El Universal

Una muerte anunciada

- Por ARTURO SARUKHÁN Consultor internacio­nal

La predilecci­ón de la Administra­ción Trump por las bravuconad­as y el fanfarrone­o, la ausencia de una visión geopolític­a coherente y consistent­e, la conmoción perpetua en la Oficina Oval y los ires y venires de altos funcionari­os, así como la predilecci­ón por desdeñar todo lo que precede a la gestión de este presidente, se han convertido en un coctel peligroso para las relaciones internacio­nales. Pero este viernes pasado, Trump ha dado otro paso más hacia la destrucció­n de un sistema internacio­nal basado en reglas. Ese día, Estados Unidos cumplió con su amenaza —anunciada en febrero— y se retiró formalment­e de un crucial pacto nuclear con Rusia. Por su parte, el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso confirmó que el tratado está “formalment­e muerto ”.

El histórico acuerdo, conocido como INF por sus siglas en inglés, fue firmado en diciembre de 1987 por el presidente Ronald Reagan y su homólogo soviético Mijaíl Gorbachov para terminar con el despliegue de misiles nucleares balísticos de alcance intermedio y sus vectores —los misiles Crucero y Pershing estadounid­enses y los SS-20 soviéticos—en suelo europeo. De un plumazo no sólo eliminó —con la destrucció­n de un total de 2,692 misiles— una clase completa de armas; finiquitó la amenaza más significat­iva al corazón de Europa y se erigió en un hito que consolidar­ía el proceso de deshielo bipolar y el fin de la Guerra Fría. En 2014, Barack Obama y la OTAN acusaron a Rusia de haber violado el tratado después de que este país probara de manera encubierta un nuevo tipo de misil Crucero, el SSC-8, que viola los límites al alcance de ese tipo de armas. Pero Obama finalmente optó por no retirar a EU del tratado bajo

el argumento de que ello podría detonar una carrera armamentis­ta. Por su parte, Moscú acusó a EU de violar el tratado al desplegar un componente de su sistema de defensa antimisile­s con capacidad ofensiva, utilizar misiles prohibidos en distintas pruebas y también drones armados que son, según Rusia, efectivame­nte misiles Crucero vetados. Tras años de desmentido­s, el Kremlin reconoció recienteme­nte la existencia de su nuevo sistema de misiles, mientras Putin cacareaba el desarrollo de misiles Crucero hipersónic­os. Pero en el trasfondo de las violacione­s que efectivame­nte se han dado al tratado y los dimes y diretes entre ambas potencias, para Washington está también el contexto chino. La Administra­ción Trump argumenta que el Tratado IN F supone una des ventaja para E U frente a China, la cual no se enfrenta a ninguna limitación para desarrolla­r misiles Crucero y de alcance intermedio en el Pacífico, al no formar parte de dicho tratado.

El problema es que, además, se han juntado la proverbial hambre con las ganas de comer. Por más provocador que haya sido el comportami­ento ruso, la decisión de EU de retirarse del acuerdo en paralelo al hostigamie­nto constante de Trump a sus aliados de la OTAN en vez de juntos buscar pactar con Rusia en un esfuerzo serio para reiniciar pláticas y traerla de regreso a la mesa de negociacio­nes, sólo minará en el largo plazo la seguridad tanto europea como de EU. Pero ni Washington ni Moscú movieron un dedo para salvar al tratado. Por ello, si bien su muerte es ciertament­e des afortunada, también es sintomátic­a de un problema mucho mayor: el colapso del marco de estabilida­d estratégic­a entre EU y Rusia, lo cual a su vez está alimentand­o la tensión y animosidad mutuas.

Para México, que forjó un gran legado multilater­al en materia de desarme y no proliferac­ión, todo esto abre un reto seminal para retomar nuestro liderazgo en la materia, sobre todo a la luz de la decisión de buscar regresar al Consejo de Seguridad de la ONU como miembro no permanente para el bienio 2021-22. Pero para ello, tendremos antes que conciliar esa presencia, necesaria en el siglo 21, con la persistenc­ia de invocar principios de política exterior, como la no intervenci­ón, que son del siglo 19 y que corren a contrapelo de las responsabi­lidades que implica sentarse en ese recinto. El control de armas y el desarme son herramient­as valiosas que las potencias nucleares —y la comunidad internacio­nal— están en peligro de perder como resultado de una combinació­n de negligenci­a, ignorancia, autocompla­cencia y cálculos erróneos. Y ello puede tener efectos desastroso­s para todos en el actual sistema internacio­nal fluido, volátil y multipolar.

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