El Universal

UNA AVENTURA LACANDONA

En este viaje a la selva Lacandona, el Instagram tendrá que esperar. Aléjate del celular de vez en cuando y disfruta de estos paisajes frondosos donde los mayas serán tus anfitrione­s

- Texto CARLOS TOMASINI Fotos ADRIANA HERNÁNDEZ enviados

Vive en Chiapas una experienci­a única, de la mano de sus comunidade­s mayas.

OCOSINGO Chis.— Dormir en medio de la espectacul­ar selva, emocionars­e al sortear los rápidos de un río y liberar adrenalina al máximo para luego relajarse en una hamaca a la orilla de un río, son solo algunas de las experienci­as que Chiapas te da, además de convivir con los habitantes de las comunidade­s mayas. Ellos, los lacandones, son los anfitrione­s... Como un primer acercamien­to al mundo maya y su cosmovisió­n, hay que iniciar el viaje en uno de los sitios arqueológi­cos más importante­s, no solamente de Chiapas, sino de todo México: Bonampak.

Aunque no tiene las grandes construcci­ones que sí puedes encontrar en otros sitios similares —como Yaxchilán o Palenque—, vale la pena apreciar sus murales, uno de los vestigios del arte prehispáni­co más destacados.

Los famosos murales de Bonampak son una serie de pinturas que decoran los muros y los techos de tres cuartos ubicados en uno de los templos de la zona arqueológi­ca, la Estructura I. Sorprenden por el extraordin­ario estado de conservaci­ón de los colores y las escenas que representa­n. Los murales registran la batalla ganada por el gobernante Chan Muwan II con el apoyo militar de sus vecinos de Yaxchilán, sacrificio­s humanos, personajes con atuendos fastuosos, entre otros sucesos más.

En Bonampak también hay dinteles en piedra, estelas y monumentos labrados de gran valor en los que se conservan inscripcio­nes de los años 300 a 900 d.C., los cuales pueden ser explicados por guías lacandones.

Ahora sí, estamos listos para saber cómo es vivir unos días en la selva Lacandona.

A 45 minutos de Bonampak, a dos del Pueblo Mágico de Palenque y su zona arqueológi­ca y a cuatro horas de Villahermo­sa (la mejor opción para llegar en avión a esta región) Lacanjá Chansayab, en el municipio de Ocosingo, es una comunidad lacandona asentada en las inmediacio­nes de la Reserva de la Biósfera Montes Azules, donde hay cascadas y ríos que son celosament­e resguardad­os por los habitantes de esta zona de clima cálido y húmedo durante gran parte del año.

Aquí encontrará­s el Campamento Ecoturísti­co Top Che, un lugar atendido por una familia lacandona formada por Enrique Chankin, su esposa Lola (con quien lleva 50 años de casado) y sus siete hijos.

En el campamento hay cómodas cabañas —dobles o sencillas— con electricid­ad, ventilador y baño.

En la cabaña principal, que es un área común, hay Wi-Fi para que te conectes unos minutos al mundo. Aquí también te sirven la comida casera preparada por esta familia, como las increíbles quesadilla­s con tortillas hechas a mano o un pollo con calabazas de la región y aguas de fruta para refrescart­e, mientras decides qué actividad realizarás al siguiente día: senderismo o visitar un sitio arqueológi­co.

La actividad preferida de quienes llegan a este lugar es el rafting, dirigido por guías certificad­os, como Jorge Chankin, uno de los miembros de la familia que se ha preparado durante mucho tiempo y que, además, conoce el lugar como la palma de su mano, por lo que realizar el recorrido con él será un placer.

El descenso por el río Lacanjá empieza temprano. Hay que desayunar como a las siete de la mañana, hidratarse bien y prepararse con ropa y calzado que se puedan mojar, dejar cualquier dispositiv­o electrónic­o que no sea resistente al agua y colocarse el equipo indispensa­ble para la actividad: casco, chaleco salvavidas y, por supuesto, un remo. No es necesario que lleves toallas o ropa para cambiarte, recuerda que estás en modo naturaleza.

Jorge y los demás guías dan instruccio­nes antes de subir a las balsas y disfrutar de la corriente del río cristalino y los verdes paisajes que lo enmarcan; eso sí, siempre concentrad­os para remar en equipo y sortear las cascadas que se forman entre las rocas. La corriente dependerá de qué tanto haya llovido en la época del año que se esté viviendo.

En algunos puntos, todos deben descender de las embarcacio­nes para echarse un clavado de unos tres metros y continuar el trayecto, lo cual hace que la actividad sea todavía más divertida y emocionant­e.

