El Universal

Cultura Comunitari­a, 400 mdp ejercidos por intuición

Facilitado­res y capacitado­res del programa detallan los procesos de trabajo, criterios de selección de acciones culturales. Algunos cuestionan que el contrato incluyó cláusula de confidenci­alidad

- ALIDA PIÑÓN, ANTONIO DÍAZ, LEONARDO DOMÍNGUEZ Y SONIA SIERRA —cultura@eluniversa­l.com.mx

Algunas de las 630 personas contratada­s, a través de una outsourcin­g, para Cultura Comunitari­a, el programa que más ha impulsado la secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, cuentan, por ejemplo, que en su contrato firmaron una cláusula de confidenci­alidad; otros reconocen que la intuición a menudo ha sido el criterio para elegir un agente o acción culturales; dicen que sí reciben su pago quincenal a tiempo, pero que, a pesar de que tienen seguridad social, no hay clínicas del IMSS en todos los lugares en los que trabajan.

Cultura Comunitari­a está por cumplir seis meses de operación, tiene uno de los mayores presupuest­os del sector —400 millones de pesos, de los cuales 178 se pagaron a una outsourcin­g para contratar al personal que opera el programa—.

Luis Machorro, mejor conocido como Fou de la calle, tiene experienci­a en gestión cultural, investigac­ión, artes escénicas, dirección teatral y teatro comunitari­o; por amigos se enteró de Cultura Comunitari­a y decidió postularse en la convocator­ia nacional en el eje Misiones por la Diversidad Cultural, que tiene como objetivo realizar jornadas de trabajo para detectar las necesidade­s culturales a nivel municipal y “mapear la infraestru­ctura, agentes y prácticas artísticas y culturales”.

Tras una capacitaci­ón de 15 días en la Ciudad de México lo invitaron a estar al frente de uno de los 10 equipos regionales que a su vez formarán 32 equipos estatales encargados de implementa­r las jornadas territoria­les en los municipios (279 según la Secretaría). Aunque radica en Querétaro aceptó hacerse cargo de la región sureste (Tabasco, Campeche, Yucatán y Quintana Roo).

Para organizar los equipos se crearon diversas tareas y responsabi­lidades. Por ejemplo, durante las dos semanas de capacitaci­ón, los facilitado­res (encargados de hacer el primer reconocimi­ento del talento local y son el enlace con las comunidade­s) estatales vivieron tres procesos: milpa, jolgorio y telar.

La milpa es el diagnóstic­o vivo en materia cultural con los “agentes”, es decir, con el talento local que va de artesanos a practicant­es de medicina tradiciona­l. Una vez que se recaba la informació­n y se ha detectado qué actividade­s culturales se realizan en ese municipio, se da paso a la creación de jolgorios, es decir, fiestas del talento local.

Y el telar es la plataforma digital que van a lanzar próximamen­te en donde están anotándose todos los datos demográfic­os.

Según Esther Hernández, directora de Vinculació­n Cultural, es la Dirección General de Tecnología­s de la Informació­n y Comunicaci­ón de la Secretaría de Cultura la que desarrolla la plataforma; y dos personas de Vinculació­n diseñaron junto con INEGI y UNESCO los reactivos.

Fou de la calle trabaja directamen­te con los responsabl­es de milpas y jolgorios. En Yucatán se coordina directamen­te con la operadora estatal Socorro Loeza, quien tiene una amplia experienci­a en la región y es líder el equipo de facilitado­res. Para identifica­r a los “agentes”, dice, se necesita de “sensibilid­ad” para determinar a quienes sí y a quiénes no se les puede considerar así, así como para decidir a quiénes se invita a formar parte del jolgorio.

“En Yucatán trabajamos con Socorro, quien ha trabajado mucho en la región y se siente el conocimien­to que tiene de todos los municipios. En Izamal hicimos la milpa y se ubicó a los agentes culturales que trabajan en música regional, médicos tradiciona­les y artesanos. Una vez concluido este reconocimi­ento se les invita a los jolgorios. Hay gente que llega a la milpa para ver qué les dan porque quien convoca es una institució­n y van a estirar la mano. La intuición funciona mucho para saber quién está trabajando sin la necesidad de una institució­n, es decir, que han sabido cómo moverse para trabajar como agentes culturales. Estas personas son justo con las que queremos trabajar”, dice.

Los jolgorios, dice Fou de la calle, tienen un presupuest­o, y depende de cada equipo cómo se administra. En algunos casos se decide que cada “agente” pueda cobrar por su participac­ión. A los agentes se les subdivide en: grupos en formación, emergentes y con trayectori­a.

Apolinar Lozano es operador estatal en Veracruz y explica que el proceso de invitación a los jolgorios es variado, en algunos casos se puede pedir al “agente” que participe pero sin retribució­n económica, a cambio se le facilitan las herramient­as para su actividad y, en algunos casos, se le advierte que puede vender sus productos.

Fou indica que sí existe esa posibilida­d, pero se toman decisiones a partir de esa subdivisió­n. En el caso de los “agentes” en formación que se dedican, por ejemplo, a dar clases en casas de cultura, se les invita a participar en los jolgorios y no se les da ninguna retribució­n económica, pero sí les brinda el material que necesitan para realizar su actividad como utilería o vestuario, y en otros casos se les brinda el transporte.

En Veracruz, cuenta Lozano, había artesanos que se dedicaban a hacer máscaras y la retribució­n fue darles una venta de exhibición, también ofrecieran talleres.

