“NO TENEMOS EDUCACIÓN DE LA DIVERSIDAD”
• Cambiaron mi nombre, pero también mi género: Ophelia Pastrana • “La risa y la comedia ayudan, mas no todos están para chistes”
Ophelia Pastrana, mujer transgénero víctima de discriminación, pone sobre la mesa la necesidad de eliminar el maltrato hacia la comunidad LGBT.
Cuando a Ophelia Pastrana un barista de Starbucks le cambió el nombre escrito en su café por el de “Ofelio”, las redes sociales explotaron y provocaron una gran discusión acerca de la identidad de género.
—¿Su nombre? —Ophelia.
—Gracias, señor. —Señora.
—Sí, señor.
—Señora. Soy mujer trans. Usa pronombres femeninos, por favor.
Para la influencer y standupera “no sólo fue el cambio de nombre en una taza: fue un cambio de género” que puso a reflexionar sobre las etiquetas y los insultos contra la comunidad trans.
Ophelia refiere, en entrevista con EL UNIVERSAL, que su faceta de comediante le permitió burlarse del polémico hecho, e incluso señala que no tomó la acción como ofensa por parte del empleado de la cafetería. Hasta cambió su nombre en su cuenta de Twitter por el de “Ofelio”.
“Si soy Ofelio, seré Ofelio de ahora en adelante, y soy el Ofelio más bonito que existe”.
“Yo no tengo por qué mostrar
mis documentos para pedir un café y no pago para que me discriminen”. Ophelia reprueba que la “solución” haya sido despedir al barista, ya que ella aboga por educar a los empleados, además de que la cafetería no se pronunció al respecto.
“Reducir todo esto a escribir un nombre mal en una taza es ignorar una bonita historia acerca de cómo mucha gente se reunió para defender a las personas trans y de cómo salieron personas a hablar de cosas que ni saben”.
Al ser la segunda mujer trans con más seguidores en Twitter a nivel mundial —casi 395 mil—, Ophelia no niega que su posición la ayudó a visibilizar el mensaje que soltó en tono de broma, pero asimismo para dar a conocer a sus seguidores y haters que estas acciones suceden y para desahogarse.
“Igual y debería de estar más ofendida por esto, pero estas cosas ya las tomo a chiste, porque es lo mejor que se puede hacer: reirte de ti y saber que las cosas mejoran si tú las puedes hablar. La risa y la comedia son un modo de racionar cosas rudas”.
Aunado a las ofensas y mensajes de apoyo recibidos a través de redes sociales, la también física y economista reflexiona sobre la discriminación : “Hay que desmontar este maltrato sistémico, [porque] hay una educación sistémica de discriminar a la gente (...) La educación de la diversidad no está.
“Hay gente que no está para estos chistes. Hay gente que la última palabra que escuchó antes de morir fue ‘puto’, gente que lo último que tiene en su corazón es cómo la maltrataron en el colegio, en el trabajo. Yo como comediante tengo la piel gruesa, pero no debería ser el estándar”.
Si bien Pastrana no se considera una activista, presta su “megáfono” de las redes sociales a otros para publicar injusticias, quejas y “lo que le den” para moverlo y así tener un sentido de responsabilidad.
“Encuentro todo esto como positivo, porque hablamos mucho y vaya que nos hace falta discurso, diálogo, compartir, descompatir (...) Todo eso no hubiera salido a la luz [de no haber sido] por un tuit, entonces me alegro”.
Dos generaciones trans. Tras el hecho denunciado por Ophelia, la actriz trans Alejandra Bogue publicó un video en redes sociales, en el que, sin mencionar nombres, se refirió a una “influencer discriminada”, a la que llamó “pobrecita”.
“Hay cosas que realmente son importantes. Estar quejándose por que la discriminaron en un restaurante (...) ¡qué cosa más ridícula! (...) ¿De todo se tiene que hacer una noticia y un escándalo?”, dijo Bogue.
Ophelia Pastrana admite que le “rompió poquito el corazón”, porque Bogue es una inspiración; sin embargo, pone en duda si el mensaje era para ella.
“Salta mucho que su punto de vista fue... ¿contra mí?, no contra la empresa. Le salta que de repente llegue una influencer y se queje del café y eso tenga mucha luz, pero yo no pedí que ese tuit tuviera tanta luz”.
Si bien la influencer y la actriz son de distintas generaciones, para Ophelia “Alejandra se crió en la generación en la que se le obligó y se le enseñó muy a las malas, a las mujeres trans y cis [cisgénero], que se callen (...) Decirle a la gente: ‘Qué frágiles son, cállense o siéntense’ es lo que se hacía antes, cuando vivíamos en la opresión normalizada”.
Al final, lo que para Ophelia era un café colombiano cortado resultó ser una bebida caliente “con una baja dosis de humor y una alta dosis de retuits”.