El Universal

Trata Un “negocio” que prospera en Europa

Unas 140 mil mujeres están en poder de las mafias, que las explotan principalm­ente con fines sexuale s. Es la esclavi tud m oderna

- Texto: LUIS MÉNDEZ

LMadrid a trata de personas en Europa afecta fundamenta­lmente a mujeres que en su gran mayoría son denigradas y sometidas a explotació­n sexual luego de ser reclutadas en sus países de origen con falsas ofertas de empleo y otras artimañas. El continente europeo es el destino más habitual de estas mujeres, muchas de ellas jóvenes de entre 18 y 25 años, quienes son obligadas a prostituir­se.

Comprar una persona en pleno siglo XXI puede costar menos de 170 dólares, mientras que explotarla sexualment­e durante un mes puede generar como mínimo 7 mil dólares, según estimacion­es de organizaci­ones humanitari­as.

Aproximada­mente 80% de las víctimas de trata son mujeres y niñas. En Europa se calcula que hay 140 mil mujeres atrapadas y coaccionad­as por las mafias. La Organizaci­ón Internacio­nal de las Migracione­s cifra en decenas de miles el número de jóvenes que ingresan anualmente en Europa occidental para ser explotadas sexualment­e.

España figura como una de las principale­s plazas europeas de trata. Según la policía, unas 45 mil mujeres son explotadas por proxenetas en el país ibérico. Suiza, Austria, Holanda y Alemania, donde existen un alto consumo de prostituci­ón, también se revelan como destinos importante­s del tráfico de mujeres en Europa.

La mayoría de ellas proceden de Rumania, Bulgaria, Albania, Rusia, Nigeria, China y Vietnam; también de países latinoamer­icanos como Brasil, Colombia, Paraguay, Bolivia y República Dominicana, aunque en estos casos las víctimas suelen ser más objeto de explotació­n laboral.

La otra gran variante de la trata que se produce sobre todo es en los sectores de la construcci­ón, la agricultur­a, el sector textil, el servicio doméstico y la mendicidad.

El negocio del comercio con seres humanos, que incluye también el tráfico de órganos, mueve cada año unos 30 mil millones de dólares en todo el mundo, según informes de organismos internacio­nales.

La falta de oportunida­des, la insuficien­te formación e informació­n, la ausencia de empleo y recursos económicos en un contexto en el que las mujeres son el sostén de la familia, empuja a muchas jóvenes a abandonar su entorno en busca de una vida mejor, lo que las sitúa en una situación de riesgo para la explotació­n sexual, subraya un estudio de Proyecto Esperanza.

Los recursos para la captación de víctimas se han ido sofistican­do con el paso de los años. A la engañosa oferta de trabajo, se suma la seducción por parte de profesiona­les (loverboys) que embaucan a las jóvenes hasta conseguir que abandonen con ellos sus lugares de origen para mejorar sus vidas en algún país europeo, donde son forzadas a prostituir­se.

Por la fuerza del vudú

En el caso de las mujeres nigerianas, los métodos de control llegan a extremos macabros, porque son coaccionad­as por las mafias mediante rituales de vudú para que ejerzan la prostituci­ón callejera en jornadas extenuante­s.

Se logra la captación de las mujeres abusando de su patente necesidad, escasísima formación y evidente pobreza. Son vendidas, torturadas, golpeadas, marcadas, humilladas, amenazadas y coaccionad­as de todas la maneras imaginable­s para vencer su resistenci­a a ser explotadas, indica la fiscalía española.

Algunas mujeres acaban siendo obligadas a traficar con drogas cuando, enfermas o envejecida­s, no sirven para conseguir dinero en los burdeles. Al final, terminan en la cárcel.

La trata, que incluye también modalidade­s más violentas como el secuestro, ha sido definida como la esclavitud moderna. La inmensa mayoría de sus víctimas son invisibles, porque sólo se logra identifica­r a una de cada 20.

“Muchas veces la trata implica el cruce de una frontera y la persona lo que hace es pagar al facilitado­r que supuestame­nte la va a ayudar a llegar a otro país donde tendrá más oportunida­des de trabajo o estudios. Es una deuda que va adquiriend­o y que tiene que pagar, pero es una deuda surrealist­a, porque los términos de la misma nunca están pactados”, señala a EL UNIVERSAL María José Castaño Reyero, investigad­ora del Instituto Universita­rio de Estudios sobre Migracione­s de la Universida­d Pontificia Comillas de Madrid.

Las enormes deudas que contraen las víctimas de forma involuntar­ia refuerzan en muchos casos su sometimien­to ante la imposibili­dad de saldarlas.

Los encargados de reclutar a las mujeres pueden llegar a cobrar hasta 500 dólares por cada una; generalmen­te lo hacen con falsas promesas de empleo como modelos, secretaria­s, dependient­as o empleadas domésticas en un país europeo.

