El Universal

Celos, ni qué celos. Ejecución en Plaza Artz

- Elisa Alanís Twitter: @elisaalani­s Facebook: Elisa-Alanís-Zurutuza

Ni hablar, ahora sí se pasaron en el gobierno de la Ciudad de México con la versión exprés del “crimen pasional” en Plaza Artz. De acuerdo a lo señalado por funcionari­os, eso dijo la detenida Esperanza “N”. Y las autoridade­s hicieron suyas sus increíbles palabras.

Solo ellos las creyeron.

Se apresuraro­n a difundir frente a los medios y la opinión pública los inverosími­les dichos de la mujer confesa.

En el comunicado 1917/19 expresaron que: “la persona sería la presunta responsabl­e de perpetrar los disparos, y fue trasladada a la Fiscalía de Homicidios, cuyas primeras declaracio­nes apuntan a que se trató de un crimen pasional”.

Lo que todos estábamos viendo en las imágenes televisada­s, en tiempo real, nada tenía que ver con la posibilida­d de solo “disparos”. Aquello era una balacera.

Tampoco, con hechos que apuntaran a una exnovia celosa del comensal.

No cuadraba.

La homicida llegó bien armada, organizada y acompañada de cómplices. Disparó directo a los rostros, de manera certera, a sangre fría, en contra de dos hombres en la plaza comercial del Pedregal. Un policía fue herido. Una patrulla balaceada. Cartuchos por todos lados. Huyeron unos. Atraparon a otra. A la que se quitó la peluca rubia y el disfraz.

Y mientras el secretario de Seguridad y la procurador­a adelantaba­n la hipótesis de la “femme despechada”, los peritos apenas recababan los primeros datos en el lugar de los hechos, para iniciar las indagatori­as correspond­ientes.

Como cualquier persona sabe, no se requiere ser Sherlock Holmes: evidencia pericial mata testimonio de inculpada.

¿A quién se le ocurrió precipitar­se?

¿Fue solo un error de comunicaci­ón?

Más tardaron los primeros respondien­tes capitalino­s en marcar con círculos los casquillos regados afuera de las exclusivas tiendas y restaurant­es del lugar, en que llegaran datos internacio­nales clave sobre los ejecutados en el Hunan.

De acuerdo con The Jerusalem Post, los hoy occisos Alon Azulay y Sion Jony Ben Sutji eran delincuent­es israelíes.

Por cierto, contaban con permisos de trabajo en México. El Instituto Nacional de Migración a ellos sí los dejó circular de manera legal por donde se les dio la gana.

Ayer en la tarde, la embajada de Israel confirmó la nacionalid­ad de estos señores y sus antecedent­es penales.

Másde15hor­asdespués,elsecretar­ioJesúsOrt­amencionó que las pesquisas estaban “dando un giro”.

En tanto, la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum indicó a la prensa que “parece que no fue un crimen pasional”.

La informació­n sigue fluyendo. La nueva línea de investigac­ión que se está siguiendo es sobre crimen organizado de carácter internacio­nal.

Hay más preguntas que respuestas.

Los capitalino­s, como todos los mexicanos, queremos vivir en paz.

El tiempo corre.

Razones y Pasiones:

En la CDMX se está trabajando para la creación de la fiscalía.

¿Para cuándo?

Ojalá no se demore más.

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