TERROR ASFIXIANTE
Infierno en la tormenta es una propuesta que funciona por el logrado ambiente de encierro.
¿Puede sostenerse cualquier película con una sola situación? La respuesta está en Infierno en la tormenta (2019), octavo filme del experto en terror asfixiante Alexander Aja, con delirante guión claustrofóbico de los hermanos Michael & Shawn Rasmussen, que tras varios intentos ahora sí le dieron al clavo.
Haley (Kaya Scodelario, sacudiéndose el infame papel de novia de Ted Bundy y demostrando que tiene madera para encabezar un reparto con una parte físicamente exigente), va directo hacia un peligroso huracán. ¿El motivo? Salvar a su padre Dave (Barry Pepper) atrapado en casa a un paso de quedar bajo el agua.
A tan sencilla propuesta se agrega la incertidumbre de cómo rescatar a Dave, si impresionantes caimanes acechan. El huracán está por destruir su hábitat. ¿Sabe Haley qué enfrenta? Lo interesante es ver cómo busca soluciones.
Haley ignora cuántos cocodrilos hay sueltos. El huracán es cada vez más devastador. Los intentos de rescate tienen una dificultad tras otra. Al paso de los minutos son menos los elementos a su alcance para salvarse. Haley está por perder la esperanza. Tiene a su favor que es nadadora de calidad olímpica, entrenada por Dave, lo que permite varios giros al interior de la historia que incrementan la emoción. Aunque aquí compite contra cocodrilos. Las opciones ante esto son mortales.
La propuesta funciona por el logrado ambiente de encierro al que el director Aja le saca todo el jugo. Agua va y viene, casi ahogando a Dave y Haley, y los únicos que se la pasan en grande son los reptiles. El espacio cerrado de la casa está magníficamente resuelto. Sirve para que los caimanes aparezcan y desaparezcan bajo aguas turbulentas como si nada. La perplejidad que esto representa es utilizada con maestría para tener al espectador en vilo.
Debido al estilo fotográfico de su habitual colaborador Maxime Alexandre, Aja crea una atmósfera de angustia y pánico. Sabe del terror que provoca que la naturaleza sin control. Así subraya lo irracional de la situación y crea una espléndida cinta con el mejor monstruo disponible, en plan de volverlo símbolo de cuán espantoso es el cambio climático y cómo altera el balance en la convivencia y sobrevivencia entre humanos y animales. Hace un infierno en la tormenta.
Aja consigue su película más estimulante y una de las mejores de suspenso del año gracias al ambiente realista, con ciertas exageraciones necesarias para demostrar que es un espectáculo de enorme tensión, donde Dave y Haley deben sortear muchos obstáculos. Aparte de lo dramático (aparición de buitres humanos y policías, con la consecuente carnicería propia del género), Aja aprovecha los sonidos (gruñidos, chapoteos) para acentuar la zozobra que sienten los personajes ante el casi imposible escape; resalta cada elemento de su única situación. Logra con ello una cinta que no se compara con otras. Es un festival de escenas extremas, brillantemente ejecutada.
El argumento tiene como máxima virtud estar pensado desde el punto de vista de los animales. Porque busca crear una metáfora acerca de las interrelaciones tanto entre familias como entre especies, narrada con ritmo vertiginoso (edición matemática sin desperdicio de Elliot Greenberg). Alexandre Aja, de los más interesantes directores actuales, rebasa las fronteras del género y divierte con este conciso y febril cuento de terror ferozmente entretenido.