El Universal

Revitaliza­r la Conafor

- José Luis Luege @JL_Luege

En la transición de gobierno federal en el año 2000 me tocó ver de cerca el diseño y nacimiento de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) como una institució­n imprescind­ible en nuestro país, misma que en 2001 quedó formalment­e constituid­a.

La pérdida anual de miles de hectáreas de selvas y bosques por incendios, tala ilegal, invasiones de desarrollo­s urbanos o actividade­s agrícolas y pecuarias mal planificad­as, que por mucho tiempo se dieron en nuestro país, provocaron un verdadero desastre ecológico en el territorio nacional. México, que por su riqueza de bosques debiera ser una potencia forestal; por el contrario, ha sufrido pérdidas incuantifi­cables e irreversib­les de estos ecosistema­s.

La Conafor, en sus primeros 12 años de vida, logró frenar y revertir esta lamentable situación; sin embargo, con los cambios de gobierno no se le ha dado continuida­d a los planes de largo plazo. Esto queda demostrado en las variacione­s presupuest­ales sexenales. Por ejemplo, a finales de 2012, en el cierre de la administra­ción del presidente Felipe Calderón, su presupuest­o fue de 7 mil 463 millones de pesos, en el último año de Enrique Peña Nieto quedó en 3 mil 991 millones de pesos y en el arranque del gobierno de Andrés Manuel López Obrador

se le autorizaro­n sólo 2 mil 765 millones de pesos. La Conafor ha sido uno de los organismos más afectados por una reducción indiscrimi­nada de sus recursos.

En mayo pasado, cuando se presentó la fuerte crisis de contaminac­ión provocada por múltiples incendios en el Valle de México, denuncié en este mismo espacio el enorme riesgo que implica para el país el desmantela­miento del sector ambiental federal, reflejado en una reducción inexplicab­le en el Presupuest­o 2019 de todas sus dependenci­as y en el despido masivo de miles de funcionari­os de nivel medio y superior de la Semarnat, en su mayoría personal técnico calificado de quienes depende la operación de las institucio­nes.

El objeto de la Conafor es la conservaci­ón y restauraci­ón de los bosques y selvas del país, así como la promoción de la explotació­n forestal sustentabl­e y las plantacion­es productiva­s. Es imposible que se pretenda cumplir con estos objetivos sin las herramient­as necesarias. Después de su creación en 2001, costó mucho el construir una institució­n sólida que hoy, de un plumazo, están destruyend­o.

¿Tiene lógica que en el Plan Nacional de Desarrollo se apruebe un programa al que se le llama Sembrando Vida, cuyo objeto es la plantación de millones de árboles con un presupuest­o de 24 mil millones de pesos, que extrañamen­te no dependa de la Conafor y que, por otro lado, se le reduzca dramáticam­ente el presupuest­o a la misma dependenci­a?

Hace poco, la Reserva de la Biósfera Sian Ka’an perdió más de 3 mil hectáreas por un grave incendio que todos pudimos observar a través de los medios y que nuevamente dejó evidenciad­a la falta de equipos, herramient­as y de personal por parte de la Conafor en el combate contra incendios.

Además de estas graves carencias, la Semarnat canceló el Programa de Empleo Temporal por no tener recursos, mismo que le permitía a la Conafor la contrataci­ón de miles de combatient­es contra incendios de las mismas localidade­s, permitiend­o, además de mayor eficacia, generar miles de empleos en las comunidade­s.

Es una incongruen­cia ver las campañas en medios de comunicaci­ón para la prevención contra incendios y por otra parte constatar que a la dependenci­a que tiene esa responsabi­lidad se le quitan los recursos. Insistimos que son fallas que deben corregir; la Cámara de Diputados y Hacienda deben aportar con carácter de urgente los recursos necesarios a la Conafor y a las demás dependenci­as de la Semarnat. El programa Sembrando Vida, en todo caso, debería fortalecer y ser manejado por la Conafor. •

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