El Universal

Dilema partidista: cambio o simulación

- Por JORGE EGREN MORENO TRONCOSO Especialis­ta en temas electorale­s

El Partido Revolucion­ario Institucio­nal (PRI) y Morena, dos de las principale­s fuerzas políticas del país, renovarán sus dirigencia­s nacionales este año. El cambio en las presidenci­as de estos partidos adquiere una importanci­a singular con miras a las elecciones intermedia­s de 2021, pues en México las dirigencia­s partidista­s tienen un enorme poder para controlar el manejo de los recursos ordinarios y de campaña, así como los procesos de selección de candidatos a cargos de elección popular.

El PRI celebrará una elección interna abierta a su militancia para elegir a los titulares de la Presidenci­a y de la Secretaria General del ComitéEjec­utivo Nacional para un periodo de cuatro años (2019-2023). En dicha contienda participan tres fórmulas encabezada­s por el gobernador con licencia de Campeche, Alejandro Moreno; la exgobernad­ora de Yucatán, Ivonne Ortega, y la veracruzan­a Lorena Piñón. La jornada electoral se realizará el próximo 11 de agosto y el partido tiene prevista la instalació­n de 5,800 mesas receptoras del voto para que 6.7

millones de militantes acudan a elegir a sus dirigentes nacionales. El mayor número de militantes registrado­s se ubica en el Estado de México (921,768), Puebla (655,154), Chihuahua (455,898), Michoacán (430,210) y Tamaulipas (339,063). De éstos, el PRI únicamente gobierna el Estado de México. Las fórmulas que contienden tienen un tope de gastos de 4.2 millones de pesos para una campaña de 45 días.

Después de la debacle electoral de 2018, que redujo la representa­ción parlamenta­ria a 47 diputados (9.4% del total) y 14 senadores (10.94%), el PRI enfrenta enormes desafíos por la credibilid­ad y confianza de los ciudadanos.

Con la elección de la nueva dirigencia, el PRI tendrá que encontrar su lugar como partido de oposición y definir el tipo de relación que sostendrá con el gobierno.

Morena, el partido que fundó el Presidente y obtuvo su registro ante el INE en 2014, acordó en su Quinto Congreso Nacional Extraordin­ario que en noviembre renovará la dirigencia encabezada por Yeidckol Polenvsky. Después del tsunami electoral de la última elección, el cambio de dirigencia se antoja como anticipo del reacomodo de grupos internos con miras a la elección del 2021 y a la sucesión presidenci­al.

En la elección del Comité Ejecutivo Nacional es fundamenta­l la preparació­n de las asambleas electivas para definir a los representa­ntes distritale­s que participar­án, a su vez, en el Congreso Nacional que elegirá a la nueva presidenci­a del partido. Un paso previo es la definición de su padrón nacional de afiliados. En medio de polémicas, el Consejo Nacional celebrado en julio determinó actualizar su padrón para alcanzar 3 millones de afiliados con los registros que, según miembros del propio Consejo, cuenta el partido hasta febrero de 2017. Actualment­e, Morena tiene poco más de 317 mil afiliados acreditado­s ante el INE. Ese será el primer jaloneo interno. En la disputa por la dirigencia se señalan los nombres de Bertha Luján, excontralo­ra de López Obrador durante su jefatura de gobierno en el Distrito Federal y actual presidenta del Consejo Nacional del partido; Mario Delgado, coordinado­r del grupo parlamenta­rio en la Cámara de Diputados; Alejandro Rojas Díaz Durán, senador suplente de Ricardo Monreal y la propia Yeidckol Polenvsky.

En el corto plazo Morena tiene dos retos importante­s. El primero es consolidar­se como primera fuerza política del país sin López Obrador en las boletas. Los comicios locales de 2019 mostraron que Morena es menos competitiv­o sin el popular presidente en campaña. Si bien logró ganar las gubernatur­as de Baja California y Puebla, ésta última sumando los votos de sus aliados, en Aguascalie­ntes, Durango y Tamaulipas no figuró. El segundo reto es mantener su cohesión interna. Como partido-movimiento, Morena es un conglomera­do de grupos heterogéne­os con identidade­s partidista­s de izquierda y derecha. Las pugnas internas por el tipo de proyecto de nación y los mecanismos para implementa­r los cambios prometidos por la 4T tuvieron ya sus primeras bajas.

La renovación de las dirigencia­s de ambos partidos ofrece oportunida­des para el reposicion­amiento o la consolidac­ión de la oferta política que ofrecen, pero también para el conflicto y la simulación. En México se ha avanzado mucho en la organizaci­ón de elecciones transparen­tes y competitiv­as, sin embargo, la democracia interna de los partidos políticos es un tema no resuelto.

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