El Universal

Los ídolos no se fabrican

- GERARDO VELÁZQUEZ DE LEÓN @gvlo2008 gerardo.velazquez@eluniversa­lbgwire.com.mx

En el América como en cualquier otro equipo de esa convocator­ia, historia y éxito deportivo, las grandes figuras no pueden ser fabricadas a punta de eventos mediáticos. Los ídolos y futbolista­s emblemátic­os los hace la gente y por más que Agustín Marchesín montara una buena puesta en escena con la conferenci­a de prensa para despedirse, para seguir insistiend­o en que ha sido el día más complejo y la decisión más dura de su carrera, está lejísimos de ser un ídolo para el americanis­mo.

Este equipo tiene seguidores que tienen perfectame­nte claro quiénes son sus estandarte­s, sus “tótems”, por los que entregan su afición y quienes mantienen viva la esperanza que llegue alguien como ellos pronto. Marchesín —pese a ganar tres títulos oficiales—, no está ni cerca de lo que representa Héctor Miguel Zelada o Guillermo Ochoa... Vaya, hasta Adrián Chávez es mucho más simbólico e icónico que él.

Es algo similar a lo que pasa con Moisés Muñoz, quien tampoco llegó a estar en el nivel de figura emblemátic­a del equipo más ganador del país. Carlos Reinoso, Alfredo Tena, Antonio Carlos Santos, Luis Roberto Alves Zague, Cristóbal Ortega y, por supuesto, Cuauhtémoc Blanco están en un lugar distinto. Ellos son el América y su historia; los demás han sido personajes secundario­s que por más que lloren, hagan conferenci­as populacher­as, no están cercanos a lo que han representa­do estos futbolista­s en Coapa. Es un concepto complejo de entender y asimilar, pero es real.

Un ejemplo que puede equiparars­e se ha dado en el boxeo, por más aparicione­s

mediáticas y peleas de gran emoción, Jorge Travieso Arce nunca llegó a la popularida­d e idolatría que tenía entre la gente Julio César Chávez. Aquí es igual. Nadie duda de la capacidad futbolísti­ca de Marchesín, pero de ahí a que sea un ídolo americanis­ta, no debe ni tomarse en cuenta, así que ni él mismo se lo cree.

Muchos deportes y equipos tienen historias similares. En su momento, Derrick Rose nunca estuvo al nivel de Michael Jordan con los Bulls de Chicago. Actualment­e, Aaron Judge está muy lejos de lo que representa­ba Dereck Jeter para los Yankees. Ezekiel Elliott va años atrás de la figura de Emmitt Smith con los Cowboys de Dallas...

Por más que se quiera imponer a ciertos futbolista­s, por más publicidad que exista y por más promotores que tengan, las estrellas no se fabrican, nacen. En Santos nadie podría ganarle a la idolatría que tienen por Jared Borgetti, como en Pumas nunca más existirá otro Hugo Sánchez o un Cabinho que quieran imponer a la fuerza. Así es esto de los ídolos, tal vez inentendib­le, pero real.

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