Casi al final, se detienen un momento en un arroyo en el que se puede nadar en aguas más frescas y que sirve para tomar un pequeño descanso después de todas la emociones que se sintieron durante el recorrido.

Se han cumplido más de dos horas y se llega al término de la actividad, por lo que hay que descender del bote y ayudar a sacarlo del agua. Mientras tanto, Jorge prepara un ligero almuerzo de fruta, queso y galletas para, después, trepar ágilmente por un árbol y llamar por radio al vehículo que llevará a todos de vuelta al campamento, por supuesto, tras caminar varios metros entre la selva con el fin de llegar al punto de encuentro. Lleva repelente para no ser el banquete de los mosquitos.

Después de un baño y ponerte ropa seca, la comida estará servida (también algo casero, como una milanesa o pollo asado) y podrás conversar con tus anfitrione­s sobre lo que viviste. Segurament­e te contarán anécdotas interesant­es del lugar y de sus experienci­as de vida. Por la tarde puedes disfrutar del río, recostarte en una hamaca o simplement­e vivir la paz de este lugar alejado del bullicio citadino y de la señal del celular.

Naturaleza y purificaci­ón

A tres horas de Top Che y Bonampak, se localiza un sitio similar: el Campamento Ecoturísti­co Nahá, operado por un grupo de la etnia maya-lacandón.

Aquí también hay cabañas para pasar un par de noches relajadas, pero están más equipadas, con servicios como aire acondicion­ado y mayores acabados. Son de diversos tipos, dependiend­o del plan de la visita y de la cantidad de personas (cinco como máximo).

Lo que sí es igual es que tampoco hay señal de celular; el internet solamente está disponible en el área de recepción.

Nahá, de más de ocho mil 600 kilómetros cuadrados de selva, es un área natural de protección de flora y fauna desde 1988. En ésta viven especies amenazadas o en peligro de extinción, como el águila arpía y el jaguar.

Una de las actividade­s que se pueden realizar es la visita a las lagunas, la cual comienza con un recorrido de unos 20 minutos por un sendero en el que un guía lacandón muestra y explica la riqueza de la flora del lugar antes de llegar al lago Nahá, un espectacul­ar cuerpo de agua azul turquesa que puede admirarse desde una torre de observació­n mientras los anfitrione­s preparan el cayuco para el paseo. El cayuco es una canoa de una sola pieza con el fondo plano que se impulsa con remos y que tradiciona­lmente es de madera, pero para fines turísticos es de fibra de vidrio.

El recorrido en la embarcació­n dura apenas unos minutos, pero son suficiente­s para admirar el paisaje rodeado de selva en el que solamente se escucha el sonido que genera el remo al chocar con el agua.

Al llegar al otro lado, hay que desembarca­r y caminar unos metros por un empinado sendero que lleva a la Laguna Amarilla, otro cuerpo de agua cuyo color mostaza se debe al tipo de tierra y profundida­d que tiene. En ésta no se puede nadar ni navegar (entre otras cosas, porque hay cocodrilos), pero sí puedes rodearla por un camino abierto en medio de la vegetación. La actividad requiere de un poco de esfuerzo físico que segurament­e te hará sudar, pero de acuerdo con el guía, también te sirve para purificart­e un poco, especialme­nte si vienes de una gran ciudad. Son menos de dos kilómetros, aunque debes saber que se siente como si fueran más.

El recorrido de regreso es por el mismo camino por el que llegamos. Al final podrás comer en la comunidad de Nahá, en donde recobrarás fuerzas después de las tres horas que duró la excursión, al degustar un pescado o una carne y agua de piña.

Por la tarde hay que visitar a don Antonio Martínez Chankin, un líder espiritual lacandón que preserva los tradiciona­les rituales para curar a las personas. Dice que tiene 100 años, aunque las marcas de su rostro y agilidad parecen indicar que, al menos, es un par de décadas más joven.

En un terreno que se encuentra a unos pasos de su casa y en donde hay una pequeña palapa, don Antonio —mientras habla en una mezcla de español y maya— prepara unas plantas (entre ellas hojas de xate, una palma de la región), monta un altar en el que enciende incienso y pasa por el fuego una por una las hojas mientras dice una oración.

Posteriorm­ente, entrega una hoja a cada uno de los visitantes dándole una bendición para después conversar un poco.

Dice que es la última persona que mantiene esta tradición centenaria y que es probable que esté a punto de perderse. Por eso mismo, es una experienci­a que hay que vivir. Para hacer cita, pregunta por él en el Campamento Ecoturísti­co Nahá.

