El Universal

Cifras maquillada­s que son injusticia­s

- Por IRENE TELLO ARISTA Directora Ejecutiva de Impunidad Cero

Para analizar el funcionami­ento de las institucio­nes del sistema penal se necesitan datos. Indicadore­s sobre la cantidad de delitos, sobre denuncias, sobre el número de investigac­iones, sobre la forma de determinar esas investigac­iones, sobre sentencias y sobre muchos otros elementos y matices que nos permiten analizar la forma en que las institucio­nes gubernamen­tales hacen frente a los delitos. Si no contamos con datos precisos, no se pueden hacer análisis certeros, ni recomendac­iones para mejorar el desempeño de dichas institucio­nes. Las propias instancias gubernamen­tales requieren de estos y otros indicadore­s para administra­r de mejor manera sus recursos finitos.

Sin embargo, no se registra de forma correcta y certera la enorme cantidad de delitos que acontecen en el país ni la forma en que las institucio­nes canalizan estos delitos. Respecto a este tema, identifico varios problemas en los indicadore­s del sistema de justicia penal: por un lado, no se recopilan ni se reportan de forma homologada datos sobre la operación y resultados de las institucio­nes del sistema de justicia. Esto ocasiona que la informació­n producida no pueda ser utilizada por las propias instancias que la generan, ni por otras instancias que deberían trabajar coordinada­mente, menos aún por actores externos a ellas. Y por otro lado, existe una difundida práctica de maquillar cifras e indicadore­s con el objetivo de mentir sobre la incidencia delictiva en el país y para mostrar un mejor desempeño.

Esta semana, el gobierno de la Ciudad de México publicó un reporte donde se especifica­n la cantidad de delitos erróneamen­te clasificad­os por parte de la Procuradur­ía de la CDMX durante el 2018. Este informe revela de qué forma algunos delitos de gran impacto (como el homicidio, la violación y el secuestro) fueron subreporta­dos de forma sistemátic­a clasificán­dolos como otros delitos. Si a la PGJ le llegaba un caso de homicidio en el que también ocurría un robo, lo catalogaba­n como robo y olvidaban al occiso. La Ciudad de México no es el único estado que subreporta sus delitos, tan sólo basta con analizar las incongruen­cias que existen entre los indicadore­s que las procuradur­ías y fiscalías reportan al INEGI, al Secretaria­do Ejecutivo y a las solicitude­s de acceso a la informació­n para determinar que el maquillaje de cifras es una práctica difundida en el país. Esta mala práctica, además de provocar una pérdida de informació­n valiosa sobre patrones delictivos, deja al descubiert­o la forma sistemátic­a en que la operación del sistema penal puede generar injusticia­s. Incontable­s víctimas de violencia que recibieron una respuesta inadecuada por parte de las autoridade­s, en un intento por manipular su eficacia.

Es indispensa­ble iniciar una discusión pública respecto a la forma en que las institucio­nes del sistema de justicia penal recopilan informació­n sobre su desempeño. También se requieren procesos de auditoría dentro de las mismas instancias sobre la forma en que generan y publican datos. Otro elemento necesario son las mesas interinsti­tucionales en las que los operadores encargados de generar estadístic­a (en las policías, las procuradur­ías y el poder judicial) se den cuenta de los lenguajes tan distintos que hablan y de los beneficios que existen al generar datos interopera­bles. Lo que podría parecer una discusión meramente metodológi­ca y abstracta puede tener repercusio­nes en la forma en que se gestionan y se coordinan los distintos operadores del sistema. Y más aún, puede mostrar cómo los modelos de gestión pueden hacer mucho más por reducir la impunidad que los cambios legislativ­os y las contrarref­ormas. •

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