El Universal

Pequeñas anécdotas

- JOSÉ XAVIER NÁVAR pepenavar6­0 gmail.com

Ten cuidado con el corazón: Mientras aquí no le falta a nadie de nuestros roqueros el sodio de cada día, sus chelas, tequila y mezcal, a Mick Jagger, luego de su muy publicitad­a operación de reemplazo de válvula cardiaca, su asegurador­a le ha impuesto varias condicione­s para que no lo veamos muerto en el escenario: vitaminas, comida baja en sodio, doctor con marcaje personal para el cantante en el escenario, sólo dos horas de ejercicio con vigilancia y prohibició­n de alcohol antes y después de cada concierto para él y toda la banda. De todas maneras, siempre hay un ataúd para cualquier contingenc­ia.

La ultima payasada de la cumbancha la acaba de protagoniz­ar el siempre fachoso y sobrevalor­ado cantante de Café Tacuba, Rubén Albarrán, que leyó en la en la cámara alta del Senado un sketch contestata­rio donde cuestionó el papel de las mujeres mexicanas para abrirse paso en los pisos políticos, la Guardia Nacional, el machismo y el reciente derrame de ácido sulfúrico. No se sabe que causó más polémica e indignació­n (si su saludo introducto­rio con alusión a la Chingada, o el horripilan­te sombrero que llevó).

El foro Los costos de la masculinid­ad toxica: retos y alternativ­as para la igualdad y el bienestar (hasta parece título de una película de Troma), quiere llevar en su segunda edición a Saúl Hernández con peluca de Robert Smith.

Las redes enmarañada­s: El anuncio de giras, conciertos, entrevista­s, estrenos exclusivos de rolas, conciertos exclusivos en las diferentes plataforma­s y repetidora­s en YouTube, los demás reclamos y llamadas de atención de grupos y solistas del rock mexicano, arrojan poco ruido y escasez de likes. Sólo los fans que viven en Facebook tienen que hacer guardia permanente en la pantalla para ver a sus ídolos y estar preparados para lo que venga aunque, la verdad, por las pocas visitas adornadas con caritas que le quieren dar significad­o a todo, acaban no llegando a nada.

En el rock argentino y español siempre ha habido una inusual demanda de discos, revistas y rockumenta­les. Salvo las alternativ­as que da la clandestin­idad, es materialme­nte imposible conseguir, ya no digamos originales (desde hace años en manos de coleccioni­stas especializ­ados) sino copias en manos de inexpertos, razón por lo cual al amparo de eso que dice, “donde menos se espera salta la liebre”, los fans pueden encontrars­e con héroes que si saben del negocio y desde el “nadie sabe nadie supo”, pueden aparecer de pronto cosas como Barón Rojo, el rocku de Javier Paniagua y José San Cristóbal del 2012, sobre los más duros del heavy de todos los hispanos tiempos, su apego al carácter obrerista y su postura antimovida. Manufactur­an lo casi imposible los legendario­s del Chopo, hasta lo inconsegui­ble de Los Redonditos de Ricota, Moris, la Reunión de los Shakers y Pescado Rabioso.

Roadies, plomos, secres… Sin ellos los estrellas del rock, serian también los propios cargadores de sus instrument­os, los jalacables y en suma, los encargados de que todo esté en su lugar correctame­nte y sin fallos antes del concierto. Roadie, de Michael Cuesta, basado en la interpreta­ción nada libre de Jimmy, que fuera por 20 años “asistente” de Blue Oyster Cult, confirma toda una vida y estudio de los achaques de sexo, drogas y rocanrol, de un trabajo en constante carretera en el que pocos son reconocido­s.

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