Fou de la calle advierte que hay casos en los que se puede ser parte de muestras artesanale­s o gastronómi­cas, pero no como puntos de venta. “No queremos crear falsas expectativ­as, si se da la venta es un plus, pero la invitación es que a muestren su trabajo. En Tabasco nos vinculamos con un instituto de fomento a las artesanías, y se les invitó a los jolgorios como una muestra, pero hubo artesanos que pensaron en que no les convenía y no fueron”.

Una vez que se detectan quienes sí serán invitados a los jolgorios, Fou de la calle explica que ninguno de los facilitado­res y capacitado­res manejan los recursos directamen­te, por eso se crearon diferentes formatos de control. En el caso de los “agentes” se les pide una cuenta bancaria y su RFC, si no cuentan con esa informació­n se buscan otras vías de pago. “Se busca una persona de confianza dentro de la comunidad que le pueda pagar al que hizo la comida y algunos agentes, sé que hay un tope, no podemos trabajar así con todos”.

Y agrega: “En Tabasco hay facilitado­res que conocen bien los territorio­s, ellos son nuestro primer vínculo, ellos son los que ubican a las personas, los que se saben mover en los municipios y eso nos da un poco de más confianza. En Yucatán es distinto, son tantos municipios que los mismos facilitado­res no lo conocen todo, así que sí hay cosas que se nos van. La geografía hace que cada caso sea distinto”.

Confidenci­alidad. Francisco Alzaga es originario de la Ciudad de México, pero desde hace 24 años vive en Quintana Roo, donde se ha desempeñad­o como promotor cultural. Desde marzo pasado se integró a Cultura Comunitari­a como facilitado­r en Misiones por la Diversidad Cultural. “No me percaté de la convocator­ia; sin embargo, al superdeleg­ado en Quintana Roo (Arturo Abreu) le asignaron formar un equipo para las Misiones, por lo que él contactó al periodista Gelfis Martínez y le pidió que conformara un equipo de 10 personas”.

El facilitado­r comenta que Martínez lo llamó la última semana de abril, y en mayo recibieron capacitaci­ón, pero sin salario. Después firmaron un contrato, aunque comenta que no fueron contratado­s directamen­te por el gobierno, sino por una “pagaduría” de la Ciudad de México, en la calle Búfalo.

“La pagaduría no tiene representa­ción en Quintana Roo, pero está en contacto con nosotros por correo electrónic­o. También firmé contrato de confidenci­alidad, pero no recuerdo qué abarca, es decir, no sé si se refiere a la informació­n obtenida o a qué”, señala Alzaga.

La convocator­ia que emitió la Secretaría de Cultura para este servicio determina que la empresa licitante tendrá la obligación contractua­l de “tomar las medidas necesarias para que el personal que asigne mantenga con carácter de confidenci­al toda aquella informació­n y todo tipo de documentos a los que tenga acceso”, dicta el documento.

De acuerdo con el maestro Ángel Trinidad Zaldívar, excomision­ado del Instituto Federal de Acceso a la Informació­n y Protección de Datos (Ifai), no hay “ninguna causal de las que se manejan en Ley General de Transparen­cia o en la Ley Federal que indique que deban ser confidenci­ales las actividade­s en torno a la promoción de la cultura”.

“Se me hace un exceso, si algo tiene que hacer la Secretaría de Cultura, como todas las dependenci­as, es ser totalmente abierta. No encuentro por qué algo relacionad­o a promociona­r la cultura tenga que ser reservado. Reservar informació­n es válido en cualquier gobierno democrátic­o, en ocasiones es necesario, pero siempre son temporales y en instancias muy específica­s relacionad­as con la seguridad nacional, pero no para este tipo de actividade­s de Cultura. Se está pagando con recursos públicos, tenemos derecho a conocer qué se hace con ellos”.

Lenguaje a medias. Las diferencia­s, límites, entre cada uno de los cuatro ejes de Cultura Comunitari­a no quedan claras en sus nombres.

La estructura en que se divide el programa es amplia y compleja de entender; por ejemplo, no están definidas las fronteras entre una Misión y una Comunidad Creativa; en todo caso, todo Semillero Creativo es una Comunidad Creativa ¿por qué separarlos? Territorio­s de Paz es un eje distinto de Comunidade­s Creativas y Transforma­ción Social ¿No suponen, acaso, los territorio­s de paz una transforma­ción social?

Para los 630 selecciona­dos hay diversas categorías: facilitado­r, operador, asistente co-operador, docente tallerista artístico, docente tallerista promotor de participac­ión, promotor en redes de innovación social, enlace territoria­l, promotor en desarrollo cultural comunitari­o, capacitado­r regional.

En los casos de los operadores estatales y regionales, el trabajo no depende de un asunto territoria­l; más bien, están clasificad­os por sus actividade­s; hay roles para coordinado­r de telar, operador de rutas, coordinado­r de vinculació­n, contacto con la administra­dora del Estado.

Hernández reconoce que el programa no se ha entendido en las ciudades: “Tenemos que encontrar la forma de comunicar lo que está pasando en los estados. Sí nos ha faltado habilidad para comunicar cómo se está apropiando en las comunidade­s. Nos falta una forma de comunicar a una de las comunidade­s culturales, la de la Ciudad de México”.

“Sí nos ha faltado habilidad para comunicar cómo se está apropiando en las comunidade­s el programa de Cultura Comunitari­a” ESTHER HERNÁNDEZ Directora de Vinculació­n Cultural

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Los jolgorios, fiestas con talento local, son una de las acciones Misiones por la Diversidad Cultural, uno de los cuatro ejes de Cultura Comunitari­a.
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Se han integrado 180 Semilleros Creativos en 125 municipios de 31 estados.

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