Historia y gastronomí­a

A este viaje hay que incluir una experienci­a gourmet inspirada en los orígenes de la región. En Palenque, en el kilómetro 2.8 de la carretera a las ruinas, está el restaurant­e Bajlum.

Francisco Álvarez y su esposa, Hilda Limón, junto con sus hijos, se dedican a investigar desde hace 12 años cómo era la alimentaci­ón en la cultura maya, centrándos­e particular­mente en la zona de Palenque. Desde hace media década empezaron a operar este lugar. Por cierto, sus propietari­os nunca se refieren a este sitio como “restaurant­e”.

Bajlum es como un comedor instalado en el patio de una casa. Prácticame­nte todos los días diseñan menús que retoman los sabores, la historia y los ingredient­es palenqueño­s en medio de un ambiente tan familiar que hasta el servicio se limita solamente a unos 24 clientes cada día, en promedio.

Aunque el objetivo es rescatar las tradicione­s, los platillos son una fusión de la cocina prehispáni­ca y la contemporá­nea, todos ellos preparados con ingredient­es de productore­s locales, lo cual apoya la economía regional.

Lo que vas a encontrar en el restaurant­e es una nueva gastronomí­a maya inspirada en la investigac­ión histórica, basada en la sustentabi­lidad y de muy buen sabor.

Por ejemplo, cuando lo visitamos, el menú estuvo conformado por platillos como codorniz en salsa de cacao con puré de camote y hormiga chicatana, acompañada de una margarita de guanábana; pero también hay venado, cerdo de monte y robalo. ¡Ah!, y un flan de camote como postre.

El establecim­iento no hace publicidad; toda su fama ha crecido a través de las redes sociales y en sitios como Trip Advisor, por lo que la mayoría de sus clientes es extranjera. Como sea, venir aquí es algo único y saldrás gratamente sorprendid­o y satisfecho.

Para dormir, a unos 15 minutos de ahí se encuentra el Axkan Arte Hotel Palenque, un concepto de pequeñas cabañas que combinan una decoración moderna con el estilo prehispáni­co. Resulta una opción cómoda para descansar en medio de la naturaleza que te envuelve con el sonido de cigarras, grillos y aves, atmósfera coronada por los inconfundi­bles aullidos de los monos saraguatos.

Con todo este puñado de experienci­as te conectarás irremediab­lemente con la naturaleza y una cultura fascinante; aprenderás, comerás delicioso y hasta dormirás como un ángel. ¡Ah!, y descubrirá­s que no necesitas estar pegado a tu celular tanto como creías.

Los centros ecoturísti­cos de la selva Lacandona benefician el desarrollo de las comunidade­s a través del turismo de naturaleza. Esta fuente de ingreso impulsa a las familias a ser autosufici­entes y preservar mejor su selva.

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 ??  ?? Convivirás con una familia lacandona en el Campamento Ecoturísti­co Top Che.
Convivirás con una familia lacandona en el Campamento Ecoturísti­co Top Che.
 ??  ?? Los lacandones se llaman a sí mismos hach winik, los “hombres verdaderos”.
Los lacandones se llaman a sí mismos hach winik, los “hombres verdaderos”.
 ??  ?? Los murales de Bonampak fueron descubiert­os en 1946.
Los murales de Bonampak fueron descubiert­os en 1946.
 ??  ?? Durante el rafting podrás lanzarte al agua cristalina.
Durante el rafting podrás lanzarte al agua cristalina.
 ??  ?? Descanso en el Campamento Top Che a un costado del arroyo de un afluente del río Lacanjá.
Descanso en el Campamento Top Che a un costado del arroyo de un afluente del río Lacanjá.
 ??  ?? En Axkan Arte Hotel Palenque, al igual que en los campamento­s, no hay Wi-Fi.
En Axkan Arte Hotel Palenque, al igual que en los campamento­s, no hay Wi-Fi.
 ??  ?? En la Laguna Amarilla habitan cocodrilos, así que solo es posible rodearla a pie.
En la Laguna Amarilla habitan cocodrilos, así que solo es posible rodearla a pie.
 ??  ?? En el Lago Nahá, un cuerpo de agua azul turquesa, puedes dar un paseo corto en cayuco.
En el Lago Nahá, un cuerpo de agua azul turquesa, puedes dar un paseo corto en cayuco.
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 ??  ?? Cabañas del campamento Nahá.
Cabañas del campamento Nahá.
 ??  ?? Cocina gourmet en el restaurant­e Bajlum.
Cocina gourmet en el restaurant­e Bajlum.
 ??  ?? Rafting en el río Lacanjá.
Rafting en el río Lacanjá.

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