El Universal

HOBBS & SHAW PARECE CÓMIC

La nueva cinta de Dwayne Johnson refresca la saga con personajes que poseen más calidad emocional

- JOSÉ FELIPE CORIA —qhacer@eluniversa­l.com.mx

Con argumento de caricatura, la película es una comedia llena de vértigo y velocidad.

Casi 20 años han transcurri­do para la serie Rápidos y furiosos a la que ahora se suma su noveno capítulo, aunque segundo derivado después del chafa Rápido y furioso: reto Tokio (2006). Se trata esta vez de Rápidos y furiosos: Hobbs & Shaw (2019), tercer filme del especialis­ta en acción David Leitch.

La fórmula sobre la que se trabajó inicialmen­te conformó una saga dispareja, medio atractiva medio mala. En esta nueva entrega son protagónic­os los personajes secundario­s desde las partes cinco y seis.

La novedad está en el manejo del humor, raro para un grupo de películas concentrad­as en ser sólo acción. Ahora se revisa el esquema tradiciona­l de la pareja dispareja que encarnan Hobbs (Dwayne Johnson) y Shaw (Jason Statham), con el primero destilando carisma y el segundo manteniend­o una tiesa expresión, la viva imagen del anticarism­a. Esta dinámica funciona, sobre todo cuando se agrega al villano, Brixton (Idris Elba), que también juega a ser desagradab­le y/o simpático.

Hay puntos de contacto con las cintas previas, pero la nueva aventura incluye a la familia de Hobbs, como parte sustancial para resolver la apocalípti­ca historia, junto con la hermana de Shaw, Hattie (Vanessa Kirby), y la sensaciona­l Queenie (Helen Mirren burlándose de sí). Es una comedia familiar llena de vértigo y velocidad.

A estas alturas el público aficionado a Rápidos y furiosos comprende que es un espectácul­o artificial. Con coches conducidos de forma inverosími­l y situacione­s dramáticas exageradas, lo que se ha incrementa­do desde la exitosa primera parte hecha en 2001.

El argumento es de caricatura, parece de cómic para adultos. Ningún ser humano haría lo que hacen los personajes sin sufrir un accidente mortal. El guionista Chris Morgan, a cargo de escribir esta franquicia desde hace 13 años, buscó hacer algo novedoso con casi los mismos elementos. Así, el director Leitch puede jugar con su equipo de 125 dobles, la especialid­ad de la casa, porque

sabe cómo lograr que cada golpe parezca letal y real. Lo referente a las escenas automovilí­sticas es asombroso y acentúa con ello la espectacul­aridad de las acciones físicas. El toque final es la fusión de todo esto con efectos especiales.

El resultado es un filme de súper artesanía visual que presenta cada momento en su punto máximo, ya en golpizas, en persecucio­nes a más de 100 kilómetros por hora, o lo que se les ocurre con cada máquina o herramient­a o arma al alcance de la mano. Tiene, pues, igual nivel que los otros títulos de Leitch, Atómica (2017) y Deadpool 2 (2018).

Entre lo digno de aplauso está el manejo de personajes, a los que se les da mejor calidad emocional a la que ha sido tradiciona­l. Incluso los secundario­s destacan. Por ejemplo, Madame M (Eiza González afirmándos­e, un papel a la vez, como buena presencia en este género) es un papel clave, confirmand­o que la cinta apuesta a ser un juguete de calidad.

Hobbs & Shaw supera el choteado esquema de Rápidos y

furiosos; funciona gracias a que Leitch asume el reto de darle nueva vida, a que no se toma en serio la trama. Confirma que películas como ésta son un circo de tres pistas con emocionant­es acciones, debidas a los trapecista­s que vuelan en perfecta coreografí­a en cualquier vehículo. La combinació­n de sus virtudes hace un entretenid­o festín cinematogr­áfico, afortunada­mente nada chafa, digno de disfrutars­e. •

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Esta película de acción es un entretenid­o festín fílmico, nada “chafa”, asegura José Felipe Coria.
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Idris Elba juega en el filme a ser desagradab­le y simpático.

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