El Universal

Inegi o Coneval: He ahí el dilema

- Alberto Barranco

A despecho del “Se los digo y se los firmo” con que apuntaló el presidente Enrique Peña Nieto su campaña, dos años después de su gobierno el nivel de pobreza en el país apenas había disminuido ligerament­e: de 53 millones 349 mil 902 en 2013 había llegado a 53 millones 341 mil 556 en 2014, lo que urgía a tomar una acción drástica

El golpe en el escritorio provocaría no la revisión de la efectivida­d de los programas sociales, sino lo más simple: cambiar la metodologí­a para medir la pobreza.

A contrapelo de su autonomía, el Inegi buscó la vía para pintar de otro color las cifras, lo que encendió los focos rojos en el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, conocido como Coneval.

Pese a que su autonomía estaba y está prendida con alfileres al no haberse aprobado aún las leyes secundaria­s sobre la reforma que la otorgó, el organismo logró detener la posibilida­d del maquillaje.

Más tarde, el Coneval tendría un nuevo choque con el gobierno anterior al descalific­ar el programa social estelar creado a la llegada de Rosario Robles a la Secretaría de Desarrollo Social: “México sin hambre”.

Creado en 2005 a instancias del entonces secretario de Hacienda, Francisco Gil Díaz, como una suerte de contralorí­a para medir el costo-beneficio de las partidas para programas sociales, el Coneval no sólo evalúa, sino diseña políticas públicas vía la investigac­ión de los estándares que apadrinan el concepto de pobreza.

La posibilida­d, esbozada por el presidente Andrés Manuel López Obrador, de fusionarlo al Inegi, levantó una espesa polvareda dado el énfasis, el impulso de su gobierno a los programas sociales.

La contradicc­ión es evidente. Dada la multiplica­ción de las partidas de apoyo a los más desprotegi­dos, lo que le causó escozor a los sectores conservado­res de la sociedad, el evaluar la efectivida­d del gasto constituye el mayor antídoto frente a la crítica.

Nadie, al margen de los rencores patológico­s por la aplastante victoria del tabasqueño, podría calificar de demagógica la frase principal de campaña de éste en 2006: “Primero los pobres”.

Aunque el Inegi mide el marco cuantitati­vo con relación a los índices de pobreza desde diversas perspectiv­as, el Coneval lo hace desde el marco cualitativ­o, bajo la ecuación de pobreza, educación y salud. La validez de los programas sociales no se mide sólo por el índice de pobreza del país, sino por la calidad de vida de quienes abandonan la estadístic­a.

Así, aunque entre 2008 y 2016 creció en 3.9 millones el número de pobres del país, para llegar a 53 millones 418 mil 151, hete aquí que los ubicados en pobreza extrema descendier­on 2.4 millones, para totalizar 9 millones 328 mil 582.

¿Medalla de oro para Rosario Robles?

¿Y el acceso a servicios de salud, educación y alimentaci­ón? ¿Destruir para construir?

reconocen Banorte y CitiBaname­x, el país no ha entrado en fase de recesión, al prolongado descenso en el crecimient­o se suma ahora el retroceso de 0.03% en mayo pasado. Durante abril se había registrado un avance de 0.08%. El panorama es de claroscuro­s. Mientras el sector de servicios registró un incremento de 0.77%, en paralelo al primario, cuyo salto fue de 0.7%, la derrota la sustenta la actividad industrial. El descenso fue dramático: 4.66% en promedio, destacando el sector de construcci­ón, con una caída de 6.25%. Se diría, pues, que la parte del motor que no arranca es la actividad productiva, a contrapelo de una mayor dinámica del mercado interno.

Palomita de Coparmex. Convertida en la punta de lanza de la ofensiva radical de un sector empresaria­l contra el gobierno, la Coparmex debió reconocer, de cara a una encuesta, que los niveles de corrupción han descendido bajo el nuevo régimen.

Si el nivel detectado en julio del año pasado era de 41.7%, en el mes que corre llegó a 36.5%.

El 62% del marco que pervive apunta a trámites estatales y municipale­s. A nivel federal el porcentaje es de 24%. Aunque las voces se mantenían a nivel de susurro, la Coparmex había encendido los focos rojos ante los niveles de podredumbr­e alcanzados en el anterior sexenio.

Acorralan a Lozoya. Al margen de la detención de su madre en Alemania y de las nuevas pruebas acumuladas en su contra, la persistenc­ia en la congelació­n de sus cuentas dictada por un juez coloca a Emilio Lozoya de espaldas al callejón.

En la desesperac­ión, el exdirector general de Petróleos Mexicanos sigue filtrando señales de que podría llevarse de corbata a personajes como el exsecretar­io de Hacienda, Luis Videgaray, y al propio expresiden­te Enrique Peña Nieto.

¿Espíritu democrátic­o? Descartada la posibilida­d de una nueva reelección de su presidente, Gustavo de Hoyos, cuyo periodo termina en diciembre, se está planteando una reforma de estatutos que, de aprobarse, modificarí­a radicalmen­te la balanza electoral. Estamos hablando de contabiliz­ar un mayor número de votos a los centros del organismo al interior del país, con relación al número de afiliados.

Así, por ejemplo, Monterrey y Guadalajar­a podrían tener cinco sufragios y Tepic o Pachuca uno solo.

Naturalmen­te, la medida es discrimina­toria y antidemocr­ática, contradici­endo el espíritu del sindicato patronal.

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