Trazos mazatecos de la tierra mística
Filogonio García Calixto es un hombre entero. Con sus manos lo mismo ha cultivado la tierra, que pintado sobre lienzos blancos y al óleo. Su especialidad es darle eternidad, de forma abstracta, a los paisajes de ensueño de su tierra natal: la sierra mazateca.
—Mi vida es la pintura. Cuando la gente ve mis obras me preguntan si de verdad ese lugar existe —platica, como si quisiera desbordarse en color, el oriundo de Agua del Paxtle, comunidad de Santa María Chilchotla, en la región Cañada de Oaxaca.
Además de artista, García Calixto es migrante en su propio país. Hace 26 años tuvo que salir de su comunidad para poder estudiar la prepa en la Ciudad de México, pero no lo logró, en cambio, tuvo que trabajar como lavaplatos. Ahí comenzó a materializar sus sueños.
—La cosa estaba muy difícil, pero nunca dejé de pintar. Un día, Aldo Flores, director del Salón dès Aztecas [galería de arte], visitó mi
hogar, ahí vio algunas de mis pinturas y me ofreció comprarme alguna, yo pensé que estaba bromeando.
Desde entonces, Filo, como lo llaman sus amigos, se ha dedicado de lleno al arte, haciendo intervenciones en lugares como el Metro de la Ciudad de México y montando exposiciones en diferentes entidades, aunque todavía le falta su natal Oaxaca.
Otro tema importante, dice, es la forma en la que se mira el arte, pues aunque en México existen becas y apoyos para los creadores, éstos son otorgados sólo a artistas que han conseguido renombre. Pese a todo, hoy Filogonio cierra los ojos, recuerda su tierra y la eterniza.