El Universal

Los liberales frente a Juárez

- Por JOSÉ ANTONIO CRESPO Profesor afiliado del CIDE @JACrespo1

El presidente López Obrador le exige a la prensa adherirse a su causa. De lo contrario, se vuelve conservado­ra, huertista, y parte del “golpe blando” que maquina la reacción en su contra. Pero hay incluso obradorist­as que, pese a respaldar el proyecto de AMLO, no necesariam­ente están de acuerdo con todo lo que hace. Coinciden con sus metas, mas no siempre con los medios elegidos (los cómos).

O bien pueden detectar incongruen­cias con su propio ideario, como aliarse con el Partido Verde, ofrecer impunidad a los corruptos o atacar a institucio­nes autónomas. Pero ni AMLO ni sus incondicio­nales parecen distinguir entre los fines y los medios; quien cuestiona los medios—haya votado por él o no—es porque está en contra de los fines (y busca que el país se hunda). Así, quien no muestra una adhesión incondicio­nal al proyecto y su aterrizaje, está contra él, sin matices.

AMLO puso como ejemplo el compromiso de los liberales con el proyecto encabezado por Juárez. Pero no todos los liberales apoyaban acríticame­nte todo lo que hiciera don Benito. Así, el general Jesús González Ortega, al quedarse con el poder inconstitu­cional mente, durante la intervenci­ón francesa: “Yo he defendido al Gobierno del Sr. Juárez con mi espada y con mi voz... pero ni honro ni he honrado a quien deshonra a mi país, a quien con un hecho oficial le grita al mundo que México no tiene leyes, porque ellas sólo sirven para romperse cuando así conviene a la voluntad de un mandarín”. Guillermo Prieto también lo cuestionó: “¿Varía de esencia que ayer se llame Santa Anna y Comonfort, y que hoy se llame Juárez el suicida?”.

Al reelegirse en 1871, Juárez no lo hizo de manera transparen­te, por lo que muchos liberales le criticaron su falta de congruenci­a con el ideal democrátic­o. Sobre lo cual escribió el general Ireneo Paz: “Por todas partes (se ha visto) que el pueblo, el verdadero, era privado de su derecho sacrantísi­mo de votar, y que era suplantado descaradam­ente por los empleados, por los militares y por todos los demás que recibían un premio en dinero sacado de las arcas públicas, por cometer aquel negro delito de lesa democracia”.

Y el político liberal Ignacio Ramírez, el Nigromante, habiendo sido nombrado magistrado de la Suprema Corte, se quejaba de que no le era pagado su salario, pues el presupuest­o se destinaba al ejército, o se iba “en ganar votaciones, en comprar las urnas electorale­s, en imponer gobernador­es a los Estados”. Y escribió: “Don Benito… ustedes reducen la política a intrigas electorale­s, a gastos secretos, a corrupción de diputados y a derramar sangre con frecuencia”. Otro ilustre pensador liberal, Ignacio Manuel Altamirano, señaló en 1883: “(Juárez) proscribió y persiguió tenazmente o mandó fusilar a liberales sin mancha, a patriotas esclarecid­os, si habían tenido la desgracia de no haberle sido adictos personalme­nte o de ofenderlo de algún modo”.

Otro liberal, Justo Benítez, dijo sobre Juárez: “Es una especie de rey de derecho divino que no se ha de creer destronado por más que la indignació­n de los pueblos llegue a su colmo, y acaso a desbordars­e”. Una editorial del Siglo XIX (periódico liberal), se dirigía a Juárez en el siguiente tono: “Habéis caído de vuestro elevado pedestal para confundiro­s con el vulgo de los hombres; érais el hombre de la ley; sóis el hombre de la ambición”.

¿Fueron traidores a la causa estos liberales críticos, o congruente­s con sus postulados frente alas inconsiste­ncias de Juárez? La historia no esenblan coy negro, un cuento infantil de héroes impolutos contra perversos irredimibl­es. Pero los políticos gustan de presentarl­a de esa forma con fines de manipulaci­ón política. AMLO es especialis­ta en ello.

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