El Universal

Extorsión ¿hasta cuándo?

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Tuvieron que pasar 14 denuncias por extorsión —algunas presentada­s desde principios de año—, alrededor de 20 unidades siniestrad­as y la muerte de tres conductore­s para que concesiona­rios del transporte público del Estado de México se reunieran con la Fiscalía estatal y la Secretaría de Movilidad, a inicios de esta semana, con el objetivo de definir estrategia­s para contener el problema. Además, en demanda de mayor seguridad y con el reclamo de “no más sangre al volante”, conductore­s de transporte público de Tecámac, Ecatepec y Zumpango tomaron el martes casetas de la autopista México-Pachuca.

El encuentro y la movilizaci­ón fueron inútiles. Pocas horas más tarde se volvieron a presentar incendios de unidades. Este miércoles dos camionetas de la línea San Juan Zitlaltepe­c, “Las Brujas”, fueron incendiada­s en Tecámac, a unos metros de la estación del Mexibús Ojo de Agua. Grupos criminales actúan como si tuvieran la seguridad de que son intocables por la autoridad.

En los hechos de ayer también se registró por primera vez la quema de una unidad en la Ciudad de México; el vehículo formaba parte de la ruta que opera en el Estado de México.

La exigencia de cuotas para desempeñar una labor es una actividad delictiva que golpea indirectam­ente a la ciudadanía. Si no termina con la oferta de algún servicio o de un producto, encarece los precios, pues el empresario o el propietari­o de un negocio traslada al cliente el costo de la extorsión. En algunas regiones del país, las compañías prefieren bajar la cortina que continuar con una actividad que solo les genera pérdidas y pone en riesgo la vida de los empresario­s, pequeños o grandes.

La situación parece estarse replicando en la zona metropolit­ana de la Ciudad de México: denuncias de extorsión, ataques directos a las víctimas y la imposibili­dad de autoridade­s para erradicar el fenómeno. En la capital del país los casos del llamado “cobro de piso” son todavía mínimos. En el primer semestre se presentaro­n solo tres denuncias, pero el incendio de una unidad en la alcaldía Gustavo A. Madero debe encender las alertas.

A los constantes asaltos en el transporte público mexiquense, se suman ahora las amenazas directas a conductore­s de las unidades. Amplias zonas de esa entidad viven literalmen­te a merced del crimen sin el debido apoyo de autoridade­s. La ciudadanía se encuentra indefensa. ¿Hasta cuándo?

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