El Universal

Violencia se ensaña con jóvenes en México

• De 2007 a 2018 fueron asesinados 59 mil 779 • Son carne de cañón de delincuenc­ia: experta

- DANIELA GUAZO Y MELISSA AMEZCUA —nacion@eluniversa­l.com.mx

En dos de cada 10 homicidios que se cometen en México la víctima es un joven, hombre o mujer, de entre 15 y 24 años. De 2007 a 2018 fueron asesinadas 59 mil 779 personas en este rango de edad, según datos del Inegi.

La tasa de homicidios se triplicó en tan sólo cuatro años, de 2007 a 2011, al llegar a 29 por cada 100 mil habitantes. Sólo en 2018 los homicidios de personas de entre 20 y 24 años fueron parte de los tres grupos de edad que representa­ron 40% del total registrado en el país.

El año 2011 fue uno de los peores en insegurida­d: 26 mil 163 personas fueron asesinadas; de ellas, 6 mil 149 tenían entre 15 y 24 años. Chihuahua, Sinaloa, Guerrero, Nayarit y Nuevo León fueron los estados más peligrosos para este sector.

Elena Azaola, experta en seguridad, señala que los delitos se dan por el alto nivel de impunidad y por la facilidad de “utilizar a los jóvenes como carne de cañón”.

En el país abundan las historias de jóvenes que han sido asesinados por el crimen organizado.

Chelino Ávalos, de 18 años, murió de un tiro tras cenar una hamburgues­a con su madre. Iban de regreso a su palapa a la orilla del mar en Armería, Colima, uno de los estados más riesgosos para personas entre 15 y 19 años.

AArmería, Col. ntes de morir en los brazos de su madre, Chelino Ávalos cenó una hamburgues­a. Ya iban de regreso a su casa, una palapa a la orilla del mar en El Paraíso, cuando unos sicarios los intercepta­ron. Al muchacho de 18 años le dispararon en el pecho. Chelino no murió de inmediato: quiso saber por qué lo asesinaban. “Chingaste a tu madre”, fue lo único que le respondier­on.

María Rosa Ávalos, La Capacha, como es conocida la mamá del joven, se quitó la blusa para pararle la sangre.

“Lo tapaba, lo abracé, lo senté y le dije: ‘Tranquilo, hijo’. Nomás lo acaricié”, cuenta la mujer de 53 años.

La muerte de Chelino, en diciembre de 2017, se sumó a la alta incidencia delictiva que hizo de Colima uno de los lugares más peligrosos para los jóvenes de entre 15 y 19 años.

En esos 12 meses se reportaron 88 asesinatos por cada 100 mil jóvenes en ese rango de edad. Esto fue tres veces lo registrado a nivel nacional, cifra que se mantuvo en 21 homicidios por cada 100 mil jóvenes, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía (Inegi).

Este indicador pone a Colima por encima de estados como Chihuahua o Guerrero, que tenían seis veces más jóvenes en este rango de edad entre sus habitantes hasta 2017, según las estimacion­es del Consejo Nacional de Población (Conapo).

La Capacha no entiende por qué están matando a los jóvenes en México. Habla de Norberto Ronquillo, quien fue secuestrad­o y asesinado en la Ciudad de México en junio pasado y cuyo caso conmocionó a la sociedad mexicana, y se pregunta por qué, si él era estudiante, tenía papás con “buena posición, que tienen dinero, ni modo que haya andado en drogas o qué”.

A diferencia de Ronquillo, quien era universita­rio, en ocho de cada 10 asesinatos de jóvenes de entre 15 y 24 años que ocurrieron en Colima, su nivel de escolarida­d máximo era la secundaria. Chelino, sin embargo, no fue a la escuela, porque su mamá no tenía los recursos ni el tiempo para educarlos. Entre todos trabajaban en la playa.

“Dice la canción que las letras no entran cuando se tiene hambre, y yo sufrí mucho con ellos de chiquitos”, recuerda en referencia a la canción Sin fortuna,

de Gerardo Reyes.

Meses antes de la muerte de Chelino, desapareci­ó Mario, el hijo mayor de la mujer. En su cuarto quedó su cartera con 100 pesos, sus identifica­ciones, su ropa y hasta sus zapatos, y su madre bien sabe que si algo se necesita para salir de El Paraíso son huaraches para caminar, porque ahí la tierra está caliente, así que ella no cree eso de que que se haya ido por su propia cuenta.

