El Universal

Manipular la realidad

- Por ARNOLDO KRAUS Médico

La sabiduría popular sostiene queelserhu­manoeselún­ico animal que se tropieza dos veces con la misma piedra. Idea acertada: tropezamos muchas veces y caemos otras tantas. Ignoro el origen del término, no ignoro su universali­dad: ver el mundo para confirmar. No sé si Marx lo escuchó, pero, la frase que da inicio al 18 Brumario de Luis Bonaparte, “La historia ocurre dos veces: la primera como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”, amplía la visión de la nunca despreciab­le sabiduría popular.

Las palabras de una y otra idea se entrelazan. Ser testigo de la realidad contemporá­nea da cuenta no sólo de la contumacia humana, sino de su desdén hacia la realidad y el menospreci­o propio de nuestra especie hacia la vida, hacia las calles de la vida y con los vecinos.

Verdades y mentiras siempre han sido ingredient­es de la humanidad. Es veraz la idea que sostiene que debido a la celeridad contemporá­nea nos enteramos más rápido de cualquier suceso; en ese contexto también debería ser cierto contar con elementos suficiente­s para diferencia­r entre verdad y mentira. El culmen de este fenómeno es el culmen de un suceso impensable hace dos y medio años: el ascenso, la permanenci­a y la posible continuida­d cuando Trump finalice su primer período presidenci­al. Según el Washington Post, desde que inició su nueva chamba como Rey —las cifras son del 7 de junio—, faltó a la verdad en 10,796 ocasiones.

Sus acólitos, haga lo que haga Donald, no cambiarán de opinión: cuando impera la sinrazón, un fanatismo light se apodera

del disenso con lo que las fake news y las mentiras logran su cometido: manipular a la opinión y torcer la realidad a su antojo. ¿Sirve “vigilar” a Trump o lo fortalece? Por ahora, y así considero seguirá siendo, no sólo no ha servido, lo ha entronizad­o. El conteo de sus sandeces no ha mermado su popularida­d. Ante la desinforma­ción y las estupidece­s, por inmensas que sean, su presencia no disminuye.

En el affaire Trump, y en el de otros líderes que cambian constantem­ente de opinión como Andrés Manuel López Obrador, o en aquellos que inventan y mienten con descaro como Bolsonaro, Maduro, Netanyahu o al-Assad, trastocar la realidad y edulcorarl­a se ha convertido en práctica común de la política mundial y de la aciaga cotidianei­dad de la población. Mentir es inherente a la condición humana. Mentir reditúa momentánea­mente para quien lo hace y perjudica a las personas víctimas del engaño.

Aceptar, como sugieren muchos teóricos, que el mundo siempre ha sido igual con la salvedad de que ahora todo se sabe al momento, no es suficiente para aceptar el maremotode­mentirasqu­enossacude­día a día. Y si esa frase fuese veraz, peor aún. Se ha repetido hasta el cansancio que en los genocidios del siglo pasado las naciones no actuaron porque no sabían lo que sucedía. Mentira: ¿y hoy?, ¿por qué seguimos siendo testigos y cómplices de matanzas y crímenes de lesa humanidad?

La realidad es exacta. Nuestra especie tiene la capacidad de deformarla, alimentarl­a y adaptarla según el día y las necesidade­s. Ese fracaso estrepitos­o es la simiente de fake news y de los trumps que vomitan falsedades ad nauseam.

¿Puede lidiar el ser humano con la realidad? El pájaro del Nobel de Literatura, T.S. Eliot, piensa que no: “Bueno, bueno, dice el pájaro:/ la especie humana/ no puede soportar/ demasiada realidad”. La incapacida­d humana para afrontar la realidad permite el florecimie­nto y la diseminaci­ón de mentiras y noticias falsas. La pregunta es, ¿qué hacer? El panorama es desolador, no hay “buenas respuestas”. Son demasiados los trumps: hablan idiomas distintos y tienen nombres diferentes, pero, son casi idénticos. Regresar a lo básicoesin­dispensabl­e.Educarydis­eminar principios éticos desde el hogar y la escuela podría mitigar los traspiés de nuestra especie pese a las advertenci­as de Marx y los señalamien­tos del pájaro de Eliot.

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