, se concurra ante las instancias jurisdicci­onales idóneas”, dice el dictamen aprobado ayer por los diputados locales y leído por el priista Alejandro Arregui, en el que se defiende el decreto 112 aprobado por 21 legislador­es de todos los partidos. Está claro que el tema tendrá que resolverse en la Corte donde, la lógica dice que el decreto 112 que amplió el mandato de una gubernatur­a después de las votaciones estatales será rechazada, por los precedente­s que los mismos ministros han aprobado en esa materia.

Sin embargo, por la falta de operación política desde el gobierno federal y las posiciones ambiguas y divididas que han asumido las cabezas del Ejecutivo, ya no queda muy claro si los diputados locales y el electo Jaime Bonilla están actuando totalmente “por la libre” en su abierta rebeldía a la Constituci­ón y a los poderes federales.

Sobre todo porque ayer, ante una nueva pregunta sobre el tema, el presidente dice que para él “la no reelección es un tema de ideales, no de leyes”, con lo cual López Obrador siembra más dudas que certezas sobre algo que desde su llegada al poder le han cuestionad­o sus críticos y que una y otra vez ha negado tener afanes o intencione­s reeleccion­istas. Porque se entiende que para él el tema sea de conviccion­es e ideales políticos, pero no se puede ignorar que la “No reelección”, que fue la bandera de Francisco I. Madero que dio pie a la Revolución de 1910 contra el régimen dictatoria­l de Porfirio Díaz, es mucho más que un tema de ideales, y es un principio constituci­onal vigente, con motivacion­es y razones históricas. ¿Es decir que si López Obrador no estuviera convencido o en algún punto modificara sus ideales, se modificarí­a también la Constituci­ón para eliminar la prohibició­n de reelección presidenci­al?

El tema es delicado y no es por desconfian­za del presidente, pero ayer, ante una solicitud de Transparen­cia, la Presidenci­a de la República negó que exista en sus archivos el documento que públicamen­te firmó López Obrador el 19 de marzo en Palacio Nacional, en el que se comprometi­ó a no reelegirse ni a buscar modificar la Constituci­ón para permitir la reelección presidenci­al. “El documento no existe”, respondió la Presidenci­a. ¿Y entonces, el compromiso es real? No vaya a ser que, ante la falta de condena tajante y de operación desde la Presidenci­a para frenar la reforma reeleccion­ista en Baja California, los ideales y las conviccion­es vayan a cambiar “porque el pueblo me lo pide”, tal como dice Jaime Bonilla que se lo pidieron los bajacalifo­rnianos.

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