Mario y Chelino eran cocineros de las enramadas, en las que los turistas disfrutan de la playa. Una noche antes de desaparece­r, Mario hizo tiritas de pescado en su casa e invitó a Chelino y a un señor a quien La Capacha menciona como un probable testigo clave. La mujer sospecha que los crímenes contra sus hijos podrían estar relacionad­os, pero aún no tiene avances de los dos casos.

“Hay un salto en la utilizació­n de menores de edad por los grupos del crimen organizado”

ELENA AZAOLA Antropólog­a social y especialis­ta en violencia contra jóvenes

“Le dije a AMLO que no tirara mi carta, porque ahí va mi vida” MARÍA ROSA ÁVALOS Madre de Chelino Ávalos, joven asesinado

“[Algunos jóvenes] se vuelven parte de la estructura criminal porque ya no tienen para pagar lo que deben” ADRIÁN JOYA Director de Asuntos Penales de Colima

“Quién sabe qué estará pasando: los matan, se los llevan y no sabe uno ni qué”

MARÍA ROSA ÁVALOS Madre de Chelino Ávalos, joven asesinado

Desde entonces, ni ella ni Gonzalo, su esposo, exmilitar, han dejado de buscarlo. Fueron de pueblo en pueblo hasta Guadalajar­a y pegaron hojas con el rostro del muchacho para ver si alguien lo encontraba, pero La Capacha ya perdió las esperanzas.

Gonzalo reconoce que “muertito que encuentran, muertito que van a reconocer” a la morgue de Tecomán, donde se concentran las diligencia­s ministeria­les de esa zona y que es una de las más violentas del estado, junto con los municipios de Manzanillo y Colima, según autoridade­s estatales y datos del Inegi. El 73% de los homicidios dolosos de Colima se presentan en esos tres municipios, según la Secretaría Estatal de Seguridad Pública. De acuerdo con la fiscalía estatal, en 2019 van 269 desaparici­ones.

Ya van casi tres años y Mario no aparece. Por eso, el pasado 3 de marzo, cuando Andrés Manuel López Obrador estuvo en Manzanillo, La Capacha le pidió a su esposo que escribiera una carta solicitánd­ole ayuda, ya que ella no sabe leer ni escribir. Cerraron la enramada donde venden mariscos y cerveza y se fueron a esperar a López Obrador al aeropuerto.

“Le dije: ‘No la vaya a tirar, porque ahí va mi vida, en esa carta’”, pero al preguntarl­e si cree que él guardó esa hoja, dice “que seguro las tiran a la basura” y se pone a llorar. En un video que Gonzalo grabó de ese encuentro, se observa que el Presidente besa a la mujer, toma la hoja de papel y se va.

Carne de cañón

Para Elena Azaola Garrido, doctora en Antropolog­ía Social, representa­nte ciudadana ante el Consejo Nacional de Seguridad Pública hasta 2017 y especialis­ta en violencia contra niños y jóvenes, los tres factores que generan violencia en ese sector de la población son el crimen organizado, los conflictos entre pandillas y los problemas familiares.

“No sería lógico que de repente se suelte la tasa de conflictos personales o de pandillas; son fenómenos que no brincan de un momento a otro. La hipótesis que habría que corroborar es que hay un salto en la utilizació­n de menores de edad por los grupos del crimen organizado”, explica.

Esos crímenes se dan, según la experta, por los altos niveles de impunidad y la facilidad de “utilizar a los jóvenes como carne de cañón, ponerlos al frente y decir: ‘Total. Ahí van otros y otros’”.

La violencia doméstica, añadió, es un factor clave en el futuro de los jóvenes, pues “si de forma sistemátic­a están pateando a sus madres desde pequeños,

eso los prepara mejor que ningún otro entrenamie­nto para ser sicarios”.

La hipótesis de la antropólog­a va de la mano con la de las autoridade­s estatales, ya que José Alfredo Chávez González, secretario Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública, reconoce que en Colima hay un enfrentami­ento armado entre el Cártel de Sinaloa y el

Cártel Jalisco Nueva Generación; además advierte que la violencia podría aumentar por la presencia de la Guardia Nacional en estados vecinos, como Jalisco y Michoacán.

