El Universal

Cultura sí, pero transparen­te

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Uno de los ejes que guían a la cultura en el actual gobierno federal es el Programa Nacional de Cultura Comunitari­a, que busca promover “el ejercicio efectivo del derecho a la cultura de personas, grupos y comunidade­s, en especial aquellas que han quedado al margen de las políticas culturales”. Pretende también reconocer las expresione­s locales y “utilizar el poder del arte y la cultura para la transforma­ción social”. Un proyecto ambicioso que ha exigido para este 2019 un presupuest­o de 400 millones de pesos, de los 675 millones que ejerce la Dirección General de Vinculació­n Cultural, de la cual depende.

El ejercicio de los recursos marcha en medio de claroscuro­s, de acuerdo con informació­n que durante tres días ha publicado EL UNIVERSAL.

En primer lugar se generó una virtual nómina paralela para echar a andar el programa. Mientras se daban despidos de más de mil trabajador­es en la dependenci­a, 630 personas fueron contratada­s vía outsourcin­g para desempeñar tareas de facilitado­res, capacitado­res, operadores, tallerista­s, promotores, etc., con salarios de entre 8 mil y 22 mil pesos mensuales.

En segundo lugar, existe el riesgo del uso discrecion­al de recursos debido a la falta de reglas claras de operación. La

Dirección de Vinculació­n Cultural reconoce que el ejercicio de 200 millones de pesos para pagar a artistas, creadores ancestrale­s y producción de eventos, “difícilmen­te podrá ser objeto de comprobaci­ón”; agrega que tampoco será posible comprobar por qué se dio un precio determinad­o a un saber ancestral. A falta de facturas, en algunos casos se utilizarán “recibos comunitari­os”. El argumento es que hay procedimie­ntos en la Ley de Adquisicio­nes que no correspond­en con la realidad comunitari­a o con la realidad cultural. En los hechos, desde ahora se dice que habrá vacíos para justificar la forma en que se utilizó el dinero público.

Por último, en la informació­n que aparece hoy en la sección Cultura se detalla que en la identifica­ción de los “agentes” culturales en las distintas regiones del país se necesita de “sensibilid­ad” para determinar a quiénes se les puede considerar así. En otras palabras, la asignación de recursos se basará ampliament­e en la intuición.

El país es una mezcla de distintas culturas. Aquellas que prevalecen en comunidade­s étnicas deben tener todo el reconocimi­ento, pero no son las únicas. Es encomiable que se trate de rescatarla­s y que se destinen millones de pesos para tal fin, pero desde ahora deberían evitarse acciones poco transparen­tes. Tan importante es eso como recordar que México se entiende más bien como una nación multicultu­ral.

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