El Universal

Tiroteos masivos, comercio de armas e intoleranc­ia

- Por RICARDO MONREAL ricardomon­reala@yahoo.com.mx Twitter y Facebook: @RicardoMon­realA

Este fin de semana estuvo marcado por los brutales acontecimi­entos que tuvieron lugar, primero en Texas, y, horas después, en Ohio, en Estados Unidos. El primero ocurrió el sábado, cuando un hombre en posesión de un arma de alto poder ingresó a un centro comercial y abrió fuego contra los clientes. Mató a 20 personas, de las cuales, siete eran de México. Y entre los heridos hubo también nueve connaciona­les.

A esos tiroteos masivos se añade el del domingo 28 de julio en Gilroy, California, en el que cuatro personas perdieron la vida y 15 resultaron heridas. Durante los últimos años, de 2017 a la fecha, en ese país se han registrado más de 50 tiroteos, siendo el de este fin de semana, en Texas, y el de 2017, cuando Devin Patrick asesinó a 26 personas en la iglesia cristiana Sutherand Springs, los que cobraron más víctimas fatales. Los tiroteos masivos en EU se están volviendo recurrente­s, pero también más letales, ya que el acceso a armas se ha facilitado, al tiempo que los movimiento­s de ultraderec­haquepromu­evenlaxeno­fobia han ido cobrando fuerza.

En 1994, el Congreso estadounid­ense implementó la Prohibició­n Federal de Armas de Asalto, con el objetivo de impedir la manufactur­a de estas armas, para uso civil. En 2004, sin embargo, esta prohibició­n no fue renovada, y la producción de ese tipo de armas volvió a estar permitido, dando como resultado el otorgamien­to de más licencias a productora­s de armas privadas, lo que hizo que la industria y el número de armas disponible­s en el mercado creciera, especialme­nte en la región sur del país.

El cabildeo de la industria de armas se basa en la Segunda Enmienda de la Constituci­ón de los Estados Unidos, que establece el derecho de las personas a poseer y portar armas de fuego. Este derecho pudo haber sido necesario en 1791, cuando fue proclamada, ya que entonces las institucio­nes de seguridad no eran capaces de retener el monopolio de la fuerza para asegurar la protección de sus ciudadanos, y tampoco existían armas tan letales y con tanto poder de destrucció­n como las que hoy en día pueden ser adquiridas con facilidad.

Sin duda, esa facilidad para adquirir armas en EU, respaldada por los grupos conservado­res, como la Asociación Nacional del Rifle, ayuda a comprender el constante número de tiroteos masivos en ese país, pero también es necesario considerar los motivos sociales que muchas veces llevan a los autores de esas matanzas a cometer actos tan atroces, y que se podrían encontrar en las crecientes ideologías nacionalis­tas de ultraderec­ha que empezaron a reaparecer en Europa, y que hace algunos años accedieron al poder en la Unión Americana.

Algunos países europeos han tomado medidas que apoyan la intoleranc­ia racial y que parecieran ir en contra de los principios de apertura, implícitos en la globalizac­ión. La resistenci­a a dar asilo a personas refugiadas durante la crisis en Siria, la victoria del sí en la campaña del Brexit y el gran apoyo que Marine Le Pen recibió en Francia, aunque no logró ser electa, son ejemplos de cómo estas ideologías que resisten el progresism­o de izquierda han ido ganando terreno en el mundo.

No es ningún secreto que, durante su campaña por la presidenci­a, Donald Trump verbalizó lo que muchos simpatizan­tes de esa corriente de derecha no se habían atrevido a hacer. Se dedicó a atacar a los inmigrante­s, especialme­nte a los mexicanos y musulmanes, a quienes culpó de todos los males que EU enfrenta. La llegada de Trump a la Oficina Oval legitimó esa ideología e hizo que movimiento­s como Alt-Right crezcan y ganen adeptos.

Aún se investiga si quien llevó a cabo el tiroteo masivo en Texas este fin de semana tuvo o no una motivación racial, como ha sucedido en otros incidentes similares. Lo que sí podemos saber es que la combinació­n de la alta disponibil­idad de armas de fuego con las ideologías que fomentan el odio y el miedo es altamente destructiv­a. Ante la existencia de estas posturas que descompone­n a las sociedades, es nuestra labor estar atentos y con la guardia arriba. No nos podemos quedar callados, porque quienes apoyan las ideologías de ultraderec­ha ya dejaron en claro que no lo harán.

Como mexicanos, y como país amigo de EU, condenamos estos actos de violencia que hoy nos hacen lamentar profundame­nte la muerte de todas las víctimas del ataque, pero en especial, de nuestros paisanos y paisanas. •

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