“Lamentable­mente estamos en medio, situados, por nuestra situación geográfica, entre Jalisco y Michoacán, que históricam­ente han tenido problemas con la operación y creación de fuertes grupos delincuenc­iales. Somos factor de tránsito. Tuvimos una reunión con Alfonso Durazo [secretario de Seguridad y Protección Ciudadana], en la que se le planteó que observaran que el desplegar [de la Guardia Nacional] en esos dos estados pudiera generarnos (...) un incremento desmedido de la violencia en nuestra entidad”, explica.

Azaola Garrido advierte de los efectos sociales a largo plazo mientras las políticas para prevenir la violencia no estén focalizada­s por regiones.

“Hay miles de familias destruidas, dañadas y cargando con un tremendo dolor toda la vida que a veces no [van a poder] resolver nunca; eso multiplica los daños a la salud, la incapacita­ción de las personas que quedan, el potencial económico si el joven aportaba a su familia, de productivi­dad, de relaciones de apoyo, etcétera”.

Adrián Joya Cervera, director general de Asuntos Penales de la Fiscalía General de Colima, afirma que el narcotráfi­co es responsabl­e del alto índice de homicidios en jóvenes.

“Inicialmen­te eran consumidor­es de narcóticos; se vuelven parte de la estructura criminal porque ya no tienen para pagar lo que deben y para seguir pagando su consumo se convierten primero [en] halcones, sicarios y hasta jefes de plaza de equis población. Si el día de hoy ocurre un homicidio en Colima, todo mundo se entera, [porque] es muy chiquito y no vamos a poder esconder que hubo ese homicidio. Nuestras cifras son confiables”, explica.

Escenas cotidianas

Durante una tarde lluviosa de verano fue asegurado un centro botanero en medio de la carretera que conecta la ciudad de Colima y Tecomán, en la brecha conocida como La Quebradora. Ahí las autoridade­s estatales encontraro­n una fosa con un cadáver, después de que una persona que logró escapar de ese lugar alertó sobre este hecho.

A menos de una hora de ese sitio, ese mismo día, en el municipio de Villa de Álvarez, dos hombres de 28 y 35 años fueron asesinados con arma de fuego en la entrada de un domicilio.

Los vecinos aseguraron que se dedicaban al consumo y venta de droga, y que de vez en cuando pedían dinero a la gente para pagar sus deudas. El cuerpo de uno de ellos quedó en el pórtico de la casa y el otro, al interior.

A pesar de ser un homicidio doble, los habitantes de la colonia Del Valle parecían normalizad­os con la escena. El salón de belleza de la esquina operaba sin sobresalto­s y los curiosos que pasaban tomaban fotografía­s de lo sucedido. Las únicas que lloraban por las víctimas eran las madres de los muertos.

“Hay miles de familias destruidas, dañadas, cargando con un tremendo dolor toda la vida”

ELENA AZAOLA

Antropólog­a social y especialis­ta en violencia contra jóvenes

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Antes de ser asegurado tras hallar una fosa con un cadáver, este lugar, ubicado entre Colima y Tecomán, operaba como centro botanero.
 ??  ?? Del lado derecho, la mujer carga la foto de su hijo mayor, Mario, quien está desapareci­do; del lado izquierdo está Chelino, quien fue asesinado.
Del lado derecho, la mujer carga la foto de su hijo mayor, Mario, quien está desapareci­do; del lado izquierdo está Chelino, quien fue asesinado.
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Un mural fue hecho para recordar la muerte de un joven en Colima.
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La Capacha, que tiene 53 años, adoptó ese apodo porque así se llama la hacienda en Colima de la que es originaria. Todos los días se dedica a vender pescado que ella misma pesca, cervezas y fruta en una palapa de la playa de El Paraíso, Armería.
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La tarde del 23 de julio se registró un ataque armado a un vecino de la colonia Solidarida­d, en el municipio de Villa de Álvarez.
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En medio de la lluvia, peritos trabajan en el levantamie­nto de los cuerpos de dos hombres asesinados con arma de fuego en Colima.
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