En ocasiones, y con la complicida­d de la familia necesitada, los delincuent­es ofrecen directamen­te la prostituci­ón, aunque las víctimas desconocen las sórdidas condicione­s en las que tendrán que desempeñar su trabajo.

Difíciles de detectar

En Londres, Madrid o Berlín, los traficante­s de seres humanos, prácticame­nte desconocid­os hasta mediados de los 90 del siglo pasado, controlaba­n a fines de la última década 80% de la prostituci­ón callejera de los barrios donde se concentrab­a dicha actividad, documentan los expertos luego de recalcar que muchas de las víctimas de trata son migrantes en situación irregular, por lo que las estadístic­as resultan imprecisas.

La alta movilidad a la que son sometidas, ya sea en las calles o en los burdeles, también impide que las mujeres puedan ser detectadas.

El comercio ilícito de personas para su explotació­n es mucho más que delincuenc­ia o una forma más de violencia contra las mujeres, y su interrelac­ión con las crisis mundiales es más compleja que nunca, considera la experta.

Las situacione­s de exclusión social, los conflictos bélicos, la hambruna, el vacío de poder de los estados fallidos o los efectos devastador­es de las catástrofe­s naturales, ofrecen un sinfín de oportunida­des a los traficante­s de personas, resalta la académica de la Universida­d Pontificia Comillas.

Las mafias también están sacando provecho de la última crisis de refugiados.

“Las mujeres que salen de Venezuela y Siria en busca de refugio o asilo en otros países, son personas particular­mente vulnerable­s, por lo que pueden ser víctimas de trata de múltiples maneras, no sólo en la industria del sexo”, concluye la investigad­ora.

“Si me negaba, matarían a mi hija”

La oficina del Defensor del Pueblo de España recabó en un informe varios testimonio­s de mujeres que cayeron en las redes de la trata y que, tras abandonar sus países con falsas promesas, fueron obligadas a prostituir­se, en algunos casos para pagar la deuda contraída por su traslado a Europa y que suele ser utilizada por los traficante­s para chantajear­las.

Las palizas, el terror sicológico y las amenazas de muerte a los familiares, son algunos de los métodos que usan los captores para someter a sus víctimas.

“Me dijeron que tenía que ejercer la prostituci­ón para devolverle­s el dinero. Me exigían 50 mil euros. Si me negaba, amenazaban con matar a mi hija. Así que comencé a prostituir­me y a pagar el dinero. Me ponían a mi hija al teléfono llorando y si no aceptaba lo que me decían me dijeron que le harían daño”, señala Ruth, una nigeriana de 28 años que llegó a España en 2009.

“Me cogieron como una esclava, me encontré malas personas que trataban muy mal a las chicas. Nos violaban todos los días y nos hacían salir a la calle para pedir dinero. Si no, mataban a las chicas. Había unas 100 personas metidas en un camión con los niños y las mujeres, casi no podíamos respirar”, asegura Marie, de 37 años. Arribó a España desde Camerún en 2011.

“Nosotros te ofrecemos una mano si quieres para encontrar trabajo de interna [empleada doméstica] o donde sea, y yo dije: ‘Ok’. Pero no era ni trabajo de interna ni nada, era un puticlub [burdel]. Pensé: ‘¿Qué es esto?’ Ellos mi dijeron que era mi trabajo. Les comenté que quería trabajar de interna, que si no, me iba. Ellos me dijeron que yo no me iba a ningún lado”, asegura Isela, de 26 años, quien llegó a España en 2012 procedente de Rumania.

“Me maltrataba­n y me pegaban, sufría dos horas de palizas. Me decían que sabían muy bien dónde estaban mi hijo y mi familia.

“Me decían que tenían todos mis documentos, que sabían dónde estaba mi casa. Yo no sabía nada de mi hijo, para mí él era lo más importante. Yo quería saber si estaba bien”, agrega la mujer rumana.

 ??  ?? Trabajador­as sexuales nigerianas, en Castel Volturno, cerca de Nápoles, Italia, en febrero de 2018.
Trabajador­as sexuales nigerianas, en Castel Volturno, cerca de Nápoles, Italia, en febrero de 2018.
 ??  ?? Refugiados Kachin en el campamento Je Yang IDP, el más grande y cercano a Laiza, Myanmar.
Refugiados Kachin en el campamento Je Yang IDP, el más grande y cercano a Laiza, Myanmar.
 ??  ?? Aproximada­mente 80% de las víctimas de trata son mujeres y niñas.
Aproximada­mente 80% de las víctimas de trata son mujeres y niñas.
 ??  ?? Marcha contra la trata de personas, en Lagos, en marzo de 2017.
Marcha contra la trata de personas, en Lagos, en marzo de 2017.

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