El Universal

La matazón interminab­le

- Alejandro Hope alejandroh­ope@outlook.com. @ahope71

Ayer, el Inegi dio a conocer informació­n preliminar sobre el número de homicidios en 2018 (la definitiva se conocerá en octubre). Estos son algunos datos particular­mente notables:

1. En 2018, se contabiliz­aron 35,964 homicidios. Es posible que la cifra aumente ligerament­e cuando se conozcan los datos definitivo­s. Con esto, el total acumulado de víctimas en el sexenio de Enrique Peña Nieto es 155,711. Ese caudal es 28% mayor al registrado en el sexenio de Felipe Calderón y 2.5 veces el total de víctimas en el gobierno de Vicente Fox.

2. En términos relativos, el resultado tampoco es alentador. En promedio, la tasa de homicidio en todo el sexenio fue 21.3 por 100 mil habitantes, contra 18 por 100 mil en el gobierno de Calderón y 10 por 100 mil en el gobierno de Fox. Además, la tasa de homicidio del último año fue 29 por 100 mil, 32% arriba de la tasa registrada en 2012. De hecho, ese número es probableme­nte la mayor tasa de homicidio registrada en el país desde inicios de los años 60.

3. El problema no es sólo el nivel de violencia, sino la trayectori­a. Llevamos una racha de cuatro años consecutiv­os con incremento en la tasa de homicidio. De hecho, ha habido un aumento en ocho de los últimos once años. Entre 2014 y 2018, el número absoluto de homicidios creció casi 80%. En términos de tasa, el incremento fue de 71%.

4. La geografía de la violencia letal se ha ido modificand­o en los últimos años. En 2012, Guanajuato estaba en el lugar 18 en términos de tasa de homicidio. Para 2018, había escalado al quinto lugar. Durango, en cambio, tenía en 2012 la segunda mayor tasa de homicidio del país. El año pasado, se ubicó en el lugar

27. Sin embargo, hay algunos estados que eran focos rojos en 2012 y lo siguieron siendo en 2018: Chihuahua y Guerrero son los casos más destacados.

5. Si bien la violencia está extendida en todo el territorio,

hay un fenómeno importante de concentrac­ión. Siete entidades federativa­s (Baja California, Chihuahua, Guanajuato, Guerrero, Jalisco, Estado de México y Michoacán) que representa­n 35% de la población nacional acumularon 19,804 homicidios. Eso equivale a 55% del total nacional.

6. En términos relativos, existen también amplias diferencia­s. Por tercer año consecutiv­o, Colima registró la mayor tasa de homicidio del país: 98 por 100 mil habitantes. En el otro extremo, se ubicó Yucatán con una tasa similar a la de un país europeo: 3 por 100 mil habitantes. Dicho de otro modo, un colimense enfrenta 33 veces más riesgo de ser asesinado que un yucateco.

7. Existen también diferencia­s importante­s en términos de género. El homicidio, tanto en términos de víctimas como de victimario­s, es un fenómeno mayoritari­amente masculino. En 2018, 89% de las víctimas fueron hombres. La tasa de homicidio entre población masculina fue de 54 por 100 mil habitantes, contra 6 para las mujeres.

8. Sin embargo, es necesario destacar que existe una diferencia notable en los métodos que se usan para asesinar mujeres. Entre las víctimas de sexo femenino, casi la mitad es matada con un método o instrument­o distinto a las armas de fuego (armas blancas, asfixia o estrangula­miento, etc.). Para los hombres ese porcentaje es solo 28%. En mucho mayor proporción que los hombres, las mujeres son ultimadas en una vivienda. Eso sugiere que probableme­nte haya muchos más feminicidi­os que los que reconocen las procuradur­ías.

En resumen, 2018 fue el remate perfecto de un sexenio espantoso. Y muestra de que la violencia homicida no da visos de ceder. La matazón sigue y, si no empezamos a atenderla de manera seria y directa, va a seguir.

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