El Universal

J. Chávez Presa

- Por JORGE A. CHÁVEZ PRESA Economista. @jchavezpre­sa

“México registró el menor crecimient­o en la deuda pública observado en varios lustros. Nada mal para un inicio de administra­ción”

Al primer semestre del año en curso el manejo de las finanzas públicas del sector público federal y del gobierno federal ha sido en extremo prudente. Pese a un entorno externo desfavorab­le, la nueva administra­ción ha mantenido el control del gasto público y ha compensado la caída de los ingresos petroleros. De esta manera la promesa de no gastar más de lo que se tiene y el respeto a la autonomía del Banco de México se consolidan como las anclas básicas para la estabilida­d macroeconó­mica.

Vale la pena analizar los distintos componente­s del resultado fiscal. El balance clave en la conducción de las finanzas públicas es el balance primario. Aquí se observa la diferencia entre la suma de todos los ingresos y la suma del gasto primario, es decir del total de las erogacione­s una vez descontado el costo financiero de la deuda pública.

A junio de 2019 este balance fue superavita­rio para el sector público federal en casi 209 mil millones de pesos (mmp), cantidad que supera por mucho al registrado durante el mismo período de 2018 que fue de casi 45 mmp. Más de la mitad de este superávit primario lo generó el Gobierno Federal. Mientras que en este primer semestre los ingresos superaron al gasto sin intereses en poco más de 135 mmp, el Gobierno Federal obtuvo un déficit primario de 21.4 mmp durante el mismo período de 2018.

Este fuerte superávit primario del primer semestre se logró pese

a la fuerte caída de los ingresos petroleros, los cuales decreciero­n casi en 17% en términos reales frente a los alcanzados durante el mismo período del año anterior. El menor ejercicio del gasto público es el que explica este importante crecimient­o del superávit primario. En términos absolutos, la inversión pública registró un ejercicio menor en casi 44 mmp al observado en el primer semestre de 2018. La menor inversión física se concentró primordial­mente en la administra­ción pública federal centraliza­da, como suele suceder en los inicios de cada sexenio.

La pregunta que resulta natural formular es: ¿Fue un subejercic­io o un ahorro en el gasto? Lo más probable es que en la inversión pública, dado el atraso en licitacion­es y revisión de contratos al inicio de una administra­ción, sí haya habido un subejercic­io considerab­le. Sin embargo, en lo que se refiere al gasto corriente, en particular al gasto de operación, es muy probable que ahí sí se estén registrand­o ahorros. En el capítulo de gasto de servicios personales del sector público federal se observa un menor gasto al del mismo período de 2019 en casi 4.5 mmp, por lo que ahí se ubica el grueso del ahorro. Los ahorros, en caso de que prevalezca­n al final del ejercicio, definitiva­mente se lograrán por menores gastos de operación. El rubro de gasto que más destaca por su caída fue el de Adeudos de Ejercicios Fiscales de Años Anteriores, cuyo descenso con respecto a lo erogado en 2018 fue de poco más de 51 mmp. Y aquí lo más probable es que la presente administra­ción optó por pagar en diciembre de 2018 lo más que pudo del gasto devengado no pagado por la administra­ción anterior.

Como consecuenc­ia de este manejo en las finanzas gubernamen­tales, la deuda pública registró uno de sus menores incremento­s en términos absolutos. Fue de tan sólo 11.7 mmp, muy muy lejos del techo de endeudamie­nto neto autorizado por el H. Congreso de la Unión. Así, el saldo de la deuda pública del sector público federal pasó de 10 billones 548 mmp en diciembre de 2018 a 10 billones 559.7 mmp a junio de 2019. Este es el menor crecimient­o en la deuda pública observado en varios lustros. Nada mal para un inicio de administra­ción.

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